No existen peones en el tablero

No existen peones en el tablero

El herrete se seguía meciendo de un lado a otro, juguetonamente, había
persistido ese movimiento durante las dos horas que el sujeto dueño de la
prenda sostuvo su mirada fija en cada movida, quizá, las piezas no eran tan
detalladas como para que un tipo como él, minuciosamente crítico, posara
su atención en el reluciente mármol del tablero; y es que, tal vez, dada su
experiencia o su inexpresivo ego, la sensación de finalizar se había hecho
tan lejana como quien busca agua en un desierto.


Y al cabo de unos minutos, cuando el segundo peón izquierdo avanzó,
pronunció palabra


-¿Es tu primera vez?


El tono de burla podía traspasar los gruesos muros de concreto e incluso si
fuera dramáticamente exagerado, pude decir que atravesó la sala
contigua, y la que le seguía, seguramente todas las que se encontrasen
linealmente unidas.


-No, pero parece ser que si es la tuya


EL ALFIL CAYÓ.


El rostro sempiterno que yacía ante mis ojos se desmoronó rápidamente, y la
furia de un ego aplastado llegó a mi como una advertencia, sin embargo,
recobró la compostura.


-Buena-respondió altivo-tan buena como un último corcel, tal vez, el jinete
no es tan bueno ¿Cierto?


EL ÚLTIMO CABALLO CAYÓ

-Dime Ryosuke, ¿Crees que ganaras?-pregunte con mi dedo en el cuarto
peón


-No lo sé, creo que es cosa del destino, mejor dicho, de habilidad, así
que…basándome en esos criterios, seguramente seré ganador, ¿No lo
crees, William?


-Puede ser, pero, en ese caso, hubiera postulado un pequeño lastre antes
de proteger a un monarca inútil.


NO EXISTEN PEONES EN EL TABLERO


-Te crees astuto Wesport, para la insolencia de tu lugar de origen, las reglas
parecen difuminadas, ajenas, quizá inexistentes, deberías ser más
condescendiente.


-La modestia es tan corrupta, no se si ser quien sirve o quien es servido, así
que, Ito ¿Cómo se siente perder a tu detonador de acción?


LA REINA HA CAIDÓ. LAS TORRES AVANZARON.


La habitación se tornó fría y el juego parecía cada vez más interminable;
cuando la primera torre de Ryosuke avanzó, el tablero fue lanzado a una
esquina, las puertas cerradas y el hombre frente a mí se sentaba sereno, en
algún momento pude haber pensado que el tipo estaba loco, no obstante,
el Rey había caído ante mis pies, tomé la cruz de la pieza. el Rey se
posicionaba entre cada mirada y parecía estar siendo observado por
dioses, dioses que solo juegan a alabar hipócritamente a un ser tan
insignificante.


ESE NO ERA EL REY. ESE NO ERA MI REY


Ryosuke sonrío, pensó que ganó, puede ser, en su situación, la realidad del
juego o los patrones a seguir no eran importantes, solo lo era destruirme
hasta lograr tener sus manos alrededor de mi cuello, obtener un Rey falso
que pudiera revocara a mi Rey creado.


Ahí estaba la respuesta, el peón que el despreció era mi nuevo monarca,
era mi Rey, y aunque teóricamente era una Reina, las reglas no era
prioritarias en una mesa con un loco y un psicópata, finalmente, cada uno
había logrado un mando supremo de las formas más estúpidas e ilógicas
que cualquier peón, alfil o corcel habría pensado.


-Tienes talento, Liam


- Lo mismo digo, Ito


-¿El egoísmo es talento?


-Quizá, si es por ganar supongo que equivale a la justicia o a la habilidad,
de cualquier forma, prefiero el individualismo


-Prefiero la destrucción


-Radical, ¿Correcto?


-Radical, si pudiera me eliminaría incluso a mi mismo


-Vaya seguridad


-Vaya franqueza


Dicho eso, acomode mi gabardina, pesada por las múltiples medallas y
emblemas que mostraba, la boina y el increíble egoísmo que incrementó
con la partida; por otra parte, Ito tomó su equipo, la última pieza del ajedrez
y la suficiencia de haberme destruido. Al abrir la puerta solo escuchamos
una cosa:


- Buen día, Mayor



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En el texto hay: ajedrez, guerra análisis, tablero

Editado: 21.12.2023

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