Cassie desde su dormitorio reflexionaba con aire triste lo ocurrido, hace unas horas atrás, en el baile de compromiso. Suspiró y observó como su hermana dormía no tan plácidamente como le gustaría, después que su primo la trajera a su cuarto sin las miradas indiscretas de los presentes. Tenía que reconocer que había tenido un buen detalle. Nada más de despedir los invitados, se fue a su dormitorio y había encontrado a Diane dormida. Parecía ajena a todo, cuando en verdad tenía el corazón roto. Por culpa de un amor no correspondido.
Pensó en Julian y meneó la cabeza recordando las palabras que le había dicho su estúpido hermano a nada más verla regresar al salón:
- ¿Dónde está nuestra hermana? - preguntó alzando el cuello por si la veía -Pensaba que estaba a tu lado y nos daríais vuestras bendiciones - a lado de su hermano, estaba la mujer con quien se desposaría sonriendo como una gallina orgullosa y petulante, presumiendo, a su vez, de un buen hermoso anillo que lucía en su dedo anular.
Cassie ladeó la cabeza e hizo una mueca. Tenía en la punta de la lengua soltar un comentario borde como: ¿Qué crees, hermano? Nunca has visto los sentimientos de Diane por ti. Le has hecho daño. Y tú (señorita Howard), aunque vaya ser mi cuñada no debería sonreír tanto, a ver si alguien se queda deslumbrado y tonto.
Se relamió por dentro al imaginarse esa escena, pero se ganaría de nuevo el apodo de "escandalosa" y no le compensaría ahora que su reputación volvía a su cauce. Tampoco, deseaba darle protagonismo a la joven que se había endosado su hermano.
- Felicidades - alzó los brazos para darle un abrazo efusivo, eso que rompía los huesos, lástima que no tenía esa fuerza -. Diane está a fuera, en los jardines, creo que quería aire fresco - se descolgó del cuello de su hermano y este la miró con el ceño fruncido -, aquí el ambiente está bastante caldeado -puso voz interesante y misteriosa.
- ¿Qué quieres decir, Cassie? - dicha señorita no hizo caso a su hermano, se hizo la despistada provocándolo aun más.
En ese momento no tuvo que responder porque la reina de Roma estaba apareciendo por la puerta y junto con su primo. Este seguía hablando, ella parecía más relajada, aunque por sus ojos se podían ver dos lagunas de tristeza.
- Ahora veo el porqué no ha venido a felicitarme - Cassie miró a su hermano que malinterpretó la situación.
Los puños del hombre se le habían cerrado. Incluso, su prometida se apartó de él por la tensión que emanaba. Estaba extrañada de su inusual comportamiento.
- Bueno, si es así -añadió su hermana con voz cantarina -, no hace falta buscar más explicaciones al asunto - pasó un camarero delante de ellos con una bandeja de copas llenas, a rebosar, de champán y Cassie cogió tres -. Creo que este es mi momento para daros mis mejores deseos para la boda. Os auguro un feliz enlace.
Esperaba que sus tantas mentiras no le pasaran factura.
Fue ese instante de distracción que ya no vieron más a Diane y Matthew, ocasionando, de nuevo, el ceño fruncido de su hermano. Cassie se tomó la copa como si fuera agua. Sin querer había provocado a la bestia que guardaba dentro de su hermano, que aún no había salido de la luz. Pero no fue lo suficiente valiente para buscar a Diane.
Si fuera por ella le daría una colleja a su hermano por ser tan obtuso y fijarse en la señorita Howard. Pero... era mejor no meterse de por medio. Su hermano tenía que saber cómo solucionar las cosas él solo aunque se equivocara una y otra vez.
Volviendo a la presente realidad se asomó por el cristal helado del balcón. Aún se podían notar los vestigios de un nuevo amanecer. Echó un vistazo a la durmiente de su hermana y cogió su bata de terciopelo y decidió dar un paseo breve. Quería despejar su mente aunque fuera unos minutos antes que su doncella las despertaran. Lo que no se esperó encontrar a su primo de pie en una de las terrazas que dirigía a los jardines.
Iba a dar media vuelta cuando su voz grave la paralizó:
- No huya; en este momento no soy capaz de morder ni de ladrar - dijo en un tono jocoso que ella misma se quedó muda al principio.
¿Bromas a primera hora de la mañana? No entendía nada.
Él viendo su mutismo, esbozó una media sonrisa y caminó con las manos en los bolsillos. Un mechón negro se le cayó sobre los ojos.
- Este lugar es más tuyo que mío - dijo Matthew alzando la mano hacia sus cabellos indomables. Con el pelo alborotado (por culpa de las juguetonas brisas) parecía más joven y travieso -. Además, tampoco se tiene que ir como una exiliada. Te prometo que no la molestaré.
Cassie lo miró con la nariz fruncida y la barbilla altiva.
- No sé si confiar en su palabra, pero tiene razón - caminó resuelta hasta la barandilla - este lugar es más mío que tuyo. Nadie, ni siquiera tú me hará hacer que me vaya.
- Yo no era el que quería huir - su voz sonó más cerca de su oído, provocando casi un desastre. La joven pilló un rebote por el susto, al no calcular bien el punto de apoyo, su cuerpo fue directo hacia al suelo sino fuera porque su adorable primo le había rescatado de una humillante caída.