No me doblegaré #1 Saga Pasiones Ocultas

Capítulo 18: Desilusión

Si alguien pensaba que la joven, vestida nada menos que en ropa interior, que había golpeado con su vestido al caballero, quien decía ser su prometido (por hacer una pequeña broma hacia su prima), iba a esconderse y pedir disculpas estaba totalmente equivocado. Nadie conocía realmente a Cassandra Werrington. 

Podría haber sido recatada y mostrado arrepentimiento de su rebelde e inadecuado comportamiento como cualquier dama de alta cuna, pero no hizo lo que se hubiera esperado de ella. 

Matthew no sabía cómo actuar. Sentía las mejillas ardiendo (la segunda vez que le pasaba desde que tenía consciencia; la primera fue cuando perdió la virginidad con una mujer experta, viuda creía recordar). Nunca se había  visto en aquella situación, con ese ángel casi desnudo. Poco dejaba a la imaginación... Meneó la cabeza y se esforzó que su mente no fuera a otros derroteros. Viendo que la joven no lo golpeaba y se mantenía callada la soltó. Sus manos  temblaban, no le gustó. Mostraba debilidad  y descontrol. ¡Maldición! Estaba preciosa. Apretó los labios en una línea fina. 

Cassie no apartó la mirada del hombre. Ardía por dentro de vergüenza y rabia. Cuando su primo la apartó tuvo la oportunidad perfecta de vengarse. Teniendo todas las miradas, de las clientas, empleadas, de la modista y de Mary, hizo lo que no debía a hacer. Alzó la mano en una milésima de segundo y le dio una bofetada con todas sus fuerzas.

La cachetada sonó hasta la esquina más lejana del local. Más de una de las presentes jadeó, escondió su rostro entre las manos; otras censuraron con la mirada a la joven. Matthew acarició incrédulo la mejilla. ¡Lo había abofeteado! Antes que dijera algo, dicha joven corrió hacia el vestidor sin mirar atrás. 

Mary, la doncella de la duquesa fue tras ella.

- Señorita, la duquesa pondrá el grito el cielo cuando se entere. A mi matará.

Cassie ignoró el comentario aunque sabía que tenía razón. La señora Bellismer entró en la habitación mientras la joven se vestía. 

- Lamento mucho lo que ha sucedido - la joven se disculpó -. Mi primo es... - buscó en su mente palabras poco benevolentes para él  pero escogió una que lo definía-. Insoportable, pero eso no justifica mi comportamiento, así que le pido disculpas.

Sabía reconocer que no había actuado bien pero delante de su primo no lo iba a hacer ni con aceite hirviendo. 

-Lady Werrington, para mí no ha sido cómodo. Espero que entienda que no me ha gustado lo que visto - no quería ganarse el enfado de la duquesa pero no toleraba esas conductas en su tienda -, y mis clientas tampoco se han sentido bien presenciándolo.  Sabrá que esto afectará negativamente a mi negocio.

Cassie se envaró, irguió la espalda y vio que la mujer no la miraba a los ojos. 

No le dirá que no podrá entrar más en su tienda, pensó angustiada. Mary, también notó el gesto de la mujer. Parecía que se iba a santiguar. 

- Por ello, le pediré amablemente que salga de mi establecimiento y comprenda que mis empleadas y yo no le podremos hacerle el vestido.

La joven asintió aunque por dentro sentía un helor que le trepaba por el estómago. No se dio cuenta cuando la modista se marchó y le dejó la puerta abierta para que se fuera. Respiró hondo y notó peligrosamente como las lágrimas agolpaban a sus ojos. No iba a llorar, no lo iba a hacer.

- Mary, por favor. Vámonos, aquí no soy recibida - dijo apenas con voz.  

 

No quiso hacer más leña del árbol caído y se fue de allí sin entretenerse más tiempo. Esperó no encontrarse con el rey de sus desdichas; pero no tuvo esa suerte porque estaba a fuera y precisamente no estaba contento. Ella se podía decir lo mismo. Le envió una mirada desdeñosa y se alejó. 

- ¿Se puede saber qué te ocurre? - la agarró del codo pero ella se soltó como si la hubiera mordido una serpiente.

- ¿Tiene la poca vergüenza de preguntarme?- bajó la voz para que solamente la escuchara él. Había hecho el ridículo, no quería rebajarse más -. Me ha gastado una mala y pesada broma en la que yo - se rio sin pizca de alegría en la risa - he caído de manera tonta. Y para colmo - se detuvo para respirar tranquila pero era imposible teniéndolo a él cerca - ya no tengo mi vestido de novia. Espero que esté satisfecho.

Matthew no dijo nada, giró el rostro y miró para el otro lado de la calle. Cassie cabeceó y se marchó dejándolo solo. No soportaba verlo. 

El hombre fue consciente cuando la joven se había ido. Aunque quería convencerse que no había hecho nada grave, sabía interiormente que lo que había hecho estaba mal. Muy mal. No podía evitar sentirse culpable por ello. Caminó el sentido contrario, ya era hora de regresar a su piso. Su tía comprendería que su presencia estaba de más en la mansión Werrington.

...

Cassandra Werrington llegó a casa con el estómago encogido y un dolor de cabeza. No había nadie de su familia en el hogar. Respiró algo con tranquilidad pero la sensación se esfumó rápidamente. 




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