Desperté de madrugada y me cambié de ropa. Me puse un vestido rojo violeta, de gasa largo y abertura en el muslo, con mangas de capa que eran igual de largas que el vestido. Era uno de los vestidos que me regaló. Me hice mi moño trenzado y dejé la corona sobre mi lado de la cama antes de despertar a Derek que dormía muy cómodamente.
Después de media hora, conseguimos salir de la aldea. Ya que los niños se me acercaban con obsequios hechos por ellos, que claramente no iba a rechazar.
Nos pusimos en marcha. Era una mala idea ir con ese vestido por el bosque. Pero hoy era un día marcado en mi calendario.
Vi a Heiko y sonreí, vino trotando hacia mí y le di su zanahoria.
Me encogí de hombros y seguimos nuestro camino hasta que oí un rugido.
Este obedeció y yo me apresuré en trepar el árbol. Al llegar Derek venía detrás y se sentó en una rama a mi lado.
Un zorro apareció y se puso a olfatear el espacio.
Cuando se marchó me quedé en el árbol un poco más, mirando hacia el frente. Suspiré y bajé el árbol poco a poco. Cuando llegué al suelo el gruñido del zorro me alertó. Derek seguía bajando cuando grité:
El zorro corrió hacia mí y sus dientes me rozaron la piel, provocando una fina herida.
Me enfadé.
Me erguí sobre mí y fulminé al zorro antes de con un palo atusarle.
(Te maldigo en nombre de todos los seres a los que has aniquilado siendo estos inocentes de tus garras. Cualquier animal que te vea hará que tú fallezcas de inmediato.)
Musité señalándolo con un dedo. Luego pisé el suelo con furia y el animal salió despavorido.
Al girarme Derek me miraba preocupado. Tomó mi mano y miró la sangre que brotaba de mi brazo.
Abrió una maleta y sacó un trapo que vendó en mi brazo con cuidado y delicadeza.
Y sonreí. El pecho se me infló de tal manera que si pudiese volar lo haría sin pensarlo.
Derek sonrió y tomó mi mano para seguir andando.
En mitad de nuestra caminata Derek se agachó para coger algo del suelo y cuando se levantó tenía en la mano un ramito de primula acaulis.
Y no sé porqué pero asentí. A los dos minutos estaba sentada en el suelo con Derek detrás colocándome las flores en mi moño trenzado.
Cogí un espejo de la maleta y miré lo bien que había quedado.
Con el paso del rato, la noche cayó y nos quedamos bajo unos árboles. Heiko se tumbó y nosotros nos acurrucamos en su cuerpo.
La verdad que ayer me sorprendió que no insistiese al ver que no respondía.
Asintió y se dejó caer a mi lado.
Posó su mano en mis labios y sonrió.
Derek me abrazó y dejó un beso en mi mejilla.
Me cargó y me llevó hacia un lago y Heiko vino detrás de nosotros.
Me quitó las botas y me dejó con delicadeza sobre la hierba. Él hizo lo mismo y tomó mi mano.
Al entrar en el lago el frío me abrazo y pronto una mano de Derek estaba en mi cintura y la otra tomaba la mía. Derek me hizo girar sobre mis talones hasta quedar juntos otra vez.
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Editado: 20.09.2024