Martes 29 de abril del 2018.
Miro mi reflejo en el baño, tengo mis manos en el lavabo mientras todo mi cabello enmarañado cae hacia mi rostro.
—Ay Sandra, que nada más a ti se te ocurre andar de niñera —Susurro para mi misma y dejo caer la cabeza hacia el frente.
Kathia es… es totalmente lo opuesto a su hermano.
Pareciera que se ha tomado veinte tazas de café de un jalón, no se queda quieta y anda saltando en estos momentos en mi cama cantando canciones de Luis Miguel sin atinarle a ninguna palabra.
Que Dios me ayude.
He intentado marcarle a Noah todo el día pero solo me llego un mensaje diciendo que me lo había advertido… por primera vez deseé no haber sido tan cabezota. Ella me pidió pasar la noche aquí ayer y acepte sin problema porque no parecía una mala idea, la condenada se durmió a las ocho de la mañana y yo detrás de ella, hubiese sido cosa de nada para mí pero debía entregar ya el libro traducido así que solo pegue los ojos una hora y me puse a trabajar. Cuando por fin había enviado el trabajo terminado ya tenía a la Señorita despierta esperando el desayuno.
Kathia no me cae mal, al contrario creo que hasta podríamos ser buenas amigas el problema es que ya me acostumbre a vivir sola por tanto tiempo que tener a una joven con tanta energía junto a mi parecía consumirme por completo.
—¡Ahora puedes marchar! —Suelto una risa por lo bajo. Amo esa canción pero creo que puedo odiarla si ella sigue cantándola de esa forma.
Me lavo el rostro y cuando me estoy secando con una toalla escucho el timbre. Me apresuro a salir del baño, no veo a Kathia en mi habitación así que bajo las escaleras para verla frente a la puerta hablando con su hermano. Cuando llego al último escalón me detengo y cruzo los brazos mientras los observo a ambos, son tan parecidos y hermosos que siento que no encajo en la escena. El señor nieves se percata de mi presencia y Kathia voltea haciendo un puchero.
—Noah quiere que vaya junto a él a casa de mis padres —Ella suspira dramáticamente dando pasos hacia el sofá y se deja caer—, no estoy preparada para escuchar los regaños de mamá, Noah.
Eso me toca la vena sensible, tal vez ese comportamiento todavía tan aniñado se deba al tipo de infancia que tuvo. Me platico bastante sobre como fue su infancia, de paso eso me ayudo a entender un poco más a Noah.
Según Kathia sus padres siempre fueron así, cree que tal vez por eso terminaron juntos. Ella desde pequeña tenía una rutina que seguir, despertarse y tomar una ducha, luego ir junto a su madre quien se aseguraría de que estuviese completamente limpia y si no lo estaba Kathia tendría que volver a bañarse, me pareció algo demasiado alocado pero cuando vi que ella no reía me di cuenta de que no estaba bromeando.
No podía salir a jugar con otros niños, solo podía jugar con Noah lo cual para ella no era divertido porque a él no le gustaba jugar en el suelo o tocar los juguetes en sí… ella entendió que debido a sus padres él sería igual a ellos.
Cuando Kathia creció comenzó a revelarse con cosas tan insignificantes como jugar afuera en la arena o intentar ir a casa de sus amigas a jugar, cosas normales para cualquier niño pero que a ella le llevo a obtener más de un castigo.
—Era el infierno para un niño —Suspiró de forma pesada—, no odio a mis padres a pesar de todo eso siempre me dieron cariño solo que vivir en esa burbuja casi acabo conmigo… Cuando por fin fui libre me sentí tan feliz pero esa felicidad no es completa debido a Noah —Sus ojos se cristalizaron—, él no puede vivir una vida normal, ni siquiera tiene amigos ¡Oh! Te tiene a ti…
—Nuestra relación más bien seria de odio…
Ella da un salto de su sofá y me agarra ambas manos.
—Por favor Sandra, no lo dejes solo. Sé que puede ser un dolor de cabeza pero eres la primera persona de la cual me habla ¡Hasta dijo que ya habías entrado en su departamento! Por favor... sé que él no es tu responsabilidad pero me gustaría que siguieras ayudándolo.
Asentí y ella me dio un gran abrazo, cumplir con mi palabra no iba a ser difícil ya que desde un principio tenía planeado ayudar a Noah.
—Vamos Kathia, sabes que si no vas tú mamá vendrá a por ti y eso será peor —La voz de Noah me trae de vuelta al presente.
Ella suelta un bufido y asiente, se levanta del sofá y camina en mi dirección.
—Volveré mañana Sandra.
—Oh no hace falta… —Digo de forma apresurada.
Escucho la risa de Noah pero lo ignoro.
—Tranquila sé que me extrañaras y no pienso quedarme más de un día alla —Dice y pasa a mi lado subiendo por las escaleras— ¡Voy a recoger mis cosas!
Apenas la veo subir el último escalón voy en dirección al imbécil de la puerta pero él ya se está yendo como el cobarde que es.
—¡Oye! Te he llamado más diez veces hoy —Digo saliendo afuera, cuando lo veo parpadeo un par de veces porque verlo en un traje es un poco difícil cuando luce así de bien. Me aclaro la garganta y aparto la mirada—, ¿Se puede saber que estabas haciendo?
—Fui a ver a un psiquiatra.
Eso capta completamente mi atención, mi cabeza gira tan rápido que me lastimo el cuello y llevo una mano en mi cuello como acto reflejo.
—¿Qué?
—Ya sabía yo que oír toda esa música tan alta te iba afectar la audición —Bromea pero no le sigo el chiste y se cruza de brazos—. ¿por qué estás tan sorprendida? Tu misma sugeriste que debía ir.
Una parte de mi pecho da un brinco al oír aquello, una lenta sonrisa comienza a expandirse en mis labios y Noah me observa muy quieto en su lugar. Algo en su mirada me pone nerviosa pero solo me muerdo los labios para no avanzar en su dirección.
—¡Eso es grandioso, Noah! —Chillo emocionada—. ¿Cómo te fue? ¿Fue difícil? ¿Te trataron bien?... Oh dios ¿Estás bien? Digo no es fácil dar el primer paso…