No Mires Atrás

Tres semanas han pasado desde la última vez que visité a Tobías, las vacaciones han evitado que lo haga, ir a la escuela es la única manera que lo veo, pero ahora que he vuelto pasaré por su casa.

Quise hacerlo antes, pero no podía salir del infierno que es mi casa, mis padres viven peleándose, no tienen tiempo para sus hijos, y aunque suene irónico, tengo prohibido salir si no es a la escuela, tengo que hacerme cargo de mis hermanos.

Visitar a Tobías es como un desahogo, siempre me escucha y me da consejos, lo conocí por casualidad, al salir de la escuela y regresar a mi casa, tengo que caminar mucho, cosa que me da mucha flojera, así que para acortar el camino, quise pasar por una casa que parece abandonada, pero mi sorpresa fue tan grande al darme cuenta que sí tenía dueño y era Tobías, un hombre sombrío, pero cuando lo conoces, es todo lo contrario, es cálido y atento, aunque siempre mantiene esa apariencia de hombre serio de coraza dura.  

El timbre anuncia la hora de la salida, tomo mi mochila y me dirijo a mi casa, pero no sin antes pasar por la casa de Tobías y saludarlo, quizá pueda quedarme un rato para platicar. Al llegar a su casa por el jardín trasero, subo al árbol como siempre y poder entrar por la ventana del segundo piso que siempre deja abierta para que yo siga entrando.

Yo le he dicho que no es necesario que puedo tocar la puerta, pero él se niega, dice que le recuerda a esa forma inusual en que nos conocimos, cuando entré como si fuera una ladrona. Doy un pequeño salto del árbol al balcón de la ventana, todo parece extraño, como si él no estuviera, que lo dudo, casi nunca sale, es un hombre solitario.

Doy pasos con cautela, las luces del pasillo están apagadas, solo entra lo ilumina la luz del sol que ya comienza a ocultarse, hay hojas de papeles por doquier tirados en el suelo, hay una pequeña capa de polvo como si no hubieran limpiado, es aun más extraño, porque aunque es una casa antigua, y varios muebles con libros y objetos de colección, él es muy ordenado, tiene todo en posición. Siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, algo me dice que no está nada bien, logro entrar a la sala, los sillones y la pequeña mesa de centro están tirados, como si hubiera habido una pelea, sigo caminando hacia la habitación principal.

̶  Huye  ̶ es apenas un susurro, volteo hacia un lado, no veo nada. Mi corazón comiza a acelerarse. Vuelvo a voltear hacia atrás, sigo sin ver nada.

Comenzó a caminar de nuevo, llego a  la puerta de una de las habitaciones de invitados, la puerta está entre abierta, me detengo, mi corazón late más fuerte, mi respiración comienza a agitarse, necesito abrir esa puerta. No entiendo esa sensación, pero algo me pide abrirla y entrar.

̶  Corre  ̶ Es otra vez esa voz, pero no hay nadie.

Abro la puerta, pero todo está casi oscuro, apenas entra una pequeña luz por la abertura de la cortina, busco el interruptor de la luz, la encuentro y la enciendo. Hay más desorden en la habitación como en todo la casa, veo una mancha oscura en el piso. Camino hacia ella, nada me prepara para lo que veo, mi cuerpo se paraliza, siento que el alma me abandona, tiemblo y grito de horror, es un cuerpo decapitado, la cabeza no la veo,  la piel está ennegrecida, se nota que tiene semanas de evolución cadavérica. No puedo moverme. Escucho ruidos fuera de la habitación, giro mi cabeza hacia la puerta, sigo sin ver nada, cuando regreso, veo como el cuerpo se levanta.

¡Imposible!

Estoy petrificada, no puedo creer lo que veo, debo estar soñando, siento como si mi corazón quisiera salirse de mi pecho, tiemblo, mis rodillas van a fallarme.

̶ No tengas miedo  ̶  ¡Qué no tenga miedo! ¡¿Qué clase de broma es esta?!  ̶  Debes salir de aquí, no puedo seguir protegiéndote.

¿Cómo es posible que lo pueda escuchar, si no tiene cabeza?

̶  ¿Quién eres? ̶  pregunto como si me pudiera escuchar o responder.

̶  Soy Tobías, lo que ves, es mi cuerpo, solo que ya no estoy vivo, me encontraron y pudieron conmigo.

̶ ¿Quiénes? ̶  no puedo creer que esté preguntando esto.

̶ Son demonios, estuve oculto por mucho tiempo, hasta que me ubicaron, solo que no me he ido, porque tenía que despedirme.

̶ ¿Qué eres? ̶ pregunto con un poco de temor a su repuesta.

̶ Un guardián,  tu nos conoces como ángeles, tenía que proteger esto ̶  me muestra una gema blanca  ̶  pero ya no puedo, necesito que la cuides hasta que pueda regresar.

̶ ¿Qué? ¿Cómo? ̶  no entiendo nada.

̶ Necesito que la tengas a salvo, yo regresaré cuando puede tener un cuerpo nuevo, mientras tanto te pido que la cuides  ̶ dice rápido, escucho golpes más cerca. ̶  ¡Tienes que irte ya! No mires atrás, yo los detendré mientras sales.

̶ Pero…̶  no puedo decir más, él me interrumpe.

̶ ¡Huye, corre, ya! ̶ Doy un pequeño salto y me estremezco, sigo escuchado golpes, pero ahora se escucha una voz aterradora.

̶ ¡Dame la gema o terminará tu existencia!

Corro por el pasillo y bajo por las escaleras. No miro atrás, no me atrevo a pesar de todo, sigo asustada, con el corazón a mil, salgo por la puerta principal, llego a la calle y sigo corriendo.

̶ Confío en ti, eres más valiente de lo que crees, Evangeline ̶. Escucho su voz en mi cabeza.

Sigo corriendo y el estruendo de una explosión me hace detener, solo para ver como la casa de Tobías arde en llamas, no puedo evitarlo, lloro, mis lágrimas no dejan de brotar.



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En el texto hay: terror

Editado: 14.10.2020

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