Brad llevaba varios minutos con la cabeza pegada contra el volante. El auto seguía estacionado en la casa de sus padres, pues estaba intentando asimilar lo que acababa de pasar. ¿Qué andaba mal en el universo? ¿En qué momento aquella farsa se le había escapado de las manos?
—Es increíble como de un minuto a otro pasaste de ser mí novia a ser mi prometida —dijo Brad consternado, sin levantar la cabeza.
Esas fueron las primeras palabras de Brad durante el tiempo que llevaba dentro del auto.
—Tu dijiste las novias vienen y van. Supongo que pasa lo mismo con las prometidas ¿no? —dijo Amy, tratando de disminuir la tensión que los rodeaba.
Él levantó la mirada. Sus ojos se quedaron en ella, con el ceño fruncido.
—No debiste haber bajado del auto.
—¿Me estás culpando? —preguntó indignada, llevándose una mano al pecho.
—Solo tenías que esperarme diez minutos.
—Sabes qué, no discutiré más contigo. Tú lo que quieres es echarme la culpa por algo que tú iniciaste. ¿Para qué tenías que mencionar lo de estar comprometidos para casarnos?
—Mi papá creyó que estábamos comprometidos cuando te escuchó a ti, porque dijiste tu tonto comentario como si estuvieras en un estadio. Para mi desgracia no notó el sarcasmo con que lo dijiste.
—¿Ves? No es mi culpa.
—¿Por qué no lo negaste? ¿Por lo menos recuerdas lo que le respondiste? Porque yo no te entendí. Acabaste parloteando y luego te pusiste en blanco.
—¿Y por qué no respondiste tú en lugar de haberte quedado allí como Groot?
Un signo de interrogación se dibujó en su rostro.
—¿Groot? ¿Quién es Groot?
—Groot. El guerrero de madera. —Brad seguía sin comprender y ella tuvo que ser más clara—: Guardianes de la galaxia.
Las cejas de Brad dibujaron un arco. Ahora sabía de quién hablaba.
—¿Qué tiene que ver?
—Te quedaste allí como un tronco de madera. — Amy comenzó a imitar la voz que Vin Diesel usó para darle vida a Groot—. Yo soy Brad.
—Yo no dije eso con esa ridícula voz.
—No dijiste nada.
—No lo hice porque mi papá hablaba contigo. ¿Querías que respondiera por ti?
—Ay no. Ya no puedo contigo.
Brad puso los ojos en blanco. Luego metió la palanca de cambios en reversa y miró por encima del hombro mientras se retiraba de la entrada de la casa.
Luego ella preguntó con cautela:
—¿Pasarás por mí mañana?
Él la miró algo confundido tras enderezar el volante para llegar a la carretera.
—¿Ahora si quieres que vaya por ti? —Cuando Amy abrió los labios para retirar lo dicho, Brad dijo sin nada de entusiasmo—: Está bien.
Brad llevó a Amy a su casa y luego regresó donde sus padres para terminar una conversación que tenían pendiente.
***
Eran las siete de la mañana del siguiente día, una hora demasiado temprana para quejas y peleas. Brad pasó por Amy a su casa como habían quedado. Minutos más tardes caminaban a través de la zona de estacionamiento hacia la puerta de entrada de la universidad.
—¿No crees que es un poco exagerado lo de las muletas? —comenzó Amy.
—¿Y qué querías? ¿Que te llevara en el lomo a cada una de tus clases también? Ni sueñes. Ya pasé por ti temprano, llevo tus libros y hasta tu cartera. No pidas más —dijo Brad irritado.
—Si todos me ven con estas muletas y esta rodillera van a pensar que sufrí un terrible accidente. No quiero dar lastima.
—No lo creo. Apenas notaran que existes —dijo él despreocupado y ella suspiró desalentada. Luego cambió radicalmente de tema—. Ayer en la tarde… hablé con mis papás y en verdad creen que lo del compromiso es real.
—¿Y no lo desmentiste?
—No. No pude. Hacían miles de preguntas casi al mismo tiempo y me tenían agobiado.
—¿Y qué les dijiste?
—Nada. Solo me fui con una excusa.
—Si quieres hundirte con todo este teatro, húndete tú solo.
Repentinamente, la voz de Brad se volvió más suave y tierna.
—Cariño, ¿segura que estás bien? Porque para mí no sería molestia llevarte en brazos hasta tu salón.
Amy notó que Brad había mirado apenas una décima de segundo por encima de su hombro. No le dio tiempo de ver quién había provocado ese repentino ataque de ternura y caballerosidad hasta que escuchó la voz de Sharon detrás de ella, desprendiendo falsedad.
—Amy. ¿Qué te ha pasado?
Ahí estaba, vestida con una blusa de manga larga blanca y de cuello alto, acompañada con un pantalón de cuero negro. Su cabello rubio lo llevaba suelto luciendo sus rizos perfectos. Ojos castaños, prominentes pómulos y una piel inmaculada, todo eso le hizo preguntarse a Amy… ¿en qué rayos estaba pensando Brad cuando decidió darle celos a Sharon con ella? La chica era realmente despampanante.
Amy no tenía complejos con su físico; sus inseguridades eran otras. Sin embargo, le parecía ridículo que alguien se estuviera creyendo semejante farsa siendo ella todo lo contrario a Sharon. Además tenía una actitud que provocaba que cualquier hombre saliera huyendo y eso no era un secreto para nadie, pero ese era el punto. No quería a ningún hombre en su vida.
Bueno, excepto a uno.
—Tropecé —respondió Amy tras volverse.
—Qué triste. —Sharon posó una mano en el hombro de Brad—. Y supongo que mi querido Brad te debe estar cuidando y consintiendo mucho.
—No te imaginas cuánto. —Amy intentó parecer maravillada.
Un gesto amargo se coló en el rostro de Sharon dejándola en evidencia.
—Pues… espero que te mejores —dicho eso, deslizó suavemente los dedos por la espalda de Brad con la intensión de provocar a Amy—. No estamos viendo Brad.
—Sí, ajá —dijo él con tono seco, ignorándola. Luego le hizo una señal a un muchacho que iba entrando—. Hey. ¿Me echas una mano?
—Claro —respondió el recién llegado.
Brad tomó las muletas que Amy llevaba y se las pasó al joven. También le entregó los libros que él tenía en su mano. Lo siguiente que hizo fue tomarla en brazos, asegurándose de sostener la parte de atrás de su falda y así mantenerla cubierta.