Chloe observaba minuciosamente una lista que Amy tenía anotada en su libreta de cuero. La lista no era más que un montón de cuentas por pagar.
Cuando alzó la vista, sus ojos se ajustaron a los de su amiga evaluando su rostro con preocupación.
—Amy, encontraremos una solución —dijo Chloe, con los brazos cruzados por encima de la mesa. Estaban reunidas en uno de los cafetines ubicados en el patio de la universidad.
—Tenía todas mis esperanzas puestas en este préstamo y ahora…no sé qué voy hacer Chloe —la voz de Amy sonaba entrecortada.
—Yo puedo ir al banco y solicitarlo.
—Hace poco te aprobaron un préstamo. Sabes que no te darán otro en tan poco tiempo.
—Tal vez Jake puede…
—Tu novio me ha ayudado mucho. No quiero molestarlo más —la interrumpió Amy.
—¿Y por qué no hablas con Lucas? Él jamás se negaría a ayudarte —seguía proponiendo Chloe.
—Lo sé, pero… él ha hecho demasiado y… tengo que hallar ese dinero por mí misma. No puedo seguir dependiendo de todo el mundo. No sé cómo, pero debo hacer lo que sea para conseguirlo.
La mirada preocupada de Amy recorrió el patio de la universidad. De pronto, se apresuró a tomar la chaqueta que descansaba sobre la mesa ignorando la penetrante mirada de Brad quien la había registrado a unos metros. Se movió rápidamente, rodeando la mesa, para así estar lejos de su alcance.
Era comprensible que Amy quisiera evitarlo después de la conversación poco agradable que habían tenido el día anterior en el baño de la casa de los padres de Brad. Pero, al parecer, él estaba decidido a acorralarla durante el día, así ella se escabullera para ocultarse hasta por debajo de las piedras.
—Culpa a la discapacidad que tengo para mentir —dijo Amy un tanto nerviosa, después de ver a Brad llegar al baño como un tornado.
Lo primero que él hizo luego de permanecer unos segundos en silencio fue dar un paso frente a ella para mirarla a los ojos con una expresión severa.
—¿Puedes explicarme qué fue lo que hiciste?
—Yo intenté decir una mentira que pudiera convencer a tu mamá y a tu hermana y…
—¿En serio? —dijo él con ironía.
—Qué iba a imaginarme yo que tu mamá era psicóloga. Pudiste habérmelo dicho. Comenzó a hablarme de cómo superar mis inseguridades y de cómo vivir una vida plena a pesar de los miedos, y yo…no supe qué más hacer. Reconozco, ella es una mujer persuasiva y fácilmente logró envolverme para seguir adelante con el compromiso. Y lo de colocar la fecha para la boda fue idea suya. Creo que tu familia se quiere deshacer de ti lo antes posible.
Brad estaba demasiado furioso para responder a la broma.
—Cuando ella estableció la fecha…¿tú qué hiciste?
—Creo que… sonreí.
—¿Sonreíste? ¡¿Sonreíste?! Todo lo hiciste a propósito ¿verdad? Provocaste todo este enredo para que mis padres terminen repudiándome por mentiroso. ¿Cuál es la siguiente fase de tu plan, arpía? —La voz de Brad estaba cargada de ira pero apenas se elevaba a un susurro, pues no quería que su familia escuchara ni una palabra de la discusión que mantenía con Amy en el cuarto de baño.
—Por los vientos que soplan supongo que será terminar casándonos.
Amy se arrepintió de haber soltado su bromita cuando vio que el rostro de Brad comenzaba a tomar un tono rojo brillante, la vena en su cuello empezaba a abultarse y los nudillos a verse blancos por cerrar los puños.
—Amy…—la voz de Brad tenía un escalofriante tono de advertencia—. ¿En verdad eso es lo que quieres?
La indiferencia de Amy se esfumó tras escuchar aquel tono, cambiándole la cara al instante a una expresión de espeluznante preocupación. El asunto era que si con eso quería fastidiar a Brad, ella iba a acabar fastidiándose a sí misma.
—Yo…no. No. Definitivamente no.
—Sesenta y un días faltan. Tú y yo. Unidos en matrimonio. ¿Te gusta eso?
—No —respondió ella de inmediato.
Las manos de Brad alcanzaron sus hombros obligándola a mirar la chispa diabólica que había en sus ojos.
—Tú acaba con toda la farsa del compromiso y prometo no hacer de tu vida un infierno. ¿Si entiendes? Ah, y otra cosa… No intentes escapar de mi como lo acabas de hacer porque te encontraré así sea por debajo de la tierra. ¿Quedó claro?
—Amy. ¿A dónde vas con tanta prisa? —quiso saber Chloe.
Chloe siguió la mirada de Amy y su frente se arrugó al percibir el desdén con el que ella veía a Brad mientras éste se acercaba al cafetín.
—No estoy de humor para hablar con él —le respondió la pelirroja antes de marcharse.
—Oh, Amy. ¿Por qué eres así? —dijo Brad, hablando consigo mismo mientras veía a Amy desaparecer hacia el edificio. Después con un leve movimiento de la cabeza se dirigió a Chloe—. ¿Por qué ella es así?
Bradley James apareció con su metro ochenta y siete capaz de engañar a cualquiera con sus cautivadores ojos negros que iban a juego con su cabello, su barba muy bien cuidada y aquella sonrisa deslumbrante que solo pocas podían disfrutar.
Chloe era una de las engañadas.
—¿Discutieron de nuevo? —inquirió Chloe mientras lo veía tomar asiento en el puesto que Amy acababa de dejar libre.
—Mi Amy es una cosita muy especial. Se enoja fácilmente conmigo por cualquier cosa. Cuando se pone con esa actitud me parece tan… adorable.
«…detestable, insufrible, insoportable, desagradable. Un constante dolor de cabeza»
La mente de Brad tecleaba un adjetivo tras otro pero se interrumpió para centrar el pensamiento.
—Te gusta mucho ¿no?
—¿Es tan obvio?
—Sí. Eres muy dulce con ella. Eso se nota.
«¿Se nota? ¿En serio? No cabe duda, soy un buen actor», pensó Brad.