Sorpresa, perplejidad, extrañeza, incertidumbre, incredulidad fue lo que Brad registró en el rostro de sus cinco amigos cuando le soltó sin preámbulos la gran noticia la mañana de ese lunes mientras desayunaban en el cafetín luego de la primera hora de clases.
—¿Qué es lo que has dicho?
—¿En serio te vas a casar? —preguntó Daniel inmediatamente después de Austin.
—¿En menos de dos meses? ¿Por qué el apuro? —inquirió Charlotte.
—Nos mentiste el viernes. La pelirroja si está embarazada.
Brad movió la cabeza negando la conclusión a la que seguía llegando Austin y tal vez el resto del grupo.
—Danos una razón. ¿Por qué te casas? —exigió Candace, frunciendo el ceño.
Brad se encogió de hombros, tomándose su tiempo para así crear expectación.
—Me enamoré.
Los chicos lo miraban con una expresión extraña, como si no terminaran de convencerse por completo. Estudiaron la expresión de su cara unos segundos más, tratando de encontrar alguna pista sobre lo que estaba sucediendo en realidad.
—¿Por qué les extraña?
—Patrañas —soltó Megan, quien hasta ahora no se había pronunciado.
—Patrañas —dijo el resto del grupo al unísono.
—Oigan muchachos, no voy a jugar a este juego con ustedes. Me enamoré de Amy y esa es la única razón por la que he decidido casarme con ella.
—¿Y qué con todo eso de que la estabas usando para darle celos a Sharon? —quiso saber Charlotte.
—Eso fue al principio. Ahora las cosas son distintas.
—¿Y ya olvidaste a Sharon así como así? —preguntó Megan.
Los hombros de Brad se elevaron y bajaron cuando se encogió de hombros.
—Sí.
—Como sea. Yo solo espero que no nos estés viendo la cara —expresó Austin con un cierto matiz de advertencia en su voz.
—¿Qué ganaría yo con inventar todo esto?
—Primito, no te conocemos de hace unos días y sabemos perfectamente que la idea del matrimonio te produce escalofríos, pánico. Ahora hablas de ese tema tan tranquilo como si te hubiesen hecho un muy buen lavado de cerebro. Hasta me da miedo —dijo Charlotte, estremeciéndose luego.
—Aunque no lo crean… con Sharon…me planteé la idea del matrimonio. Creí que… —Brad notó que se estaba poniendo nostálgico. No esperaba sentirse extrañamente afectado por una ruptura que llevaba meses. Realmente había considerado formar en un futuro una familia con Sharon, pero eso ya no podía ser posible porque su orgullo estaba por encima de sus sentimientos. Decidió enmascarar el dolor para no quedar en evidencia con sus amigos—. Eso ya no importa. No pensé que me pasaría esto con Amy y que me haría pensar en el matrimonio nuevamente y ya ven… me caso.
—¿Y tu libertad qué? —preguntó Austin.
—Me gusta divertirme, las fiestas… Pero es hora de sentar cabeza y… Amy es la chica correcta para mí.
—Pareciera que tú también estás tratando de convencerte de eso. Si no estás seguro, es mejor que no tomes ese paso —sugirió Daniel.
—¿De qué hablas? Estoy convencido.
—De acuerdo, lo que digas —dijo Daniel, dejando de cuestionarlo.
***
La mañana estaba llegando a su final, solo faltaba una clase más para Amy y Chloe, y así podrían irse.
—Este fin de semana pude cancelar el alquiler de la casa, los servicios y lo más importante, los gastos de mi mamá. Y todo gracias a ti amiga. Eres grande —dijo Amy, mientras subía las escaleras—. Pero aún no me has dicho quién te prestó el dinero.
Chloe hizo una mueca de indiferencia.
—Eso no importa ahora —dijo Chloe cuando iban entrando al pasillo que estaba abarrotado de gente.
—¿Por qué no me lo dices y ya? —A Amy ya le estaba pareciendo un poco extraña la actitud de Chloe. Llevaba la mañana entera protegiendo el secreto.
—Es que no debes preocuparte por eso.
—Chloe… ¿quién te prestó el dinero?
—¿Por qué insistes tanto? Yo me encargaré de pagarlo.
—Por supuesto que no. Yo lo haré. Pero antes debo saber a quién debo pagárselo.
—Yo no… puedo decírtelo.
—¿Por qué no?
—Porque me pidieron no hacerlo.
—¿Quién?
—No me hagas esto Amy. Prometí no decírtelo.
—¿Fue Jake? ¿Lucas? ¿Quién? —Chloe la miró acorralada pero estaba reacia a contestar—. ¿Quién lo hizo? —siguió presionando Amy.
—Ah…
—¿Quién?
—Brad —respondió finalmente.
Amy se sintió súbitamente débil y las piernas estaban comenzando a fallarles. Tuvo que sostenerse de la mano de Chloe cuando sintió que se mareaba.
—¿Brad? —casi no podía articular su nombre.
—Sí. Y se supone que no deberías saberlo. No le vayas a mencionar nada.
—¿Por qué lo aceptaste?
—Porque lo necesitabas.
—No debiste haber recibido nada de él.
—Él estaba interesado en saber qué era lo que tenías y… yo se lo conté. Perdóname.
—¿Le dijiste para qué era?
—No. Solo le dije que tenías algunas dificultades económicas y él no dudó en ayudarte. Tan pronto lo supo me transfirió el dinero a mi cuenta allí mismo y… bueno…
Amy arrastró una mano por su cara con preocupación.
—Esto no me puede estar pasando.
—Amy, actúas como si estuvieras en pánico.
—No debiste haberle contado nada. A la última persona a la que le pediría ayuda sería a él.
—No deberías tener secretos con él si pronto se van a casar.
Otra bomba que reventaba en su cara.
Una sensación de miedo y desespero se instaló en la boca de su estómago haciéndose cada vez más intensa.
—¿Q-Qué dices? —preguntó Amy, con una molesta sensación en la garganta.
Chloe se cruzó de brazos, pasando de estar serena a molesta.
—Lo que escuchaste. Ahora soy yo la que estoy enfadada contigo. ¿Cuándo pensabas decirme que te ibas a casar con Brad?
—¿Quién te dijo eso?
—Lo escuché esta mañana. Sus amigas hablaban de eso en el pasillo con sus compañeros y Brad estaba allí confirmándolo.