Ella lo veía como un simple aro en su dedo y él lo contemplaba como la joya más espectacular que hubiera visto. Y en realidad lo era, el anillo de compromiso que Amy llevaba en su dedo estaba en el rango de las joyas más costosas que él pudo haber adquirido.
—Es demasiado extravagante.
—¿Ves el detalle con el que fue elaborado ese anillo? ¿Ves el tamaño del diamante? ¿Te podrías tan solo imaginar en cuanto podría estar valorado? —Amy se encogió de hombros sin poder hallar una respuesta—. ¿Y tú solo dices que es demasiado extravagante? ¿Qué chica no estaría contenta de tener por un minuto en su dedo un anillo como ese?
Amy alzó la mano.
—Yo.
—De acuerdo, es extravagante. ¿Qué más te molesta de él?
—No es que me moleste, sino que es algo que yo no usaría. Quien en verdad me conoce sabría que me gustaría llevar algo menos… llamativo.
Brad se encogió de hombros con indiferencia.
—Para lo que me importa eso. Tú y yo no nos vamos a casar realmente. Lo que quiero es que todos noten lo generoso y comprometido que estoy contigo cuando vean esa enorme roca en tu mano.
—Espero no perder un dedo cuando vaya en el bus con este generoso regalo. —Amy comenzó a observar detalladamente el anillo—. A más de un pillo en la calle le debe gustar también esta clase de extravagancias.
Él sacudió la cabeza con una mirada de asombro en su cara.
—De ninguna manera vas a llevar ese anillo puesto en el bus. Debes ser muy cuidadosa porque en unas semanas lo pretendo devolver. Quizás ahora no sientas mucho apego hacia ese anillo, pero con el pasar de los días quizás te termines enamorando. Así que te recomiendo que no te hagas muchas ilusiones con él, porque no será tuyo ni ahora ni nunca.
—No sé por qué te molestas en hablar tanto. Eso ya lo tenía claro desde el principio.
—No está de más recordártelo.
***
Las siguientes semanas previas a la boda fueron bastante ajetreadas. Decir que Sharon echó chispas cuando vio a Amy llevando un costoso anillo de compromiso en su dedo sería una gran mentira. Más bien estaba como si hubiera estallado una olla de presión.
Por los momentos, y de acuerdo con el plan, la ceremonia solo sería por el civil y eso se lo hizo saber Brad a sus padres, con la promesa de que la supuesta boda eclesiástica sería más adelante.
La madre de Brad junto a Maddie, Candace y Charlotte se encargarían de todos los detalles de la boda, liberando totalmente a Amy de asumir algún tipo de responsabilidad que la cargara más. Muchas responsabilidades tenía con la universidad y con su nuevo trabajo como para estar jugando a la planificadora de bodas.
La lista de invitados oscilaba entre las cincuenta y sesenta personas, de las cuales la única invitada de Amy sería su amiga Chloe. Amy sólo tenía a su madre, pero según ella no asistiría a la boda porque estaba fuera del país y penosamente su padre tampoco asistiría porque había muerto cuando ella apenas tenía ocho años.
Lo que más se le estaba dificultando a Amy era engañar a la familia de Brad, sobre todo a Michelle, que era muy amable y cariñosa con ella, además de que trabajaba con dedicación y amor para que nada fuera a salir mal el “día más importante” en la vida su hijo. Todo aquello era como una burla para esa familia y Brad no parecía importarle haberlos involucrado en su juego de mentiras.
Todo iba marchando perfectamente bien, a excepción de algunos detalles que estaban comenzando a variar en el camino. Como por ejemplo, uno que se presentó cinco días antes de la boda.
—Oye, tú. ¿Cuándo se supone que voy a ver a tus papás para hablarle de toda esa tontería del postgrado? —quiso saber Amy, luego de llamar la atención de Brad en el pasillo de la universidad tocándole el hombro.
—Oh, amada. Mis ojos se maravillan de verte.
—Brad —se impacientó ella.
—Está bien, ya no te preocupes por eso. Mi abuela Rose enfermó de gravedad este fin de semana y mis papás tuvieron que viajar para verla —dijo un poco afligido—. Por como está la situación seguramente tendremos que cancelar la boda sin necesidad de que tengas que decir otra mentira.
—¿Y qué pasará después?
—Después iremos viendo.
Ese día Brad estaba demasiado relajado, creyendo que tenía el control de la situación, pero por cosas de la vida y ya faltando un par de días para la boda…
—Amy, Amy, Amy —hablaba Brad bajito, cuando dio con ella en la biblioteca—. Estamos en problemas.
—¿Estamos? —Alzó ella las cejas—. ¿A qué te refieres con que «estamos en problemas»?
—Si me toca agarrar una piedra, amarrarla a una soga y darle vueltas en mi cuello para lanzarme a un precipicio, te aseguro que voy a tomar tu mano para que caigas conmigo.
—¿Y qué ganarás con todo eso?
—No moriré en esto solo. Así que tú y yo, lo dos, estamos en problemas.
—¿Y ahora qué? ¿Por qué no terminas de hablar?
—La abuela Rose…
—No me digas que… —Amy colocó una mano en su pecho, comenzando a pensar lo peor.
—Aún sigue grave.
Amy esperó para que continuara de hablar pero no dijo nada más.
—Continúa.
Él la miró y los músculos de su garganta trabajaron para tragar grueso.
—La abuela Rose es la mamá de mi mamá…¿ya te lo había dicho?
—No —Amy lo miró fastidiada de que no estuviera yendo rápidamente al punto.
—Bueno, a mi mamá le están colgando unas ojeras terribles de los ojos y no ha tenido una buena semana. Se la ha pasado cuidando a la abuela en el hospital y ha dormido poco. Aun así no ha dejado de estar pendiente de los preparativos de la boda. Esta mañana llegó a la ciudad y habló conmigo al respecto. Pensé que me iba a pedir que canceláramos la boda, pero sucedió todo lo contrario. Quiere que nos casemos el sábado.
—¡¿Qué?! —Aquello se escuchó demasiado fuerte dentro de ese tranquilo lugar, lo que inevitablemente provocó que todos los que allí estaban voltearan a mirar hacia su mesa para mandarla a callar.