No hubo un lamento, ni una queja. Solo sacudió la cabeza con expresión dudosa.
Amy rozó su hombro cuando pasó por su lado, luego se alejó corriendo escaleras arriba. Brad la siguió en silencio hasta que la vio entrar a la habitación donde ella se había arreglado durante la mañana. Una vez dentro, se dispuso a recoger sus cosas mientras él simplemente se limitaba a observarla, sentado al borde de la cama.
Cuando ya tenía su ropa y su bolso, caminó fuera de la habitación, y fue en ese momento en que Brad le pareció oportuno hablar.
—Sería bastante triste que tu mamita se enterara de que su hijita perfecta se casó y no se molestó en decirle nada.
En tres segundos Amy estaba de vuelta en la habitación atravesándolo con la mirada.
—También sería triste que tu papito se enterara de que todo lo que dijo Sharon es cierto y que además lo hiciste para que cambiaran de opinión con respecto a su decisión de dejarte encargado de la compañía —contraatacó ella. Pero eso no lo inmutó.
—Sí. Hoy sería un día muy triste si hiciéramos eso. Pero para qué molestarlos.
—¿Quién te dio el derecho de hacer lo que te dé la gana con la vida de los demás?
—Nadie. No creo tener ese derecho. En lugar de estar atacándonos el uno al otro deberíamos estar haciendo las maletas para irnos a disfrutar nuestro viaje de dos días a la playa.
—No voy a ir a ningún viaje y menos a solas contigo.
—¿Respuesta definitiva? Y lo pregunto porque es evidente que te tiemblan los huesos de miedo de que tu mami se entere de todo. —Ese tonito de burla con el que Brad le hablaba estaba provocando que Amy echara humo por las orejas—. Si esa es tu respuesta final… entonces que la bomba estalle, que nuestros padres se enteren y que se decepcionen de nosotros.
—Eres un ser egoísta y despreciable.
—Eso ya lo sabías ¿no?
Amy levantó la mano para abofetearlo, pero Brad consiguió detener su muñeca a tiempo antes de que fuera a dar en su cara.
—Oye, será mejor que te calmes. —Brad la sostenía ahora por ambas muñecas—. No quiero tener que estar dando explicaciones a los invitados de por qué tengo tus dedos marcados en mi cara.
—No veo la necesidad de tener que hacer este viaje juntos.
—Ni yo. Pero mis padres quisieron hacernos este regalo. Además, el viejo me tiene el ojo encima por todas las idioteces que soltó Sharon hace rato. Si uno o ambos dejamos de ir a ese viaje, Dominique lo va a saber, estoy seguro. Y va a comenzar a sospechar.
—¿Puedes soltarme? —pidió ella en un tono que podría decirse “amable”.
Su agarre empezó a aflojarse hasta que los dedos se desenvolvieron de sus muñecas.
—¿Qué decides ahora?
Los ojos de Amy estaban fijos en él, con el ceño fruncido.
—¿Tengo otra opción?
—No —respondió él frío e indiferente.
Amy suspiró exageradamente y apretó los dientes con impotencia.
Varias horas más tarde, la celebración fue terminando. Los invitados se fueron marchando poco a poco agradecidos por haberlos hecho parte de su unión.
Michelle, la madre de Brad, no se acercó ni por un segundo a felicitar ni a intercambiar una palabra con los recién casados. Lo que hacía suponer que había creído por completo la historia de Sharon.
—Mamá, ¿qué pasa? Prácticamente me has estado evadiendo durante la tarde.
Brad no podía soporta más el ambiente cargado de tensión que había entre él y su madre. Las pocas veces que se cruzaron después de la ceremonia, Brad casi pudo palpar esa extraña tensión.
—Me has decepcionado —respondió ella con tristeza. Luego miró a Amy a la distancia—. Ambos me han decepcionado.
Brad siguió la mirada de su madre.
—¿Creíste todo lo que dijo Sharon? —Brad miraba nuevamente a Michelle.
—Muchas cosas que dijo tenían sentido para mí.
—Pero no son ciertas. Ella me abandonó por otro hombre y pretendía que me quedara solo, lamentándome y extrañándola. Y por eso se enfureció. Cuando conocí a Amy supe que era la chica que necesitaba (para hacer pagar a Sharon por su engaño) en mi vida. —Brad dirigió nuevamente la mirada hacia Amy, quien para ese momento hablaba con Chloe—. No sabes cuánto he luchado (a punta de amenazas y manipulaciones) para que esa chica y yo estemos juntos (y así engañarlos a todos). Si has creído algo tan absurdo es porque no has vuelto a confiar en mí.
Amy avanzó lentamente hacia ellos sonriéndole tímidamente a Michelle.
—¿Me prometes que es cierto lo que dices?
Brad vaciló por un momento.
—Es cierto.
Michelle cerró sus brazos alrededor de él, envolviéndolo en un abrazo. Ese momento le pareció a Amy muy emotivo.
—Ven cariño. —Michelle movió la mano invitando a Amy a unirse al abrazo. La pelirroja respondió a la invitación—. Felicidades a ambos. Espero en verdad que sean muy felices.