(no) Puede Ser Amor

Capítulo 31

—Ni lo sueñes Bradley. No lo voy hacer.

—¿Bradley? —Él frunció las cejas, interrogante, mientras esperaba el cambio de luz del semáforo.

—¿No es acaso ese tu nombre?

—Sí, pero no te había escuchado llamarme así antes. Tú siempre me dices Brad. Y por cierto, los únicos que deberían llamarme así son mis amigos y familiares, y tú no eres lo uno ni lo otro. Solo eres una confianzuda.

—Tú mismo te presentaste delante de mí como Brad —le recordó Amy.

—Porque en mi inocencia pensé que podíamos ser amigos, pero como verás me equivoqué.

—Bueno te llamaré Bradley de ahora en adelante, pero va a sonar raro delante de tus amigos. —El semáforo se puso en verde y Brad aceleró—. Ahora, como iba diciendo… mi respuesta es NO.

—¿Te he pedido algo acaso para que me estés diciendo que no lo vas hacer?

—No tienes que pedirlo. En todo lo que llevamos de camino no has dejado de mirarme como si quisieras decirme algo. Y antes de que lo pidas yo me adelanto y te digo que NO.

—Amy…

—No Brad. Resuélvelo tú solo.

—¿No habías quedado en llamarme Bradley de ahora en adelante? —Cuando Brad movió la cabeza para verla, ella lo miraba fijamente con ojos entornados, así que no le quedó de otra que regresar la mirada al frente,  justamente para doblar una esquina—. Ella va a mudarse al mismo edificio —continuó él, luego de una pausa.

—Sí, ya lo sé. Yo estaba allí contigo hace unos minutos, ¿lo recuerdas? —dijo Amy mirándolo con frialdad.

—Si Charlotte se entera de que no vivimos juntos se dará cuenta de que nuestro matrimonio es una mentira y todos lo sabrán.

—Pídele que guarde el secreto.

Brad volteó a mirarla con los ojos estrechos.

—¿A Charlotte? Ella no podrá guardar un secreto así por cinco segundos. Saldrá a decírselo al resto de los muchachos.

—Ellos son tus amigos. Si les dices por qué lo hiciste seguro de entenderán.

—No lo van hacer. Es demasiado tarde. Sólo pensarán que me estuve burlando de ellos todo este tiempo. Nunca antes les había dicho una tamaña mentira como esta. Y no solo son ellos, también está mi papá que no cree en mí y que sólo piensa que soy un bueno para nada.

Amy desvió la mirada hacia la ventanilla.

—Yo también pienso lo mismo —murmuró ella.

—Te escuché. Y me importa un rábano tu opinión, sabes.

—Yo solo decía —dijo ella encogiéndose de hombros.

—¿Podrías dejar de ser tan pesada y ayudarme?

Brad disminuyó la marcha para detenerse.

—No podemos tolerarnos por más de diez minutos. ¿Cómo pretendes que vivamos juntos?

—Yo creo que son menos de diez minutos, pero eso no viene al caso. Nuestro problema es de comunicación, así que si no hablamos mientras estemos conviviendo estaremos bien.

—Ah, entonces…¿nos escribiremos notitas o hablaremos en lenguaje de señas? —dijo ella goteando sarcasmo.

—¿Ves? Hay formas de convivir. Es cuestión de intentarlo

—Sí, claro — dijo Amy, negando con la cabeza mientras descendía del auto para pasar por su casa antes de llegar al trabajo.

Se apresuró a cruzar la calle al ver que un vehículo se aproximaba y luego subió la acera. Estaba a pocos metros de su casa y mientras caminaba abrió su bolso para sacar las llaves. Cuando se disponía a abrir la puerta sintió a alguien caminando detrás de ella.

—¿Brad? ¿Qué haces? —La mirada de Amy pasaba de un lado a otro entre él y la puerta de su casa—. ¿Por qué me sigues?

—Sólo será por un corto tiempo y…—comenzaba Brad a decir mientras colocaba una mano en su pecho y alzaba la otra—…te prometo que me portaré bien.

Amy apartó la mirada de la puerta con los ojos llenos de preocupación antes de tomarlo por el brazo obligándolo a cruzar la calle con la intención de alejarlo lo más posible de su casa.

—Hey. ¿Para dónde vamos?

—He hecho todo lo que me has pedido y siempre quieres más y más —la voz de Amy se quebró y lágrimas picaban sus ojos—. Por favor no se lo vayas a decir.

—¿Qué? —Brad lucía confundido.

Amy comenzó a empujarlo por el pecho haciéndolo caminar de espaldas hasta su auto.

—Si le dices que estamos casados le romperás el corazón. Te lo ruego, no lo hagas. No sabré cómo explicárselo.

—No. Yo no…

—Está bien. Haré lo que quieres —se adelantó Amy—. Pero tienes que prometerme que nunca se lo dirás.

—Ahm…yo…eh…

—Promételo.

—De acuerdo. Te lo prometo —respondió de inmediato, sorprendido por su repentino cambio de idea.

El pecho de Amy se infló como si hubiera liberado un respiración tensa de sus pulmones.

—¿Te puedes ir ya?

Brad levantó las manos acatando la orden.

—Dios. Ni siquiera entendí la mitad de lo que acaba de pasar. Seguro está en sus días—masculló él mientras subía al auto para así ponerse en marcha.

Amy se apretó la cara con las manos preguntándose cuándo llegaría el día en que se acabaría aquella farsa.

***

Después de ese día, Amy requirió de dos días más para arreglar algunos asuntos antes de ir a instalarse en el apartamento de Brad.

—Bienvenida —. Brad dejó la pequeña maleta de Amy  en medio del apartamento y extendió los brazos—. ¿Te gusta?

—Sí. Algo —respondió ella, con gesto indiferente.

Por la forma en como Amy lo había dicho parecía que hablaba de una apartamentucho barato, pero era todo lo contrario. Aquel era un sofisticado apartamento moderno y minimalista ubicado en el noveno piso. Tonalidades neutras como el blanco y el negro eran los que predominaban. La sala tenía un enorme sofá y un par de sillones negros, compartiendo un ambiente con la cocina y el comedor que era abierto. La cocina contaba con una isla, la encimera y el lavadero eran de un blanco perfecto al igual que las paredes de todo el apartamento. El lugar estaba completamente inmaculado y era amplio y espacioso, sobre todo los dos dormitorios que aun Amy no había llegado a ver.




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