—¿Por qué tocas la puerta? —preguntó Brad con la boca llena de comida, al tiempo que la invitaba a pasar con un gesto de la mano—. Creí que tenías la llave.
—La tengo. Pero tú mismo me dijiste que no podía entrar al apartamento sin tu permiso.
—¿Y desde cuando me haces caso?
—Desde que me lo dijiste.
—¿Y te lo tomaste en serio?
—Pues sí.
Eso lo hizo reír.
—¿Y…qué te trae por acá?
Amy extendió la portátil frente a él.
—Vine a entregarte tu laptop.
Brad la recibió.
—¿Terminaste lo que necesitabas hacer?
—No. Es que no me dio tiempo.
—¿Pero no era acaso para mañana?
—Lo es.
—Entonces todavía te queda tiempo para terminar.
—Es que no pude acabar pensando que… la necesitarías.
—Te dije que no la iba a necesitar.
—Dijiste que no la ibas a necesitar durante toda la tarde.
Brad no puedo evitar reírse de nuevo.
—Lo dije así, pero podías usarla toda la tarde y la noche, y mañana me la entregabas.
—Ah, no lo entendí así.
—Pero ya termina de entrar —dijo él, cerrando la puerta a su espalda—. Puedes terminarlo aquí.
—¿Aquí?
—Sí, ¿por qué no?
—Mmm… pues…—expresó dudosa—. Está bien.
Brad colocó la laptop en la mesa pequeña que estaba en medio de la sala y luego regresó a la cocina.
Amy tomó asiento en el sofá y abrió la portátil. Ese lunes había pedido permiso en su trabajo para poder terminar esa asignación. Luego de haber buscado la laptop se había pasado toda la tarde en la universidad, por eso llevaba consigo todos sus apuntes.
Comenzó a sacar de su bolso varios rectángulos de cartulina con ideas escritas. Los estaba ordenando uno a uno sobre la mesa cuando Brad apareció con un plato de risotto con champiñones y un vaso con jugo para ella.
—Te traje algo de cenar porque supongo que no has comido nada.
—Pues sí comí algo.
—¿Algo como qué? —quiso saber él, no muy convencido de que en verdad lo hubiese hecho.
—Una barrita de chocolate.
—Oh. Espero que esa barrita haya dejado espacio para una verdadera cena —dijo él, colocando la comida en un espacio libre de la mesa. Luego se sentó a su lado para observar con curiosidad las cartulinas que ella seguía ordenando.
De pronto ella se detuvo para mirarlo.
—No tenías que molestarte.
—Sabes que no es molestia —respondió mirándola—. Y…¿de qué va todo el trabajo? Porque es curioso que tengas tantas tarjetas en esta mesa como si fueras a hacer una lectura de tarot.
Amy sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa en sus labios.
—Chloe y yo escribimos todas las ideas que vamos a colocar en las diapositivas que voy a comenzar hacer.
—¿Y cada tarjeta tiene la información que vas a colocar en una diapositiva?
—Sí.
—Oh. Ustedes las chicas son muy ordenadas. ¿Y qué con el informe? ¿Ese sí lo terminaste?
—No. Me falta todavía una parte.
Amy le explicó superficialmente de qué trataba el informe y lo que debía llevar.
—Bueeeno…—dijo Brad, levantándose del sofá—será mejor que te deje hacer lo tuyo. Yo también tengo un trabajo que terminar. Estaré en mi habitación por cualquier cosa.
—¿No necesitarás tu laptop?
—No. Usaré el ordenador que tengo en la habitación. No te olvides de comerte eso temprano, por favor.
Cuando Brad desapareció por la puerta de su habitación, Amy tomó el plato para comenzar a cenar.
***
Brad culminó pasadas las diez de la noche el trabajo del que él y Daniel estuvieron hablando en la mañana. Frotando los adoloridos músculos detrás de su cuello, se levantó de la silla para ir por un poco de agua a la cocina.
Cuando iba pasando por la sala, se encontró la laptop encendida y Amy no estaba. Pensó que tal vez estaría en el baño, pero cuando avanzó un poco más, se percató de que estaba en el sofá, dormida de lado en una posición que la iba a hacer sentir muy adolorida por la mañana.
Dando golpecitos con sus dedos en el lateral de su pierna, Brad estaba decidiendo entre despertarla o no. Se le veía muy cansada cuando llegó, así que decidió que lo mejor era dejarla dormir hasta el siguiente día.
Se dirigió a su habitación, regresando un minuto después con una almohada y una sábana. Se inclinó un poco frente a ella pasando una mano a un lado de su cabeza para levantarla y colocar debajo la almohada. Sus parpados se agitaron un poco, pero no se despertó. Después le acomodó el brazo que tenía doblado debajo de su cuerpo, y las piernas las terminó de subir en el sofá. Al final la arropó con la sábana.
Empujó un poco las piernas de Amy hacia el respaldo del sofá y tomó asiento en el mismo para comenzar a cerrar todas las ventanas que ella había dejado abiertas en la laptop.
—Debes trabajar más en esa mala costumbre que tienes de dejar abiertos los documentos importantes —dijo él hablándole a una Amy completamente dormida—. Y más si se trata de mí. ¿O acaso olvidaste lo que hice la última vez con uno de tus trabajos?
Amy se levantó a la mañana siguiente completamente exaltada, al darse cuenta de que había amanecido en el apartamento de Brad y no había terminado el informe y la presentación. El nivel de estrés le subió a las alturas.
Un instante después, detrás de ella, apareció un Brad ya bañado y arreglado, pareciendo tan fresco como una lechuga.
—Hey, buenos días. No te desperté antes por miedo a que me fueras a salir con una patada ninja o con cualquier otra cosa cuando me vieras.
—Buenos días —dijo ella bastante desganada.
—Espero que no te moleste que le haya hecho algunos pequeños cambios a tu informe. Anoche te quedaste dormida y dejaste el documento abierto, así que lo revisé —mencionó él, adentrándose a la cocina.
Amy movió lentamente la cabeza, echándole malos ojos a pesar de que no estaba presente en ese momento, y de inmediato encendió la laptop para ver qué había hecho con su informe. Ella estaba a punto de echarse a llorar; no podía creer que Brad nuevamente hubiese saboteado uno de sus trabajos.