—Tú… tú no tienes por qué venir conmigo.
—No voy a dejar que regreses sola.
—Si es porque te preocupa lo que vayan a decir los muchachos, yo…
—No es por eso. —Brad recogió su maleta del piso para colocarla sobre la cama—. Voy a ir contigo. No se hable más —dijo él con determinación.
—Sé que deseabas muchos venir a este viaje y no quiero ser yo quien lo arruine —señaló Amy mientras se ponía de pie.
—Como éste habrán otros viajes. —Dobló una camisa y la colocó dentro de la maleta—. No te mortifiques por eso.
Ella hizo una pausa, titubeando antes de continuar.
—Creo que... estoy exagerando con todo esto. Quizá si tomo una siesta y descanso un poco, me sentiré mejor. El viaje acaba mañana, así que… puedo esperar.
—Amy, acabas de decirme que no puedes estar aquí porque tienes muchas cosas que resolver en casa.
—Ya te dije. Estoy exagerando —dijo ella arrastrando sus dedos por la cara—. Creo que tanto estrés acumulado me está haciendo decir tonterías.
—¿Estás segura de querer quedarte?
Ella asintió con la cabeza mientras se sentaba sobre la cama.
—Está bien. —Brad cerró la maleta y la colocó de nuevo en el piso—. Descansa. En un rato vengo a ver cómo te sientes.
Él se puso en marcha, dejándola sola en la habitación.
Amy terminó durmiéndose en la esquina de la cama. Cuando se despertó, echó un vistazo al frente, donde Brad estaba de espalda vestido con una camisa blanca, y encorvado al pie de la cama, amarrando las agujetas de sus zapatos.
—¿Vas a alguna parte? —quiso saber Amy.
Brad se giró hacia ella, su cabello húmedo y arreglado, como si estuviera preparándose para salir.
—Oh, vaya. Al fin despiertas.
—¿Cuán tarde es?
Brad vagó hacia el mueble para tomar el reloj y engancharlo en su muñeca para después mirarlo.
—Son las siete y media.
—¿Dormí tanto?
—Sí, casi ocho horas. Quise despertarte, pero decidí que mejor no.
Amy se incorporó tratando de sacudirse el sueño.
—No me contestaste. ¿Vas a salir?
—Vamos a salir —enfatizó él.
Una expresión curiosa cruzó el rostro de Amy.
—¿A dónde?
—A cenar. Pasaste toda la tarde durmiendo y no almorzaste. Así que como ya despertaste, bajaremos a cenar.
—Las chicas estuvieron mencionando en la tarde algo acerca de una fiesta en la playa. Pensé que irías.
—Nah. —Brad agitó una mano, restándole importancia
—¿Por qué?
—Preferí quedarme.
—¿Por qué?
—Porque sí. Despertaste muy preguntona.
—¿Es por mí?
—¿Ves? Más preguntas.
—¿Crees que me voy a escapar cuando no estés?
—Claro que no. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza esa idea.
—Entonces no entiendo.
—¿Qué quieres entender?
—A ti. ¿Para qué tenías que esperarme para cenar?
—¿No quieres cenar conmigo? ¿Ese es el problema?
—No.
—¿Entonces cuál es?
—Ew…se supone que…—dudó y luego suspiró— que la razón de este viaje es para que te divirtieras con tus amigos y…estás aquí…y… no con ellos.
—¿Quieres que vaya a la fiesta?
—Tú puedes hacer lo que quieras Brad.
—¿Qué te parece si bajamos a cenar y después nos juntamos con los muchachos en la playa? Sé que lo tuyo no son las fiestas, ni las bebidas…pero tal vez ésta si te guste. Va a ser al aire libre; así no te sofocarás tanto.
Amy dudó por un momento, haciendo una mueca pensativa.
—De acuerdo. No vine a este viaje solo para quedarme encerrada en la habitación.
—Genial —dijo él complacido—. La fiesta será de blanco, así que tendrás que buscar entre tus cosas algo de ese color. Yo saldré y en cinco minutos vengo por ti.
—¿Cinco minutos?
Una leve sonrisa se formó en la cara de Brad.
—Solo estoy bromeando. Pasaré en diez minutos —Brad salió de la habitación sin darle tiempo a Amy de decirle algo más.
—¿Diez minutos? ¿Qué voy hacer en diez minutos? —se preguntó ella.
Salió del baño cubierta con una bata y con una toalla enrollada alrededor de su cabello, después de haberse duchado. Sacó un vestido largo de una de las bolsas que había comprado con Brad en la mañana y se preguntó si ya él sabría en ese momento de la fiesta en la noche y si por esa razón había insistido tanto en que comprara ese vestido blanco.