La discusión con Jennifer había quitado horas de sueño a las noches siguientes.
Pensaba durante minutos eternos lo que debía hacer, lo que podía hacer... pero cada alternativa que cruzaba por mi mente me llevaba al mismo problema... el motivo de mis pesadillas.
No podía soportar la idea de que la situación se agravara y no me quedara otra opción que alejarme de Christina. Extendiendo mi sueño por las mañanas, me fue imposible despertar a tiempo en algunas ocasiones.
—Lo siento, Chris. No volverá a pasar. Espero dormir mejor las noches siguientes.
—También espero que así sea, o tendré que dormir contigo.
—No me molestaría... Gracias.
—No agradezcas... vamos, alístate —con un beso en mi frente se levantó de la cama y caminó a la puerta.
—Eso haré.
—Te esperaré en mi habitación.
—Christina, espera...
—¿Sí? —preguntó mientras se detenía y me miraba.
—Tengo algo que decirte.
—Claro, ¿qué pasa?
—Yo... hablé con Jennifer.
Su mirada expresó sorpresa, o susto, no lo supe. Se acercó nuevamente a mí y esperó a que continuara.
—Hace un par de días, quise explicarle lo que había visto...
—Y, ¿qué sucedió?
—No creo que haya resultado bien... lo siento.
—¿Qué sucedió? —insistió.
—La conoces más que yo. Creo que lo sabes.
—Bueno —respondió, parecía imperturbable—, realmente no es importante. Tenía que saberlo alguna vez. Y realmente no me preocupa.
—Lo sé, pero podría decirle a tu madre y...
—Tampoco debe importar. Pudo haberle dicho desde que está aquí, y no lo hizo. No creo que sea algo que deba mantenernos preocupadas.
—¿Qué debemos hacer? —pregunté.
—Nada. Solo esperar. Y que pase lo que deba pasar. Descuida, Vanne. No importa lo que digan o lo que pase después, yo me quedo contigo.
—Y yo contigo, Chris.
Volvió a su habitación abandonando la mía con su sonriente semblante. Sabía que ella no estaba preocupada, pero yo por mi parte, lo estaba. No quería que ella lo notara, aunque era probable que lo hiciera.
—Entonces —entré a su habitación y me acerqué a ella, nuevamente se encontraba en la ventana—, ¿a dónde iremos hoy?
—En realidad, tengo un leve dolor de cabeza. ¿Te importaría si permanecemos aquí?
—Desde luego. No hay problema. Puedo leerte los capítulos que quieras de nuestro libro —sonreí.
—Suena perfecto. Entonces desayunemos algo y comencemos nuestro día.
—Claro que sí. Vamos. Y, Chris... —me miró antes de bajar por la escalera— sobre el asunto de tu hermana... no te asustes.
—No lo estoy —sonrió despreocupada.
El pequeño momento en el que bajamos a desayunar, quisimos evitar cruzarnos con Jennifer. Pero, tal como yo pensaba, nos sentamos las 3 juntas en el comedor. Me pareció extraño, pensándolo bien, pues era un poco tarde para el desayuno.
La escena se desarrolló silenciosa, ella evitaba mirarnos.
Chris me miraba y sonreía constantemente. En verdad estaba de lo más relajada con la situación.
—Vanne —murmuró Christina.
—¿Sí? —hice lo mismo.
—Tal vez sea un buen momento para hablar con ella.
—¿Qué? No, no.
—Sí. Confía en mí... —dirigiéndose a Jennifer, comenzó a hablar—. Hermana, no nos has contado sobre tu viaje.
—¿Qué?— respondió ella, completamente extrañada.
—Tu viaje —repitió Christina—, no nos hablaste sobre él. ¿Habían cosas interesantes?
—Desde luego. Arreglé los pendientes que mi madre tenía. El vuelo estuvo bien, el lugar era bastante lindo. Todo salió de maravilla... —supe que me miraba pero no la miré de vuelta— hasta que llegué aquí.
—¿Qué pudo haber sido? —Christina fingía sorpresa al preguntar y la golpeé ligeramente con mi pierna.
—Imagina llegar a casa y notar que tu hermana... —no importaba el nivel de molestia en su mente. Se negaba a poner en su boca palabras que contradijeran toda su educación— está haciendo cosas que no debería.
—¿Enamorarme es algo que no debería hacer, hermana?
Christina reía, trataba de disimularlo pero no lo consiguió. No entendí cómo podía decirle todo eso, yo me sentía inquieta y preocupada.
—Cállate, Christina —fue la respuesta de Jennifer.
—Tal vez deberías conocer a alguien. Querer a las personas no es tan malo como piensas.
—¿Cómo dices? —Jennifer parecía realmente molesta.
—Christina —interrumpí—, por favor.
—Lo siento, Vanne. Creí que mi hermana estaría feliz porque estoy saliendo contigo. Debería estarlo... pero nunca le ha importado cómo me siento realmente.
—¿Mi madre lo sabe, Christina? —preguntó Jennifer, aún molesta.
—Claro que lo sabe. ¿Por qué no lo sabría?
—¿En serio? —preguntó Jennifer asombrada por la respuesta, y me miró un momento. Recordó que yo no había respondido a esa pregunta.
—Por supuesto —respondió Christina—, lo notó hace unos días. Vannesa tuvo un accidente y fue cuando decidimos decirle.
—Christina, ¿podemos irnos ya? —intenté moverla.
—Sí, vamos —dejamos la mesa y salimos de la cocina. Nos apresuramos a ir a las escaleras y Christina parecía muy contenta. Cuando llegamos a su habitación. Continuaba riendo.
—Christina, ¿por qué hiciste eso?
—Por favor, Vanne. Fue muy divertido.
—No lo fue.
—No tienes de qué preocuparte. A la larga, dejará de darle importancia. ¿Qué podría hacer ella? No hay ningún problema.
—Christina, no creo que esté bien provocarla —me senté al borde de la ventana, quería recibir un poco de aire— ¿Qué tal si en verdad habla con tu madre?
—No te preocupes —tomó nuestro libro del estante—. No puede hacer nada para separarnos.
Seguí mirándola porque quise evitar decir algo sobre la anterior amenaza de su hermana. Pero, aún así, mi silencio hizo que lo notara, como siempre sucedía.
—Vanne —se acercó a mí ahora preocupada—, ¿qué te dijo cuando hablaron?
—Nada, Christina. Solo... —quise inventar cualquier otra cosa, pero ella sabría que no era cierta—, créeme que no está de acuerdo con esto.
Editado: 08.08.2021