Cambios en la vida, ¿por siempre o pasajeros?
Es interesante ver que resulta.
Mi pierna se mueve con rapidez en la sala de espera, la secretaría me envía miradas preocupadas al ver mi estado de desesperación. Mateo y Simon llevaban largos minutos dentro de la oficina del director, en ocasiones me parecieron escuchar gritos del director solicitando respeto, pero no estaba del todo segura ya que la secretaría no me permitía moverme de mi sitio.
La puerta se abre de pronto, ambos chicos salen con una distancia larga. Simon musita insultos —puede que se creará un nuevo idioma— entre sus dientes y me da una mirada de odio completo, mientras Mateo sale con total tranquilidad, como si nunca hubiese estado dentro de la oficina del director y no me da ni una mirada, continúa con su camino hasta salir del lugar.
—Señorita Adams, puede pasar con el director. —asiento al escuchar las palabras de la secretaría.
Tomo mi mochila y camino a la oficina del director, cerrando la puerta y tomando asiento.
—Señorita Adams, le pido que me relate que ha sucedido. —solicita el director con su mirada atenta.
Comienzo desde los extraños mensajes, mostrándole la gran cantidad que todavía seguía recibiendo y los que ya había leído hasta donde doy por hecho que esta situación fue creada por Simon con sus ridículas intenciones desde la primera vez que nos conocimos, tomándome el atrevimiento de mostrarle mi emoción al golpear dos veces al ridículo de Simon. El director Bryan se mantiene atento a todo lo que le relato, tendiendome en ocasiones un vaso con agua para estabilizar mis emociones.
Todavía me afectaba la situación de los mensajes, no estaba del todo superada y esperaba hacerlo pronto, vivir con los ojos de todos sobre mí durante un largo tiempo, no sería algo fácil.
—Señorita Adams, debo de notificarle que muchas de las cosas que ha dicho son ilógicas en comparación a la versión del señor Cowell, pero encajan con la historia del señor Jefferson...
—¡Dos historias son más que una! —chillo señalando con mis manos los papeles sobre su escritorio y cortando su explicación.
—Y comprendo su desesperación. —comienza de nuevo el director—. Puedo enviar a detención a los estudiantes que le han escrito con intenciones maliciosas, el problema es que usted ha golpeado al señor Cowell dos veces.
—Y bien merecido lo tiene señor director. —puedo ver como evita reír con mi comentario de niña molesta.
—Esta clase de agresiones no son permitidas, debería de estar suspendida por dos semanas, pero no es justo cuando las dos historias apuntan al señor Cowell. —prosigue con su detallada explicación el director—. Tan solo le pido que evite volver a golpear al chico o me veré en la obligación de suspenderla.
—Quiero justicia.
—Sin pruebas no podemos hacer nada señorita Adams. —me corta el director—. Si consigue algo que señale al chico, no dudare en suspenderlo por un largo tiempo.
—Trató de golpearme. —le digo como si esa fuese una prueba.
—El señor Jefferson evito que eso sucediera, gracias a Dios. —responde el director—. Conoce mis condiciones, encuentre algo que incrimine a Cowell y cumpliré con mi palabra.
...
Las clases finalizaron al medio día, no tuve tiempo de verme con Blue para hablar con ella de todo lo sucedido o agradecerle por su labor de quitar los carteles y tampoco me tope con Mateo por agradecerle al evitar que el imbécil de Simon me golpeara.
Al llegar a casa mis padres ya habían sido notificados de lo sucedido, me abrazaron con fuerza y me entregaron otra línea telefónica para evitar los mensajes pervertidos de los hombres del instituto. Sus preguntas sobre mi estado de ánimo no faltaron durante gran parte de la tarde, los convencí de que me encontraba bien y logre ayudar con la poca decoración que faltaba.
Las mesas se encontraban en el centro del jardín, cubiertas por un hermoso mantel blanco, el centro de mesa era simple y constaba de unas lindas rosas dentro de un jarrón, los platos y cucharas acomodados en su respectivo sitio y una rosa en el espacio de cada mujer que asistiría, las sillas también estaban cubiertas de una tela blanca con un lazo dorado en la parte trasera, alrededor de las mesas, como una especie de techo, las bombillas colgaban para iluminar el ambiente. Todo le daría un ambiente mágico y romántico al momento.
Le doy un último vistazo al jardín para asegurarme que todo se encuentre bien y camino a la cocina en busca de un vaso de agua, en el lugar me encuentro con mis padres abrazados, entiendo al instante la razón cuando veo el lindo ramo de flores de mamá y los chocolates favoritos de papá sobre la encimera.
Tomo el vaso, me sirvo un poco de agua y los miro feliz. Se podría decir que mi pasatiempo favorito era mirar a las parejas se felices.
—¿Segura que estás bien amor? —indaga mamá, separandose un poco de papá para mirarme.
Mi madre mantiene su mano sobre la cintura de papá y él rodea sus hombroa con su brazo.
—Les prometo que sí. —dejo el vaso en su lugar y me acerco a besar la mejilla de ambos—. Deben de ir a ponerse bellos, pronto llegarán los Wesley y Jefferson. —los apremio mirando el reloj invisible de mi muñeca.