No puedo dejar de pensar en Ti

Capítulo Treinta y Siete

Es... el corazón sobre la razón, ¿verdad?

Le doy una probada a mi almuerzo con flojera y muevo mi cabeza al ritmo de Ugh! Sintiendo el poder del rap line, trato de no mover demasiado mi cuerpo disfrutando de la parte de J Hope, lo menos que deseo es llamar la atención en el comedor del instituto. Alzo mi cabeza de golpe viendo a Angélica, Rosa y Belinda sentarse en mi mesa solitaria, las chicas me miran divertidas y yo me alzo de hombros restándole importancia a mi comportamiento. ¿Qué puedo hacer? Nada, solo soy una Army viviendo la música de los chicos.

Me saco los audífonos antes de que comience otra canción y me sea imposible detenerla.

—Te pareces a Angélica cuando escucha a Camila Cabello. —se burla Rosa mirando a la mencionada que deja su mochila de lado para mirarla indignada.

—No puedes hablar, esa también eres tú cuando escuchas a VAV. —la reprende Angélica.

Belinda ríe mirando a sus dos amigas discutir, pero detiene sus carcajadas cuando ellas giran su rostro con una ceja elevada al mismo tiempo y puedo ver que se encoje en su lugar un poco bajo la intimidante mirada de ellas.

—No te rías o ¿quieres que hablemos de que todavía lloras por la separación de Big Time Rush? —gruñe Rosa y Belinda niega al instante—. Eso pensé.

—¿Cómo estás Vero? —indaga de lo más normal Angélica dándole un sorbo al batido en su mano.

—¿Qué te puedo decir al respecto? —pregunto de regreso dejando mi comida de lado.

—Hemos visto que las cosas no van nada bien. —comenta esta vez Rosa y con su barbilla señala a Blue sentada en la mesa del equipo—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Rosa, ya Blue nos comentó sobre el tema. —musita Belinda mirándome tímida.

—Sí, pero quiero saber como se siente Veronica. Comparada con Blue, ella está desanimada. —la reprende la rubia, luego sus ojos verdes me miran atenta—. ¿Qué pasó?

—Según Blue, Simon y Cole, todo se dio porque Mateo mintió sobre una relación falsa entre ellos. —explico señalando con mi índice a la pareja que ríe con fuerza.

—¿Te sientes cómoda con Simon dentro del problema? —cuestiona Angélica.

—Para nada, en él no confío. —respondo al instante.

—Yo tampoco lo hago, lo vi hablar con Mateo en los baños del último piso cuando venía a la cafetería. —se sinceriza Angélica. Mis ojos se abren de golpe cuando la escucho decir eso—. Desde que regresaron del concurso los he visto hablar en ese lugar.

Mi corazón da un vuelco cuando la escucho decir eso. ¿Qué hace Mateo hablando con ese imbécil todos los días.

—¿Es en serio? —me exalto levantandome de mi lugar de golpe.

—Claro Vero —responde mirandome atenta—, ¿verdad chicas? —ellas asienten al instante.

—En el receso del almuerzo, los encontrarás sin falta en ese lugar. —añade Belinda.

Tomo mi mochila dispuesta en salir corriendo a verificar tal información, pero me detengo cuando Simon ingresa con naturalidad a la cafetería y dos minutos después lo hace Mateo. Mi corazón duele, ¿qué hace él hablando con ese idiota? Tomo asiento de nuevo frente a las chicas.

—¿Quién creen que tenga la razón en este problema? —les pregunto siguiendo con mi mirada a Mateo.

¿Él puede ser capaz de mentirme?

—Las tres hemos hablado mucho del tema, pero no encontramos un culpable. —se explica Angélica—. Por obvias razones desconfiamos de Simon y de Mateo no, pero ¿realmente conocemos a Mateo Jefferson? Digo, las pocas veces que hemos hablado con él no pueden definir que tan sincero puede llegar a ser.

¿Realmente conozco al nuevo Mateo Jefferson? Aparto mi mirada de él y miro a las chicas atenta.

—Piensen lo que quieran, yo confío plenamente en Mateo. —opina Belinda y me mira—. Mi corazón dice que él no tiene malas intenciones.

Su corazón lo dice, el mío se agita al pensar en esa decisión. Mi corazón también confía ciegamente en Mateo.

—¿Tú confías en él? —me pregunta Angélica obteniendo silencio de mi parte.

...

Al día siguiente no fui a la cafetería, la necesidad de saber que estaban hablando esos chicos en medio del receso de almuerzo fue suficiente para que no me diera hambre —algo que seguramente me voy a arrepentir después en las clases—. Siguiendo las indicaciones que me dieron las chicas sobre la ubicación exacta de ellos, subí al último piso del instituto pasando entre el tumulto de estudiantes que bajan apresurados por alimentarse e ingreso al baño de mujeres, según comentó Angélica esa era una buena posición para escuchar la conversación de ambos chicos y contando con los pasillos completamente vacíos, las cartas están a mi favor.

Ingreso en el primer cubículo cercano a la entrada, cierro la puerta, dejo mi mochila en el suelo y bajo la tapa del inodoro sentandome sobre ella. Me mantuve en completo silencio mirando fotos de los chicos a la espera de escuchar las voces de ellos y su reunión secreta. Escucho unos pasos llegando a la zona, guardo mi móvil dentro del bolsillo de mi pantalón y me concentro a la espera de alguna voz.



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En el texto hay: jovenes, amor, amor novela juvenil

Editado: 14.01.2022

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