─¡Jovencita! ─exclamó mi padre al girar y encontrarme en la puerta de mi habitación.
─¡¿Estás rebuscando mis cosas?!
─¡Entré por los ruidos!
«No, no, no, no es cierto. ¿Ese demente no cumplió las reglas?, no, no es posible, por favor, todo menos eso» , pensé antes de preguntar mientras me temblaban las cejas:─¿Ruidos?, ¿qué clase de ruidos, papá?
─¡Los gruñidos, los golpes y rasguños en la puerta!
─Eso tiene explicación, papá, sucede que encontré al ti...
─¡¿Cómo demonios se te ocurre encerrar a tus cachorra en tu habitación?!, ¡Keyla debe estar al aire libre igual que Thassel!
«El aire libre está ocupado por otro animal, papá» , reflexioné y después respondí:─Perdón, papá, pero creí que era la mejor solución para que no volviera a destruir tus flores.
─Justo eso quería ver, tiene mucho tiempo que no controlo el progreso de nuestro jardín.
En ese momento, vi claramente cómo mi padre se dirigía hacia el patio trasero con la misma rapidez de un gato al perseguir su presa, y pensé: «¿Acaso ya lo sabe?, ¿por qué fingiría no saberlo?»
─Bueno, adelante, abre la puerta.
─¿No vas a detenerme, Aluvi?
«Me estoy muriendo de los nervios, papá, pero no es algo que pueda hacer evidente amenos que quiera acabar muerta junto con toda mi familia y mi cachorra», cavilé sin mover un sólo musculo, ni gesticular ninguna palabra.
─¿En verdad puedo ver el jardín?, ¿no te aterra que lo desapruebe?
─Papá, quizás pueda no estar como te agrade, pero sé que podré mejorarlo para que esté como tú quieres, y que de paso les encante también a nuestros vecinos.
─¿Cómo puedo saber que estás haciendo un buen trabajo?
─¡Aluvi, ya está hecho el pescado! ─exclamó mi madre desde la cocina.
Fue entonces cuando sentí ese ligero alivio en mí, y pude retroceder unos cuantos pasos, y decir:─Papá, si lo que quieres es ver el jardín, eres libre de hacerlo.
Me retiré de mi habitación con las manos sudorosas, pues era claro que sentía esa rara mezcla entre alivio y angustia, aunque no de manera tan intensa, pues por un lado estaba convencida de que mi padre no iría hasta el jardín, y por otro lado creía que sí. Pero no mostré ninguna incomodidad en cuanto pude llegar a la cocina, y decir:─No sabes cuanto te quiero, mamá.
─¿Y ahora?, ¿a qué viene eso, Aluvi?
─Por el favor de la comida... y porque son mis sentimientos.
Mi madre no volvió a verme; por ello creí que la había hecho sentir confundida, aunque no me pareció inadecuado, pues eran simplemente mis emociones hablando por sí solas. Entonces, fui a por una bolsa y la abrí con prisa para meter allí el pescado.
─Hija, ¿qué haces?
─¿Qué, qué está mal?
─El pescado está recién preparado, está caliente, quemará esa bolsa en segundos.
─¿Entonces dónde lo puedo poner?
─¿No tienes el recipiente de Thassel?
─Creo que... lo escondió.
─Otra vez está de juguetón ese muchacho, bueno toma uno de mis platos, ya me encargaré de lavarlo después.
─No te preocupes, mamá, lo lavaré yo.
─Ay, pero qué buena niña tengo. ─dijo mi madre antes de abrazarme y besarme la frente.
Y así fue como tomé el plato que menos era usado en la familia, y después llevé allí el pescado para después volver a encontrar a mi padre, pero esta vez abriendo la ventana que daba hacia el patio trasero.
─¡Papá, aléjate de ahí, esa ventana debe estar cerrada! ─exclamé al acercarme al nombrado.
─¿Cerrada para que no vea lo bien que está quedando? ─preguntó mi padre al girar su cabeza hacia mí mientras permanecía en mi ventana.
─Algo así, pero creo que es más por evitar que las moscas entren a mi habitación en busca de este pescado.
─¿Pues qué mosca te picó?, si a ti el pescado ni en películas te gusta.
─No es para mí. ─titubeé de nuevo sin poder ver a mi padre a los ojos, bajé la mirada para enfocarme únicamente en el pescado, aunque en realidad tenía ganas de lanzarlo lejos.
─Oh, ya entiendo, es para tus cachorros. Pero, ¿dónde está Thassel?, creí que lo encontraría correteando en el jardín.
─Creo que ya fueron suficientes preguntas papá, ya sabes que el jardín está bien, que estoy cuidando de mis mascotas y que también estoy cuidando de mí, ¿ya puedes salir de mi habitación, por favor?
. Esas fueron definitivamente mis palabras, pero mis pensamientos no coordinaban mucho con ellas: «Lo siento, papá, pero si no soy firme contigo, esto podría tomarme siglos».
Mi padre no volvió a abrir la boca ni a dirigirme la mirada, simplemente se retiró con desgano de la ventana y al salir de mi habitación hasta se aseguró de cerrar la puerta.
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Editado: 22.12.2019