Miro con mucha atención a todos los empleados desde la puerta de mi oficina mientras tomo mi café cargado como de costumbre. Llego a la conclusión de que desperdiciamos casi nuestra vida entera dentro de una oficina, trabajando sin parar para un solo objetivo… no quedarnos en la calle. Es donde la cruda realidad choca una y otra vez contra ti recordándote que desde que nacemos, lo único que haremos es crecer, pasar casi la mitad de nuestra vida en la escuela, ir a la universidad y finalmente terminar en un empleo que ocupa tu mayor tiempo de tu vida.
Es verdaderamente lamentable como pasamos nuestra vida queriendo cosas imposibles como la felicidad plena, porque… después de que cumplamos nuestro objetivo, ¿qué haremos después? ¿vivir una vida sin rumbo alguno?
Arrugo mi frente imaginándome como será mi vida después de convertirme en presidente de la agencia de mi familia. ¿Si seré un buen presidente? Pues seré el mejor, de eso no hay dudas, pero ¿es aquello lo que necesito para ser feliz?
—Pensativo, hoy estás pensativo. —comenta una voz femenina quien acaba de llegar a mi lado.
—Solo observo como la vida es tan insignificante. —digo llevando mi vaso a mi boca y dándole un último sorbo a mi café.
—Mejor te dejo estos archivos para que los analices y así dejes de pensar en cosas tan fuera de trabajo. —dice Mary, mi secretaria. —Los dejaré sobre tu escritorio. Ah y, por cierto, tu padre necesita hablar contigo, deberías verlo ahora que no estás haciendo nada.
—Entendido, Mary. —digo dejándole el vaso vacío en su mano.
Entonces me dispongo a caminar por el pasillo, pasando por donde se encontraban cubículos ocupados por compañeros de trabajos y cada uno haciendo su función correspondiente. Al pasar por ellos, algunos se tomaban la molestia de saludarme mientras otros no se molestaron en levantar la mirada. No tengo una buena relación con mis compañeros, de eso estoy muy seguro.
Al llegar a la oficina de mi padre, que se encontraba al otro extremo del pasillo, entro lentamente sin tocar la puerta. Mi padre, quien se encontraba sentado detrás del escritorio levanta su mirada y me observa cautelosamente.
—Necesito que dejes todo lo que estás haciendo ahora y te enfoques en un nuevo trabajo. —dice sin más, a pesar de que llevábamos semanas sin vernos.
—¿Cómo te ha ido en el viaje?
—Aquello no tiene importancia en estos momentos. Por eso te daré esta noche para que te dignes de visitar a tu madre. Lo que realmente necesito en estos momentos es que trabajes en algo nuevo que tengo para ti.
—¿De qué trata? —digo caminando hacia uno de los sillones que se encontraban frente al escritorio de mi padre. Me siento en uno de ellos y pongo total atención hacia mi padre.
—Es sobre un desfile de moda privado de un gran diseñador amigo mío. Le facilitamos un espacio en uno de los edificios que tenemos cerca del Lower Manhattan y este contrató a un grupo considerable de nuestros mejores fotógrafos, necesito que vayas y supervises el proyecto desde el inicio a fin. —dice llevando su mirada en unos documentos que tiene sobre el escritorio.
—¿Estás consiente que tengo trabajos más importantes que supervisar un simple desfile de moda? —pregunto frotando mi frente con mi mano, recordando la cantidad de archivos que tengo que analizar para entregarlos esta misma semana.
—Que lastima que no te estoy pidiendo un favor. No puedo atenderlo yo y lo más prudente es que mi hijo lo haga por mí. La encargada de fotografía es Alice Dankworth, únete con ella y analiza el plan de distribución de fotógrafos que ha elaborado. Ya puedes irte…
—Ni siquiera me has dicho cuando es. —digo levantándome.
—En dos días, necesito el análisis lo más pronto posible y a eso me refiero que lo necesito para mañana. Ya vete y déjame trabajar. —dice mi querido padre, no digo nada más y salgo de su oficina con ganas de golpearlo. Un análisis de distribución de cámaras sin saber nada sobre el espacio es como analizar el cerebro de un idiota.
Camino por el pasillo con dirección al cubículo de Alice, que espero que haya terminado la distribución de los fotógrafos para el trabajo. Al llegar al cubículo, me encuentro a Alice, quien está muy concentrada en su computador. Carraspeo un poco para llamar su atención, entonces al ella levantar la mirada, me observa y da un suspiro.
—¿Qué necesitas? —dice sin mirarme.
—Documentos de la distribución de los fotógrafos para el desfile de moda. Seré el supervisor de dicho evento y quiero analizar como nuestro equipo va a trabajar. Puedo dar sugerencias útiles para que nuestro trabajo sea excelente.