Siempre he llevado presente el significado de la Ley de Murphy, esta quiere decir “Si algo malo puede pasar, pasará”. Y estoy totalmente de acuerdo con aquel significado, es decir, cientos de empleados usan un elevador, y justamente cuando yo estoy dentro de este con el compañero que menos converso, es allí donde el elevador se avería justo a 4 pisos de llegar al lobby.
Es la típica ironía de la vida, cuando todo un día está saliendo bien, pasa algo para cagarte el día. Aquello es verdaderamente frustrante para cualquier persona. Calvin está parado a mi lado intentando hacer alguna llamada, pero ambos sabemos que es imposible, aquí adentro no hay cobertura y la alarma del elevador para llamar a los famosos bomberos no está funcionando.
—La agencia gana miles de dólares y no son capaces de preocuparse por el mantenimiento del elevador. —digo mirando a Calvin, quien me dedica una mirada seria reflejando la frustración que está sintiendo en este momento.
—La verdad deberías decirle aquello a mi padre junto con las personas de mantenimiento. Yo apenas soy un simple analista de marketing, no debo de preocuparme de esta mierda. —dice este guardando se celular.
—Y ¿qué se supone que deberíamos hacer? ¿quedarnos parados hasta que se digne en funcionar?
—Es la única opción que tenemos. ¿Tienes alguna otra sugerencia? —pregunta dejando su maletín en el suelo.
—Podemos gritar. —sugiero, pero luego recuerdo que son alrededor de las 8:00 pm. No creo que queden personas en el edificio.
Ambos nos quedamos quietos, Calvin simplemente se dedica a mirar la puerta del elevador, en cambio yo me dedico a observar cada rincón del elevador. Me concentro en una hoja de papel pegada en la parte derecha del elevador. Al acercarme leo rápidamente lo que dice… maldición.
—No quiero ponerme paranoica, pero esto dice que la energía del elevador dejará de funcionar por toda la noche hasta el día siguiente. —digo poniendo mi dedo en el aviso, Calvin se acerca a mí y lee el aviso.
—Mierda. —dice sin poder creer lo que acaba de leer.
Estaba sentada abrazando mis piernas, Calvin estaba frente de mí con los brazos cruzados… ambos no hemos comentado nada más. Simplemente nos mantenemos callados con la esperanza de que alguien se diera cuenta de que estamos atrapados en el elevador. Miro fijamente a mi compañero de trabajo, Calvin sin duda es un hombre que para muchas mujeres sería inalcanzable, siempre vestido elegantemente, con su piel blanca y su potente barba anaranjada, su pelo estaba bien peinado, nunca lo he visto despeinado.
No a muchos le agradaba y no lo culpo, Calvin se había convertido en el jefe molesto que si hacías algo mal te reprendía, incluso tiene la dicha de hacer que despidan a personas que considere que no son importantes para la agencia. Y cuando lo hacía siempre tenía pruebas. Es una persona tan políticamente correcta dejando a lado los verdaderos valores de un líder y convirtiéndose en un tirano al que nadie respeta. Lo gracioso del caso es que nadie de los veteranos de la agencia lo respeta, también me incluyo.
—¿Qué tanto me miras? —pregunta removiéndose incómodo.
—No lo sé, analizándote.
—¿Qué tanto me analizas? No creo que mi vida sea tan emocionante para analizarla. —dice sonriendo un poco.
—Te equivocas, no analizo tu vida de mierda. Analizo tu forma de ser. —digo, Calvin me mira con sorpresa para luego echarse a reír.
—Concuerdo contigo de que mi vida sea una mierda. Sobre mi persona no hay mucho que decir, siempre vivo trabajando. Qué me hablas de ti, tienes tanto tiempo dentro de la agencia y sé muy poco de ti. Puedo decir que lo único que sé es que vienes de California y es porque eso es lo que dice tu Facebook. —lo miro y me rio un poco.
—Entonces el señor Calvin Williams se la pasa espiando a sus compañeros de trabajo.
—Es mejor que pensar en lo miserable y solitaria que es mi vida. Aunque no pude investigar mucho de ti, pues tienes todas tus cuentas privabas para ser una fotógrafa profesional.
—Si tanto quieres ver mis trabajos solo tienes que buscar mi cuenta alternativa y allí lo verás. Sé muy bien como separar mi vida personal con lo que hago. —digo abriendo mi mochila y sacando una botella de vino que me había regalado un cliente. Luego rebusco en mi mochila sin estropear mi cámara hasta encontrar una saca colcho.
—¿Siempre andas con eso en tu mochila? —pregunta asombrado por lo que acaba de ver.
—La botella de vino me lo ha dado un cliente el día de hoy mientras que la saca colcho siempre ando con él. Siempre debo de estar preparada para estas oportunidades.