Es lunes por la mañana y seguimos en la cabaña.
Aleksis duerme junto a mí, volteo a verlo y sonrío, es inevitable no hacerlo porque no entiendo como soy merecedora de alguien tan tierno y atento como lo es Aleksis. Honestamente me siento miserable al no corresponder —por ahora— sus mismos sentimientos. Por algo no somos nada. Creo.
Me levanto de la cama con cuidado de no despertarlo, pero cuando estoy a mitad de la habitación veo que comienza a despertarse; me sonríe, yo correspondo la sonrisa mientras entro al baño y acomodo mi cabello desordenado.
Es el ultimo día que estaremos en medio del bosque. Volveremos a la ciudad y es probable que muy pocas veces vuelva a ver a Alexis. ¿Por qué sigo pensando en él? Odio seguir pensando en él.
De alguna forma, soy una persona fiel si su presencia sigue ocupando espacio en mi mente.
Salgo del baño notando que la habitación está vacía, y es de esta manera como salgo al salón principal, Aleksis y Olga cocinan en esta ocasión. Odio ser inútil, pero cocinar nunca ha sido mi pasión; de este modo, me siento frente a Alexis.
—¿Qué harás mañana? —preguntó con una sonrisa.
—Trabajar, ¿por qué lo preguntas?
—¿Solo eso? —Él asiente sin quitar su ceño fruncido—. Cenemos, entonces.
Su ceño fruncido se transforma en una risa mientras niega.
—Mara.
—Como viejos amigos, no pienses otra cosa, ¿de acuerdo? —Sonrío. Él no deja de mirarme—. ¿Aceptas?
—De acuerdo —asiente sacando su móvil y anotando mi nombre, después me lo pasa y yo escribo mi número—. Envíame los detalles. Seguro puedo hacer tiempo para ti.
Le regreso el móvil mientras sonrío, él me regresa la sonrisa. Aleksis y Olga aparecen poniendo los platillos al centro de la mesa, y casi por intuición de hambre, Marcos sale, entonces procedemos a comer entre risas y conversaciones mundanas.
Fue nuestro último desayuno juntos.
Tras un par de horas entre ordenar la casa y guardar nuestras pertenencias salimos a la ciudad mucho después del media día. En el viaje cantamos, hablamos un poco y cuando hubo tráfico en la autopista nos dormimos.
Llegamos pasando de la media noche, Aleksis se detiene en las diferentes alcandías y nos despedimos de quien salía, hasta que llegamos al edificio y ambos nos despedimos mutuamente.
Pese a que había dormido en una buena parte del viaje, lo primero que hice al entrar a mi apartamento fue dormir.
No puedo creerlo, solo fueron dos noches y me acostumbre a dormir junto a él.
.
Ya de día, encontrándome bastante cansada —del viaje— como para ir a trabajar, pero aun así lo hago. Después de poner presentable mi aspecto salgo del edificio y conduzco hasta la compañía, donde tras saludar llegó a la oficina, tomo asiento y a la lejanía escucho las voces de mis compañeros.
—Era necesario sí o sí el descanso —comienza a decir César—, ¿del uno al diez que tanto lo agradeces?
—Veinte —responde Ixchel—. Seguro dormiste todo el día, César.
—Exacto. También vi un par de capítulos en Netflix. Necesitaba ese tiempo para mí —César sonríe al verme sentada, yo le correspondo.
—¡No me contesto nada! —chilla Leticia. Los tres volteamos a verla—. Salió todo el fin de semana, lo supe por sus storys. Pero ya lo sabía, el miércoles me invitó a salir y me aclaro que no quería nada conmigo —gimotea—. Perdí la oportunidad de un novio guapo.
—Al menos fue asertivo, Leti —sonríe Ixchel.
Leticia asiente con su rostro triste.
—Mara, casi olvido la boda de tu hermana, aún no sé que me pondré y me agobia.
La boda de mi hermana. Mierda.
Yo también la he olvidado. Sonrío como si lo entendiera. Lizeth lleva más de un año preparando su evento, puedo decir que es de lo único que hablaba la última vez que la vi. Me dijo que llevara a alguien —que no fuera César porque Liz y César se llevan bien por una vez que César me acompaño a verla y se agradaron mutuamente—, pensé en Alma, pero vive agobiada en su mundo y dijo que no, igual que Ixchel porque irá con César.
—Lo que sea que te pongas se te verá bien —digo.
—Eso lo sé, Mara, pero tiene que ser algo que impacte.
—Yo te ayudo —interrumpió Ixchel con euforia al tiempo que levantaba su brazo—. La moda y yo somos soulmates.
—Los dos seremos la estrella de la noche sin opacar a Liz.
Rio mientras regreso la mirada a mi móvil y busco algún lugar donde Alexis y yo podamos cenar, no lo niego, me emociona bastante. Pienso en que algo ligero y sencillo como una cafetería, la cual nos vendría bien a ambos, pues no es nada serio, solo un reencuentro.
—¿Qué lugar es el de la foto, Mara? —pregunta César mostrando su móvil en la foto que subí a Instagram el último día que estuvimos en la cabaña—. ¿Es el guapo de tu amigo? ¿Saliste con él?
Siento la mirada fulminante de Leticia. Quiere saber que es lo que pasó, pero solo me observa.
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Editado: 13.12.2021