No sé cómo explicarlo

016| Independencia

Las vacaciones de verano llegaron, Aleksis y yo al tener tiempo libre entonces hacemos un par de viajes a pueblos mágicos, de uno a otro y disfrutamos del momento.

Pero la verdad, es que, aunque mi cuerpo esta en presencia física en el momento, mi cabeza explora formas de seguir escribiendo. Es de esta forma que decido agregar nuevas partes y eliminar algunas del borrador que están lejos de convencerme.

Después de anotar una nueva idea en las notas de mi móvil, levanto la mirada observando a Aleksis distraído, entonces me detengo a mirarlo más.

No lo voy a negar: observar a las personas distraídas es una de mis actividades favoritas desde que soy pequeña. Admito que a veces puede llegar a resultar un tanto incómodo para ambas partes, pero solo así puedo observar aquellos gestos o movimientos involuntarios.

Es tierno mirarlo.

Cuando al fin se da cuenta que lo miro, me voltea a ver junto con una sonrisa, yo se la devuelvo.

Llevamos alrededor de seis meses saliendo y puede ser poco tiempo para cualquiera, en cambio, para mí, es un largo tiempo que he durado saliendo con alguien. Seis meses es mucho tiempo para alguien que normalizo encuentros casuales.

No pienso mucho acerca del futuro, nunca me ha gustado perderme del presente —tan poético, flotante, suave, sonoro y misterioso—, pero últimamente es inevitable pensar en si Aleksis se ira del país a otro o volverá a Finlandia, o se quedará en México, lo cual veo poco probable.

Lo que sea que pase, la verdad es que tampoco he pensado en que haré, pues una relación a distancia no me termina de convencer, que él se quede en México puede ser limitar sus sueños y las metas que tiene para el futuro, como seguir viajando; no obstante, que yo me vaya a Finlandia sería un paso enorme y me sentiría como caminar sobre una capa de hielo, donde la verdad es que no sé si soporte.

Me dan miedo los cambios y más si fuese uno así de enorme.

Llegar a un país nuevo, sin conocer más que dos o tres palabras, seguramente sin trabajo; aunque  lo veo como una ventaja porque podría dedicarme al cien por ciento a escribir, y otra cosa sobre la que me preocuparía es sobre la diferencia del clima.

Sin embargo, pienso en que tal vez prefiera seguir con una vida seminómada, y la verdad es que a mí no me interesa demasiado ese tipo de vida, entonces yo puedo ser un limite.

—¿Qué piensas? —pregunta sin quitar la mirada de mí.

—Nada, solo a que sitio deberíamos ir después. —Mentira, pienso en el futuro.

No obstante, tampoco hablamos sobre ello, pienso que tal vez no tiene planes para irse o simplemente no quiere decírmelos, entonces, por ahora ni siquiera toco el tema.

Días mas tarde hablo de ello con Alma, y pese a su obstinación de no decidir escucharme, lo hace, ella dice que tal vez es como yo y evita a toda costa preocuparse antes de tiempo; sin embargo, es importante hablar sobre aquel tema.

Es una suerte que ya no añada sus locas ideas acerca de Aleksis, creo que al final a confirmado que es una buena persona —en lo que cabe, claro esta— y aunque su voz suena triste cada vez que cambio el tema a ese, lo aprueba.

«Pareces enamorada» dice en varias ocasiones entre risas, yo me sonrojo porque soy incapaz de admitirlo, pero al final ella añade «No pasa nada… es normal», sí, claro que es normal en la medida de la normatividad, pero para mí es un sentimiento extraño; sin embargo, he terminado por aceptarlo y darle la bienvenida a esta etapa, y oficialmente decirle adiós al sentimiento de apego que tenía hacia Alexis.

O suponiendo que más enamoramiento y apego era un capricho absurdo, donde confieso que aún me preguntaba qué hubiera pasado si me hubiera ido con él a Guanajuato cuando me lo propuso.

Probablemente, toda esta historia ni siquiera existiría o sería completamente diferente.

Las vacaciones terminaron de la misma forma en la que terminó agosto —esto no significa que los viajes hayan llegado a su fin, pues comprendí que cualquier momento es un buen momento para viajar y no exclusivamente las vacaciones—, inició septiembre, y entre trabajos, cenas, viajes, pasatiempos, llegó la mitad del mes.

La mitad del mes de septiembre significa fiestas patrias.

No me molesta, ni me agrada; más bien soy indiferente ante este día. Me gusta más la parte de comer y beber.

Los días patrios suelo salir con mis amigos a beber o quedarme en casa leyendo, pero finalmente terminaba —de alguna forma, pienso que por aburrimiento— conduciendo a casa de mi madre a si cena de independencia, donde comía y bebía mientras mi madre me miraba con desaprobación para después acercarse a mí y decir: «Eso no es un comportamiento digno. No eres ningún ejemplo», pero nunca he sido, ni querido aspirar a ser un ejemplo que seguir, entonces continuaba bebiendo.

No había planes como tal, primero, en la tarde, vamos al centro de la ciudad, comemos en un restaurante cercano del zócalo; después caminamos en la plaza del zócalo donde los edificios —restaurantes, suprema corte de justicia, avenidas y más— que rodean la zona están decorados con banderas o luces, es en las noches donde se suele apreciar más, resaltando los colores verde, blanco y rojo.




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