Las siguientes semanas estuvieron un poco ocupadas: lleve los ejemplares justificados a bibliotecas locales. Fui a algunas librerías de la ciudad a firmar libros, cosa que me encanta porque me hasta conocer a los lectores que me leen. Pase tiempo con mis amigas y también con Aleksis, aunque él también estuvo ocupado con tramites y papeleo porque pronto se irá y todo debe estar en orden.
También, oficialmente ha dejado su trabajo en el restaurante donde estaba; admito que me sorprende la facilidad con la que toma decisiones y parece no arrepentirse, además, nada parece aterrarle ni preocuparle. Yo no podría dejar mi trabajo por decisión propia, tendrían que despedirme o que ocurriera algo grande que me obligara a tomar la decisión.
Me encanta pasar tiempo con él, pero siento que lo hago perder su tiempo; soy consciente de que esto no es nada serio y que no tendremos un final de ensueño al estilo telenovela, con boda e hijos. No me puedo imaginar así, y menos a él. Me pregunto si de verdad esto es lo que quiero o quiero algo más. Si quiero que sea mi compañero, mi amigo; y no solo alguien con quien paso un rato.
¿Tan complicado es? Y me repito diariamente que no, que debe ser fácil, pues muchas personas lo han conseguido, pero cuando creo conseguirlo, la realidad me golpea de frente; me dice que no soy merecedora.
Aleksis tiene cara de irse, y evidentemente lo hará.
Suspiro hondo frente al espejo donde cepillo mi cabello, y aplico maquillaje en mi rostro. Es sábado y hemos quedado con Alexander y Olga para comer, nada formal, solo un encuentro de pre-despedida.
Salimos del edificio y llegamos al restaurante donde los esperamos por unos minutos, pues Aleksis es demasiado puntual comparándolo con los tres. Olga y Alexander llegan tras unos minutos, nos saludan y se sienten frente a nosotros. Aún no se si sean algo o no.
Hay platica, mucha platica entre Olga y Aleksis, un poco yo, en cambio, el que menos habla es Alexander. Su indiferencia abunda entre nosotros, a veces creo que no podría soportarlo, pero todo esto no quita que me agrade.
—¿Y qué harán? —pregunta Olga hacia ambos. Aquí vamos con las preguntas incómodas—. No es mala onda, solo curiosidad.
Creo que ella sabe bien que no es fácil una relación a distancia puesto que creo saber que ella y Alexander tuvieron algo parecido cuando él estaba en Alemania. No funcionó lo suyo.
—Son detalles —respondo—. Encontraremos la manera.
—Son doce o trece horas de diferencia —cuenta Alexander—. Será complicado, ¿qué pasó con el sujeto rico del bar y eso, Mara?
Trago saliva levantando la mirada hacia él. No puedo creer que lo recuerde, pero aún peor no puedo creer que lo diga frente a Aleksis y Olga, quienes terminan mirando con curiosidad, más Aleksis. Mierda.
—¿Sujeto rico del bar? —pregunta Olga sonriendo—. Esto debo saberlo, ¿Cómo es que lo sabes tú, Alex?
—Nos encontramos por casualidad.
—Pero no te gustan los lugares así —acusa Olga. Yo respiro hondo—. Como sea, ¿qué pasó?
—Nada digno de narrarse —interrumpo con una sonrisa y tomando las manos de Aleksis. No miento, no es digno de decírselo principalmente porque no vale la pena. Volteo a ver a Alexander con amenaza y le susurro un cállate.
Él me sonríe con burla, pero después baja su mirada a su móvil. Alguien lo busca, lo sé por la forma en la que mira los mensajes que aparecen en la ventana superior.
—¿Estás seguro de que no irás con Monse? Ella seguro quiere verte —susurra Olga a Aleksis. Monserrat es su hermana; la conocí en algún momento siendo una niña.
—Estoy ocupado. Estoy con ustedes, Olga.
Olga ríe mientras niega.
—Recientemente sacaste tu libro, ¿no, Mara? —pregunta Olga—, vi tu nombre en un libro que Aleksis leía, se lo pedí y vi tu foto. ¡Felicidades!
Alexander levanta la mirada con atención, es silencioso, pero es al mismo tiempo atento. Por mi parte agradezco a Olga por sus palabras y la conversación sigue fluyendo.
Cuando hemos salido del negocio, me quedo fuera junto con Alexander, pues Olga y Aleksis se han quedado dentro esperando o comprando algo, no estoy muy seguro.
—No puedo creer que lo hayas dicho en voz alta —musito.
—¿Acaso no se lo habías dicho? —pregunta acompañada de una sonrisa burlona. Es cruel—. Creí que había confianza entre ustedes.
Su tono es irónico y lleno de burla; a su manera se ríe de mí. Sus preguntas y respuestas son solo retórica.
—Como si valiera la pena hablar de eso —respondo tragando saliva—. Hay cosas más importantes, ¿sabes? —Él rueda los ojos—. Por cierto, ¿Olga y tú salen?
Alexander frunce la mirada al tiempo que niega sin despegar la mirada de mí.
—Solo somos amigos.
—¿Son solo amigos?
Es algo que ni yo me creo. De solo verlos cualquiera pensaría que son algo más.
—Sí, ¿qué te sorprende? —responde. Yo doy un sorbo a la bebida entre mis manos—. Con la única persona con la que saldría serías tú.
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Editado: 13.12.2021