A los 11 años
— ¿Por qué? ¿Por qué Ciro? —Lumiére observó atentamente aquella pequeña y alargada cajita la cual lucia como un rectángulo, los coloridos diseños del empapelado daban una clara idea de su intención, sin embargo la pequeña niña no podía comprenderlo.
—Es un regalo. —Mencionó como si aquello no fuera lo más obvio de todo.
Por un segundo la pre-adolescente se vio en la clara necesidad de pedirle que no le hable como si fuera una estúpida, pero no podía hacer eso, últimamente estaba trabajando duro para manejar su temperamento y actuar acorde a su estatus social. Por ende no debía ni se le estaba permitido gritarle a la servidumbre.
Solo buscaba una respuesta ¿Por qué ahora un regalo? Después de todo nunca antes le dio uno.
—Eso veo...—ironizo, pero de inmediato se retracto al notar su propio tono—Mi pregunta es ¿Por qué me estás dando un regalo? —Hablar de una manera muy tranquila y pausada según le enseñaron es la mejor forma de verse madura y buscar buenas palabras en su idiolecto el cual día a día se incrementa para respaldar su imagen de señorita con buena educación.
—Porque es su cumpleaños, verá es una costumbre: Las personas cercanas a usted le entregan presentes en celebración por el día de su nacimiento ¿Comprende?—Ciro contuvo las ganas de reírse en la cara de la pequeña, utilizando su buen semblante de mayordomo: sinónimo de seriedad.
—Ciro... deja de comportarte así. —Su cuerpecito tembló de rabia.
A Ciro le encantaba molestarla hasta ese punto, se veía adorable cuando deja de lado la fachada de "Señorita de clase alta" para comportarse como debería hacerlo alguien de su edad "Una niña".
Claro, solo hay un pequeño problema en todo esto, si su padre llegara a enterarse... seguramente le iría muy mal por estar interponiéndose en la educación de su señorita. Aun así no deseaba una ama pre-moldeada, Lumiére tenía suficiente carisma y una excelente personalidad por sí misma, dentro de sus planes no estaba el arrancar todo eso para ser remplazado con conocimientos técnicos de la sociedad.
— ¿Así cómo? —Ladeo la cabeza mientras se inclinaba.
— ¡Basta! ¡Deja de hacer eso! ¡Tonto, tonto, tonto! —Y ahí estaba el berrinche.
Me excedí un poco, pasó por su cabeza aunque era un poco tarde.
—Ya, ya. —Ciro trato de calmarla moviendo sus manos hacia abajo—No fue mi intención señorita, lo lamento mucho. —La niña lo miro con resentimiento, Ciro trago en seco— ¿No va a abrir mi regalo? —Trato de utilizar su sonrisa "Encanto todo lo que tenga ojos".
— ¡No!
Pero no le funciono, muy por el contrario Lumiére empujo el obsequio de la mesa, Ciro tuvo que estirarse para alcanzarlo y que no golpeara el suelo.
— ¿Por qué hizo eso? No es nada cortes. —La reprendió molesto.
Si bien todo lo que estaba ocurriendo era su culpa, su estúpida culpa por estar pelando con una niña seis años menor, no pudo evitar el enojarse.
La señorita Lumiére cumple exactamente el 6 de abril, Ciro, por otra parte lo hace el 22 de septiembre.
Eso da como resultado el hecho de que Ciro nunca antes ha podido utilizar su salario de mayordomo para entregarle un presente en el cumpleaños de su señorita, ¿La razón? Debía esperar hasta los 16: Edad donde puede manejar su cuenta bancaria por sí mismo, para cuando alcanzo los años requeridos su señorita ya había cumplido años.
Nunca deseo usar el dinero de sus padres, de otro modo sería un regalo de ellos y no suyo, a su vez también se interponía lo mal visto de recibir regalos por parte de los sirvientes en cualquier otra fecha que no sea el aniversario del nacimiento de su amo, claro que Lumieré quien apenas estaba siendo introducida a las reglas y costumbres sociales no poseía conocimiento alguno de esto.
— ¡Yo no quiero tu regalo! —De un salto se paró de la silla y lo señaló—Y tampoco quiero verte ¡No vuelvas hasta mañana! —Un grito lleno de ira.
Ciro la conocía, por Dios, lo hacía como si fuera la palma de su mano. Sabía perfectamente que ella no lo decía seriamente, sólo era un momento de enojo el cual sería disipado en cuestión de minutos dejando a su dócil y dulce pequeñita a la vista sumamente apena con lagrimas por el remordimiento de conciencia.
Aun sabiendo eso y dejando que su lado adolescente lo dominara se retiro de la habitación esquivando la mirada de Lumiére, y al mismo tiempo apretando el pequeño presente para luego meterlo en el bolsillo interior de aquel saco.
El comedor se encontraba en la primera planta, es por eso que comenzó a subir las escaleras de dos en dos tratando de alcanzar el segundo piso lo más rápido posible en busca de su habitación —aunque eso no sirviera de mucho dado que está relativamente cerca de la de Lumiére— Cuando alcanzó el pomo de la puerta dispuesto a entrar su teléfono celular comenzó a sonar.