De tu mejor amiga Olivia, la excéntrica.
Para Travis, el ciego.
Hemos sido mejores amigos por mucho tiempo, realmente pasamos por muchas cosas increíbles que nos llevaban a los extremos, desde estallar a carcajadas por películas hasta llorar por ser abandonados y definitivamente creo que no eres tan idiota como para no darte cuenta de los sentimientos que desarrollé por ti durante todos estos años.
¿Recuerdas esa promesa que hicimos de peques? Sí, esa que decía que yo nunca te dejaría solo y tú tampoco me abandonarías, nos hemos acompañado, pero con los años las cosas han cambiando, empezaste a crear un muro para que nadie se acerque a ti, muestras esa faceta de "chico misterioso con tatuajes geniales" y yo empecé a conformarme con ciertas cosas superficiales e incluso actuar como una persona desagradable.
A pesar de ello nos mantuvimos juntos, seguimos disfrutando las cosas como amigos, corrijo, mejores amigos, e incluso empezaste a salir con algunas chicas, pero la verdad ellas no me preocupaban en lo absoluto porque parecían simples personajes secundarios que desecharías una vez te cansaras de ellas o te desecharían a ti por tu forma fría de actuar, pero siempre nos teníamos a los dos, no había necesidad en ese tiempo de decirte lo que sentía porque no me sentía amenazada, me sentía la protagonista de tú historia de amor.
Y te amaba, me encantaba conocer cada faceta o etapa de tu niñez o adolescencia, a veces salías con pensamientos raros como el de aislarse de todos, pero yo nunca te dejé, entonces el tiempo paso frente a nuestras narices y como nada había cambiado yo seguía en mi estado de confort, el de estar bien con ser sólo tú amiga, sin darnos cuenta ya habían pasado siete años estando como "mejores amigos".
Y sabía tú comida, serie, película, canción favorita y tú también sabías todas las cosas que me encantaban, hablábamos de las cosas que no nos gustaban, no había un muro entre los dos, teníamos la confianza de ser como realmente éramos, de hacer chistes, de insultarnos, de jugar como niños, de gritar, en nuestro propio mundo dejamos de ser "la más popular, la Afrodita del lugar" y el "guapo chico misterioso de tatuajes, el Adonis del colegio".
Y entonces llegó la "nueva", esa muchacha que pasaba metida en la biblioteca, la mujer de gafas gigantes, aquella que no se preocupaba por cómo se veía, la que detestaba al mundo, no tenía ni un poco de gracia, pero tus ojos viajaban curiosos hacia ella, fue ahí que pensé por primera vez que no era la protagonista para ti.
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