No Somos Tan Distintos

Capítulo 17

—Me preocupa que si sigues así ya no necesites de mi ayuda.

—Sería un alivio no tener que venir hasta aquí cada tarde —por mucho que sabía que era broma, seguía doliendo el que dijera cosas como aquella, sin embargo, nunca se quejaba— por otro lado, la comida gratis la extrañaría.

Quiso forzar una sonrisa, pero al ver a James comer tres aceitunas de un bocado, desistió de hacerlo. Era algo que James le había hecho prometer, no sonreír falsamente frente a él ya era una costumbre y quería seguir de esa manera por tanto tiempo como pudiera. 

—Te recibo en mi departamento para estudiar, no para que ataques de forma salvaje la comida de mi nevera —inquirió.

—Yo no fui quien saco las aceitunas y yo no iba a dejar que se desperdiciaran así que por eso prefiero comérmelas, si quieres puedes agarrar.

La primera vez que comieron juntos ambos habían ordenado como gente civilizada porciones normales, después de un tiempo Julie se dio cuenta que eso solo era una fachada. Mientras más confianza ganaba con James, él se restringía cada vez menos a la hora de comer y el claro ejemplo de que tan grande era el estómago del chico frente a ella estaba siendo probado.

Primero había sacado unos panqueques que habían estado en su refrigerador por días, no recordaba haber comprado alguno, pero ya que estaban ahí prefirió compartirlos con el más alto. Ella comió uno solo y James se atraganto con todos los demás, fácilmente había diez en aquella bolsa. Tan solo término con los panqueques ya estaba masacrando sus preciadas aceitunas, aunque esta vez sí pudo servirse un plato para ella.

—¿No te alimentan en tu casa? —dijo pasándole una servilleta para que se limpiara.

—No.

—¿Es sarcasmo? —James se guardó el derecho de responder— ¿Qué deporte practicas?

El chico dejo de comer para mirarla, a Julie solo le causaba gracia como es que se veía tan serio, pero tenía sobras por toda la boca.

—Y yo que creía que ya habíamos pasado la etapa de hacer preguntas sin contexto.

—Tengo que hacer que pares de comer, te acabarás todo lo que tengo si no lo hago. Además te hago un favor, si comieras menos no tendrías que desgastarte tanto en el gimnasio.

—Jamás he ido a un gimnasio —respondió limpiando los restos de comida de su boca.

Julie se paralizó para que segundos después una risa incrédula resonara por la habitación sorprendiendo a James en el proceso.

—Mientes —aseguro.

—No, no lo hago.

James debía estar mintiendo, nadie mantenía un cuerpo tan bien trabajado sin haberlo trabajado, la misma frase no tenía sentido.

—Estas mintiendo —volvió a decir.

—Que no lo hago —James iba a agarrar otro par de aceitunas, pero Julie lo detuvo antes de que pudiera llevarlas a su boca.

—¿Cuántas veces has ido al gimnasio? o ¿te has metido a un club deportivo? —preguntó

—Ninguna y jamás —respondió de inmediato.

Los celos la invadieron al ver la serenidad de su compañero.

—¿Cómo es que estas tan tranquilo con lo que me acabas de decir?

—¿Por qué no lo estaría? No hay nada impresionante en lo que dije.

Julie quería arrancarle la cabeza— ¡No estas entendiendo nada! Eres de los afortunados que pueden comer sin engordar y no solo eso, sino que también tienes un cuerpo fornido y marcado.

Una sonrisa satisfecha se pintó en el rostro de James— Así que todo esto fue para poder decirme que tengo buen cuerpo.

—No eres gracioso —aseguró Julie no sin antes quitarle su plato de comida indignada.

—Pensé que si lo era. Hablando en serio, jamás pensé que te importaría tanto mi… metabolismo.

—Solo estoy algo celosa, yo no soy como tú y debo cuidar mi peso constantemente. Si como aunque sea un poco de más, engordó rápidamente y es difícil bajar de peso para mí.

—¿Y eso es malo?

—Lo es… —el rostro de James no la juzgaba, aunque se sentía algo intimidada— … creo.

—Te dire algo que tal vez no te guste.

—La mayoría de las cosas que dices no me gustan.

—Entonces no debería haber ningún problema.

James no estaba bromeando, su posición estoica se lo afirmaba.

—No te vendría mal ganar algunos kilos.

La frase cayó como bomba, haciendo que todo en Julie se tambaleara y su interruptor de serenidad dejará de funcionar.

—¡Deja de decir estupideces! —escupió enojada.

—¡Wow! —James respondió sorprendido y confundido.

—Tú no tienes idea lo que se siente nunca estar satisfecha, tengo cuidarme todo el tiempo y si subo aunque sea un poco de peso debo bajar inmediatamente sino habría consecuencias. Son dietas tras dietas, he cuidado de mí durante toda mi vida, solo para que tú llegues y me digas que deberia subir de peso, ¿tú crees que si quisiera no lo habría hecho ya? —Julie tuvo que recuperar aire después de soltar todo lo que dijo y aun así sentía que no había acabado.

Y ahí estaba la verdadera Julie, siempre se reprimía a la hora de contestar, sin embargo, había un algo en James que le impedía mantenerse serena en ese preciso momento. Hay temperamentos demasiado explosivos como para ser controlados, ella lo había dominado desde su niñez, nunca levantaba la voz era claro que no debía hacerlo y aun así se encontraba gritándole a James con todas las fuerzas que tenía.

Las dos manos de James se posaron sobre sus hombros haciéndola sentarse, no había notado cuando es que se había parado.

—Entiendo, solo calmemonos —el chico estaba siendo precavido— escucha te advertí que no te gustaría lo que te iba a decir y está claro que no te gusto, pero no me voy a retractar en lo que dije y puedes tomarlo como quieras.

El razonamiento de Julie estaba siendo cegado por su ira hacia el chico, para algunos podría parecerles tonto enojarse tanto por algo tan simple, para ella no.

—¡Tienes razón no me gusto para nada y en primer lugar no había necesidad de decirlo, nadie te pidio tu opinion!

—Tienes toda la razón.

La forma serena en que le contestaba el chico, como si no hubiera hecho nada malo la estaban irritando aún más.




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