No soy Soobin

Capítulo 25

Huening Kai subió las escaleras, observando a su paso unas cuantas fotografías familiares colgadas en la pared. Pudo reconocer a Soobin en su transición de niño a adolescente en muchas de ellas, pero desconocía compleramente al pequeño que estaba junto a él en varias tomas. En varias fotos, en esas donde el pelimorado era tan sólo un infante de cabellera oscura y sonrisa inocente, siempre estaba abrazando o tomando de la mano a un niño más pequeño, con cabello abundante y desordenado y ojos grandes que parecían ver a través de ti. 

Expresivos; los ojos de aquel desconocido parecían contener el mundo y el mismo Huening se sintió absorto con tan sólo verlo. Quizás por eso se sintió decepcionado cuando al avanzar eran escasas las fotofrafías donde aparecía él. Y en la última, la más reciente, era únicamente Soobin quien sonriente tomaba un diploma entre sus manos mientras su madre posaba con él a su lado, claramente orgullosa. Ya no había nada más. 

Llegó al final de la escalera, encontrándose con un pasillo lleno de puertas. La casa de Soobin se encontraba lejos de ser pequeña y rió en su interior al notar que el mayor, después de todo, sí era lo más cercano a un príncipe. Mientras avanzaba en su búsqueda de la habitación de su novio, una puerta con detalles de madera en ella le intrigó, y sin siquiera pensarlo dos veces, ingresó para ver de qué se trataba. 

Una habitación demasiado ordenada para ser la de un adolescente fue lo que se encontró. Pero no fue la guitarra en una esquina, la repisa llena de comics, el armario abierto lleno de camisetas blancas ni el montón de videojuegos acumulados sobre un escritorio lo que llamó su atención, sino un muro, ese muro.

Un muro con cientos de fotografías exigió su atención y sus ojos, embelesados, viajaron de extremo a extremo, dejando escapar al final un suspiro de admiración. 

Era bellísimo.

Y no, Huening Kai no era alguien que supiera de fotografía, pero el sentimiento transmitido en cada captura era tan apabullante, que por un momento sintió que él había estado ahí; en cada momento, en cada lugar, en cada toma detrás del lente. Simplemente de otro mundo. 

- Kai, este no es mi cuarto. - Dijo una voz desde la puerta, con cierto grado de diversión. - De hecho, es el cuarto de mi hermano menor  - Admitió, caminando hasta él mientras sonreía, porque había notado que el más bajo no podía despegar su mirada de aquel preciado muro y eso lo hizo sentir enternecido. - Le gusta tomar fotografías. Es muy bueno, ¿no? - Su pecho se llenó de orgullo mientras parecía presumir de su talentoso hermanito.

- Lo es... - Entrecerró los ojos, reparando en un gran detalle. Volteó a ver al pelimorado, quien lo miraba con curiosidad ante su cambio de expresión. - Pero, Binie... ¿por qué no hay fotografías de personas aquí? ¿Hay una razón en especial?

- Como siempre, eres muy observador. - Sonrió, con pocos ánimos. - A Beomgyu no le gusta tomar fotografías de personas, jamás lo hace.

- ¿En serio? - Soobin asintió, viendo cómo Huening Kai volvía a mirar el muro, probablemente no muy conforme con una respuesta tan llana.

- Kai. - Lo llamó, recuperando su atención. - Salgamos de aquí, ¿sí? - Tomó su mano, le sonrió avergonzado. - Me siento culpable por meterme en su cuarto.

- Él no está para saberlo.

- De todas formas me siento culpable. - Entornó los ojos, tirando de la mano del menor para arrastrarlo hacia afuera.

Pero los ojos de Huening Kai no se apartaron del muro hasta que finalmente este estuvo fuera de su vista.

***

Huening Kai se apoyó contra la pared, observando cómo su mejor amigo se acomodaba estratégicamente en una de las ventanas del instituto, tomando fotografías del exterior. Inclinó un poco su cabeza, queriendo saber qué era lo que había llamado su atención, y ni siquiera se sorprendió cuando vio a un peliazul demasiado familiar sentado en una de las bancas mientras leía un libro.

- Acosador. - Le recriminó, cruzándose de brazos para volver a recostarse contra el muro.

- No soy un acosador, me gusta tomar fotos de cosas bonitas. - Se justificó, con las mejillas rojas mientras seguía sacando fotos.

- Yeonjun no es una cosa bonita, Beomgyu. - Pero el mayor seguía concentrado en su tarea y el menor sólo suspiró.

Estabas equivocado, Soobin. Tu hermano sí toma fotografías de personas, él toma fotografías de todos aquellos a los que quiere.

Y quizás, en todo este tiempo en que su muro estuvo vacío, sólo era su corazón el que estaba hablando. 

Porque a Beomgyu realmente no le gustaba nadie.

Porque Beomgyu realmente estaba odiando a todos quienes lo convirtieron en lo que era ahora.

Miró nuevamente a su amigo quien revisaba sus tomas, su expresión metódica. La tristeza teñía su mirada al pensar en todo el tiempo que el castañito debió pasar solo y por acto reflejo extendió su mano, queriendo acariciarlo para hacerle sentir mejor. 

- ¿Hyuka? - Beomgyu por fin lo miró, sus ojos brillantes demasiado desentendidos con su inesperado gesto.

- Tenías algo en el pelo. - Mintió descaradamente, alejando su mano y apartando su mirada porque se sentía avergonzado de sí mismo.

Pero Beomgyu sonrió en respuesta, comprendiendo en el titubeo de su voz que probablemente algo serio había pasado por su mente para que terminara haciendo eso. Así que apagó la cámara y la dejó colgar de su cuello, mientras su mano buscaba aquella otra que hace sólo un instante le había acariciado con gentileza. 

- Hyuka, tengo hambre. Vamos a comer algo, ¿sí?

- ¿Ya terminaste de acosar a Yeonjun?

- No lo acosaba. - Hizo un puchero, luciendo como un niño consentido. - Quiero pasar tiempo contigo. - Lo arrastró por el pasillo, escuchando sus quejas.




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