- Estudia... - Beomgyu leyó la nota adherida en la portada de la carpeta, acariciándola luego con la yema de sus dedos mientras se conservaba metódico. Era imposible no reconocer la letra de su mejor amigo.
Dejó escapar un suave suspiro, girando en su asiento para observar su cuarto. Le extrañaba desmedidamente, era extraño no contar con su presencia, pero su mente seguía diciéndole que aquella breve separación era para mejor. Beomgyu odiaba tener que admitirlo, pero no podía depender siempre de aquel chico. Le adoraba, como un loco, hasta el punto en que no dudaría en dar la vida por él. Y quería estar junto a él por el resto de su vida también; quería reír de cosas tontas, dormir la siesta, escucharle tocar piano, abrazarle y ser abrazado por él incluso llegando a la adultez. Pero esa dependencia era tan dolorosa. Luego de la muerte de la señora Lee, luego de percatarse de lo delicada e inesperada que podía ser la vida, se cuestionó mucho su relación con Kai Kamal Huening. Por eso quiso que se fuera aquel día de su visita, por eso su interior rogaba por no verle más, porque sólo imaginar que su amor crecía con el tiempo y algún día le perdería también, le hacía sentir terrible. Y Beomgyu necesitaba esos días para aceptar lo que, al fin y al cabo, era inevitable.
Tenía que aceptar que no se podía privar de sentir sólo por el maldito miedo.
- ¿Beomgyu? - El menor alzó la cabeza al sentir esa voz acompañada de unos ligeros toques a su puerta. - ¿Puedo pasar? - Un monótono sí fue dado en respuesta y sus ojos se movieron curiosos sobre su hermano una vez este entró con una bandeja en las manos. - Yo... ah... traje esto para ti. - Musitó, enseñando un plato lleno de galletas más un vaso de leche. - Pensé que podría ser bueno para antes de dormir. - Una suave sonrisa se esbozó en labios del castañito y los ojos del pelimorado brillaron con ilusión en cuanto este asintió, haciendo un gesto hacia su escritorio en señal de que la depositara ahí.
- Gracias, hyung. - Soobin dejó las cosas en el lugar indicado, mirando con interés los libros amontonados en uno de los extremos del escritorio para luego posarlos sobre la carpeta. - Esta carpeta... - Señaló Beomgyu al notar la mirada atenta de su hermano. - ¿Huening Kai te pidió que me la dieras, hyung?
- No, la encontré en nuestro buzón e inferí que era para ti. - El castaño asintió vagamente, observando vagamente la nota. - Son apuntes, ¿no? - Volvió a asentir. - Kai Kamal Huening ingresó con el mejor puntaje de ingreso en su generación, estoy seguro de que el material que te ha dado debe de ser de la mejor calidad. - Beomgyu no pudo evitar notar cierto orgullo en las palabras del pelimorado y enarcó sus cejas un momento, sin decir nada. - ¿Puedo preguntarte algo?
- Te escucho.
- ¿Dónde has estado estos últimos días, Beomgyu?
- Eso es... uhm... es un lugar secreto, hyung. - Admitió en una pequeña risa. - Pero no te preocupes, no estoy haciendo nada malo. ¿Puedes confiar en mí? - Volteó a verle, comprobando que había asentido automáticamente.
- Por cierto, he hablado con mamá. - Aclaró su garganta. - Le he dicho que por mis ocupaciones no podría hacerme cargo de Jjanggu al 100% y por tanto tú me ayudarías sacándolo a pasear, ¿he hecho bien?
- Ella dice que es tu perro...
- Dios, Beomgyu, eres tú quien lo rescató, no yo. - Suspiró. - De todas formas, al hablarle de mis estudios, no ha puesto mucha resistencia. Así que si quieres sacarlo, hazlo con toda la confianza del mundo, ¿sí?
- Gracias, hyung.
- Bien, entonces... me iré. - Caminó a la puerta, mirándole de reojo. - Ya sabes, si tienes una duda respecto a tus estudios, puedes consultármela, ¿sí?
- Hyung... - Lo llamó antes de que se retirara, abriendo uno de sus cajones para sacar un celular. - No había tenido oportunidad para hablarte de esto. - Soobin lo miró fijamente, deteniéndose en su antiguo teléfono, el que era sostenido por su hermano. - Ahora que papá me compró un teléfono nuevo, supongo que debo de devolvértelo, ¿no? - Soltó una pequeña risa nerviosa. - Yo... borraré las cosas que tengo y te lo devolveré.
El menor presionó sus labios, apretando el celular entre sus manos. Soobin, por su parte, miró metódicamente esta acción mientras no quitaba los ojos de aquel objeto.
"He registrado mi número en tu celular"
"¿Disculpa? ¿Y por qué querría tu número?"
"Porque vas a llamarme este sábado e invitarme a salir, ¿no es obvio?"
"¿Es tu manera de proponerme una cita, Huening Kai?"
"Más bien, es mi manera de decirte que no me molestaría tener una cita contigo, Soobin"
Recordó esas platicas. Recordó todos esos mensajes. Recordó todas esas fotografías que tomó en secreto y esas tantas donde le obligó a mirar la cámara. Y se sintió tonto, bastante, porque no podía creer que fuera el tipo de persona que recordaba una pasada relación por algo tan tonto como un celular. Mordisqueó su labio, sintiendo su estómago revolverse, y Beomgyu ladeó su cabeza confuso ante la repentina intranquilidad que envolvía el rostro del mayor.
- No lo necesito. - Dijo finalmente. - Puedes quedártelo o... deshacerte de él, ya sabes, dejarlo en uno de esos recipientes que los desechan. - Se encogió de hombros. - No tiene ningún valor para mí.
- Oh... - Beomgyu no pudo evitar sentir cierto alivio al recibir esa respuesta y Soobin se dispuso una vez más a abandonar el cuarto. - Gracias, hyung. - Se apresuró a decir.
- ¿Por qué me agradeces?
- Por estar aquí. - El pelimorado le miró de reojo, confundido, mas sus mejillas se llenaron de rubor al ver la sonrisa que decoraba el rostro de su hermano menor; él simplemente era demasiado lindo y era tan bueno verle sonreír.
- No agradezcas por esas cosas... - Murmuró avergonzado. - Descansa adecuadamente, Gyu. - Y esta vez sí dejó el lugar.