Algo extraño pasaba con Yeonjun.
Ese era el pensamiento que abarcaba toda la mente de Heeseung mientras observaba a su amigo abrazando una chaqueta mientras se hacía ovillo en su cama; y le era difícil no relacionar a Taehyun con su conflicto personal.
Heeseung tenía 9 años cuando conoció a Taehyun y Yeonjun. En ese entonces el mayor era un niño aventurero y travieso que deseaba descubrir qué había en aquella residencia supuestamente abandonada y Heeseung se llevó uno de los más grandes sustos de su vida cuando al dejar de bailar, en el estudio se encontró con el reflejo de dos desconocidos que le observaban. Yeonjun le miraba encantado, su rostro bañado de una dicha inexplicable. Taehyun, muy por el contrario, se aferraba a la mano de su amigo mientras se escondía tras de él, mirándolo con ojos cautelosos que parecían al borde del llanto.
Rápidamente se hicieron amigos y la confianza surgió entre ellos como personas que se conocían de toda la vida. Sin embargo, para el bailarín, siempre estuvo claro que el vínculo entre Taehyun y Yeonjun era por mucho más especial; se amaban. Ambos chicos eran como hermanos, de una manera extraordinaria, incluso él mismo sintió un poco de envidia al notar que sin importar cuántos años pasaran, al final siemore todo se reduciría a ellos dos.
Taehyun se convertiría en su mejor amigo, su confidente, su todo. Más reservado respecto a sí mismo, más cauteloso, Heeseung aprendió de sus pequeños silencios y suaves sonrisas.
Yeonjun, por su parte, era lo más cercano a un hermano; despertaba en él el más sincero deseo de protegerlo. Quizás esto debido a que Yeonjun siempre fue un poco más inmaduro que Taehyun, aún cuando era este último quien parecía depender mucho más de su amigo de infancia.
No obstante, a pesar de conocerse desde el jardín de niños, había otra particularidad entre esos dos: siempre peleaban. A través de esos años, había sido una infinidad de veces las que Heeseung les había visto estar en desacuerdo, explotar debido a la dificultad para permanecer neutrales y pasar horas y hasta un día entero sin hablarse sólo para luego volver donde el otro y hacer como si nada hubiera pasado. Y en esos casos, cuando estaban peleados, siempre era él quien quedaba en el medio; Yeonjun se olvidaría de Taehyun, quien siempre había sido su primera opción, y lo llamaría a él para compartir sus desdichas. Taehyun, en cambio, se mordería la lengua y no se quejaría, pero ignoraría al peliazul y centraría toda su atención en él.
Para su propio bienestar, aquellos chicos crecieron y las peleas se volvieron menos constantes. ¿Pero qué se suponía que debía de pensar ahora que Yeonjun le había llamado únicamente a él después de mucho? Sin importar qué, Heeseung no podía dejar de sentirse alarmado, incluso si intentaba sonreír con empatía.
- Te aferras demasiado a ella, ¿no? - Señaló la chaqueta que el peliazul sostenía. - Supongo que tu amigo de los mensajes es más especial de lo que estás dispuesto a admitir. - Su tono era juguetón, intentando animarlo, sin embargo, la mirada de Yeonjun sólo oscureció mientras apartaba la prenda.
- Hee, yo... estoy confundido. - Admitió con voz pausada. - Mi amigo, el de los mensajes... creo que ya sé quién es.
- ¿En serio? ¿Te ha dicho su nombre? - Heeseung se abalanzó animado sobre la cama. - ¿Por qué luces así entonces? ¡Es bueno tener una pista de él! ¿No era eso lo que querías?
- Heeseung...
- ¡Imagínate! Dijiste que el chico era de Daegu, ¿no? ¡Incluso podrían encontrarse! Eso sería tan de...
- Beomgyu. - Interrumpió con voz temblorosa. - Creo que se trata de Beomgyu.
La sonrisa en labios del pelinegro se desvaneció a la vez que su ceño se fruncía. Se acomodó sobre el colchón, mirándole meditabundo, intentando comprender de dónde salía tal disparate. ¿Cómo aquel chico podía tratarse de Beomgyu? ¿Y de dónde había sacado Yeonjun aquella idea?
- Sé que suena como una locura. - Las manos del mayor se cerraron en la chaqueta a la vez que aclaraba su garganta. - No obstante, tiene más sentido del que crees, ¿sabes?
- Explícame.
- Bien, esto es... es difícil. - Farfulló. - Este chico tiene 16 años y... Beomgyu también tiene 16, ¿no?
- Sí, Beomgyu y quién sabe cuántos chicos más, Yeonjun. - La mirada del menor volvió a llenarse de diversión.
- ¡No es sólo eso! - Rascó su cabeza. - La manera en la que ambos hablan es... tan similar. - Apartó la mirada. - Mi amigo de los mensajes dice cosas lindas sobre mí e intenta animarme siempre. Beomgyu, por su parte, es completamente igual. Ninguno de los dos me juzga, ellos siempre dicen lo que quiero o necesito leer o escuchar, ellos provocan... exactamente lo mismo en mí.
- Sigue siendo vago, hyung. - La diversión se había extinguido una vez más, pues para Heeseung era demasiado fácil notar cuan en serio sonaban las suposiciones de Yeonjun.
- Ellos... uhm... me llaman de la misma manera. - Su voz se volvió más baja, insegura.
- ¿Cómo?
- Kim Yeonjun. - Lee mordió su labio, mirándole con empatía.
- Sí, mira, Yeonjun hyung, ese es... es tu nombre. - Intentó explicarle con suavidad. - Sería extraño que no te llamaran así.
- ¡Él simplemente debería llamarme hyung! - Exclamó. - ¡El chico de los mensajes nació en Daegu! ¿Sabes quién más nació en Daegu? ¡Beomgyu!
- Yeonjun...
- ¡Mi chico de los mensajes tiene problemas familiares! ¡¿Sabes quién más tiene esos problemas, Heeseung?!
- Hyung, detente, esto no es...
- El chico de los mensajes se hizo cercano a Taehyun y Beomgyu... Beomgyu también. - Su voz se quebró. - ¿Cómo no puedes verlo?
- ¿Es por eso que me llamaste a mí y no a Taehyun? - Yeonjun no respondió. - Hyung, ¿crees que Taehyun te ocultaría algo así?
- Él lo hace. - Expresó con seguridad. - Él lo está encubriendo.
- No, hyung, te estás precipitando, no tienes pruebas contundentes de ello. - Intentó calmarlo, la mirada del peliazul sólo oscureció más. - Además, de ser Beomgyu, ¿por qué te lo ocultaría? ¿No sería eso extraño?