Beomgyu gateaba por detrás del sofá, asegurándose de ser silencioso. Sólo la tele se escuchaba de fondo en el salón y se preguntó seriamente si su hermano mayor seguía ahí, esperando por él. Se asomó por el mueble, sólo un poco, buscando a Soobin, pero en su campo de visión no había rastro de él. Se puso de pie finalmente, mirando en todas las direcciones al no encontrar a su hermano y rodeó el sofá, sin percatarse de que Soobin había estado todo el tiempo ahí recostado, esperando por su despiste.
- ¡Te tengo! - Y lo próximo que supo Beomgyu era que alguien había saltado sobre él para comenzar una guerra de cosquillas donde el único que se retorcía debido al ataque era él.
- ¡Basta! ¡Basta! - Suplicó casi sin aire, intentando arrastrarse por la alfombra lejos de su hermano, pero este no tenía ni el más mínimo de piedad con él. - ¡Hyung!
- ¡Di que soy el mejor hermano del mundo y que eres el niño más afortunado del mundo al ser mi hermano menor!
- ¡No! - El mayor insistió con las cosquillas, provocando que le doliera el estómago. - ¡Ba-basta! - Lloriqueó. - ¡Eres el mejor hermano del mundo y soy el niño más afortunado del mundo por ser tu hermano menor! - Se rindió finalmente y el mayor detuvo las cosquillas.
- Di que soy el niño más guapo del colegio.
- Eunwoo es más lindo... - Pensó en voz alta el menor, con las mejillas coloradas. Soobin no tardó en hacer un nuevo ataque en su contra. - ¡Lo eres! ¡Eres el niño más guapo del colegio!
- Por supuesto. - Soobin alejó sus manos de él y peinó su flequillo mientras le dedicaba una mirada llena de ofensa. - ¿Dónde está tu fidelidad, Gyu? ¡Sólo tienes que apoyarme a mí! - Beomgyu respiró entrecortadamente, mirándole desde abajo mientras secaba las lágrimas que se habían escapado de tanto reír. - ¿Estás bien? - Y su tono ahora sí contenía cierta preocupación al notar que el menor apenas se estaba recuperando.
Beomgyu se reincorporó, asintiendo levemente mientras lo miraba con una mueca en los labios, disgustado. Él amaba a su hermano mayor, pero odiaba las guerras de cosquillas, pues siempre perdía. Sobre todo, no podía creer que luego de tal tortura, Soobin simplemente le sonriera con inocencia, como si no fuera consciente de que había estado a punto de matarlo un minuto antes.
- ¿Por qué me miras así? - Soobin lo pinchó con sus dedos en las costillas, provocando que el menor se quejara. - Si te llevo a caballito, ¿me perdonas? - Intentó negociar con él, recibiendo sólo una mirada indiferente. - Un abrazo. ¿Quieres un abrazo? - Extendió sus brazos hacia él, sonriendo de la manera más encantadora posible.
Beomgyu suspiró, rendido, y no tardó en subirse al regazo de su hermano mayor para rodearlo como si de un pequeño koala se tratara.
- Ya no te voy a querer. - Murmuró contra su ropa.
- ¿No? - Beomgyu negó con la cabeza. - Pues yo te voy a querer siempre de todas formas. - El menor se distanció, haciendo un puchero con su labio inferior. - Ah, Gyu, tú te ves realmente feo ahora. - Lo molestó.
- ¡No es cierto! ¡Yo no me veo feo! - Se quejó mientras el mayor reía.
- Papá dijo que si ponías tu labio así, ¡se quedaría de esa forma para siempre! - Atrapó su labio entre sus dedos, tirando de él para fastidiarle, sin contar con que el menor se soltaría para morderle la mano. - ¡Hey! ¡Me dejas tus babas! - Miró su mano mordida con asco mientras Beomgyu sonreía brillantemente.
- Hyung. - Llamó con voz mimada, inclinándose sobre él. - Hyung, te quiero muchísimo. - Aseguró antes de dar un sonoro beso en su mejilla.
- ¡Lo estás haciendo a propósito! - Soobin secó los restos de saliva de su mejilla, mirándole con el ceño fruncido. - ¡Das besos igual que los bebés!
- ¡Es porque soy pequeño! - Soobin intentaba liberarse de su agarre, el menor no dejaba de sonreír con burla mientras le rodeaba por el cuello. - Ven, hyung, ¡te daré muchos besitos!
- ¡No quiero!
- ¡Muchos, muchos! - Prometió.
- ¡Basta! - Sin embargo, Beomgyu volvía a besar su mejilla, dejando restos de saliva ahí. - ¡Eres asqueroso! - Y ese comentario bastó para que el pequeño se detuviera, alejándose para mirar con ojos grandes y asustadizos a su hermano mayor. - ¿G-Gyu? - La voz de Soobin tembló al percatarse del cambio en su hermanito.
- Los niños... los niños de la escuela dicen lo mismo. - Habló en voz baja, su mirada oscureciendo debido a la tristeza. - Hyung, ¿por qué soy asqueroso?
Soobin lo miró, intentando encontrar una respuesta para ese tipo de comentarios, pero incluso para él era difícil comprender las razones que llevaban a los demás a decir cosas desagradables respecto a su hermano y se sintió culpable por no medir sus propias palabras. La pena había embargado a Beomgyu en un parpadeo e intentó sonreír para animarlo, tomando su rostro y pellizcando sus mejillas para llamar su atención.
- No eres asqueroso. - Aseguró. - Yo sólo me equivoqué de palabra, ¿sí? No la repitas, es una palabra fea.
- Palabra fea. - Repitió. - Mis compañeros dicen muchas palabras feas.
- Es porque son tontos, no les hagas caso.
- "Tontos" también es una palabra fea. - Acusó Beomgyu y Soobin mordió su lengua.
- Pero eso no importa ahora, ¿ya? Lo importante es que Gyu es un niño muy lindo, así que no debes hacer caso de los niños molestos. - Le animó, depositando un besito en su frente. - Ya sé, ¿quieres ver una película? - Y eso bastó para que la mirada del pequeño volviera a brillar.
- ¿Puedo elegir la que quiera? - Soobin asintió. - ¡Elegiré una entonces! - Y sin agregar más, salió corriendo en dirección a su cuarto.
Soobin se levantó con la intención de ordenar el sofá luego de haber estado jugando con el pequeño, sin embargo, sus intenciones quedaron sólo en eso al percatarse de la presencia de su madre desde el otro lado del salón. El niño siempre había sido demasiado observador, demasiado detallista, y en esa oportunidad no fue la excepción, pues no pasó desapercibido el semblante de aquella mujer. Desde un tiempo su rostro había dejado de expresar su clara felicidad y le era difícil entender qué pasaba por su mente.