No Soy Yo

Diecisiete

          — Toni, ¿podrás tomarnos alguna foto el sábado? mi hermana Carol quiere verme y como no podrá asistir...

 Toni y Melissa bailaban en el pabellón de deportes, estaban en la clase de Bailes de salón y practicaban un vals que les acababan de enseñar.

            — Por supuesto,  hubiera hecho fotos igualmente aunque  no me lo hubieses pedido. Aunque pido una condición a cambio...— ella movió la cabeza sonriendo sin hacerle mucho caso:

            — ¿Qué condición quieres?

            — Pues quedarme con una.— La chica se apartó un poco de él con expresión sorprendida:

            — Pero si vas a ver toda la obra, ¿para qué quieres una foto?

            — No me has entendido boba, quiero una foto en la que salgas tú sola.— ella tragó saliva.

            — ¿Yo sola?

            — Quiero tener un recuerdo tuyo vestida de gato, seguro que estas muy divertida, hazlo bien, ¿eh?— Melissa bajó los ojos y murmuró:

            — Haré lo que pueda, solo de pensarlo me matan los nervios, menos mal que solo salgo un rato. — entonces pararon de golpe al interrumpirles Hannah, que acababa de llegar de la clase de teatro; parecía muy agitada.

            — ¡Vamos, tenemos que seguir con la obra!

            — ¡Pero si todavía no ha terminado la clase de baile!— dijo Toni— ¿que prisa tenéis?

            — Hace ya rato que han empezado, vamosToni, puedes ir con los demás, están en el patio, pero luego irán algunos a la montaña a probar el ala delta.— dijo Hannah estirando a su amiga hacia la salida.

            En la clase donde tenía lugar la improvisada obra, ensayaban un trozo donde ellas dos no salían. Al verlas llegar, la profesora y que hacía de narrador, se dirigió a Hannah:

            — Vamos, ahora te tocará a ti entrar a escena, ¿traes el guión?

 Era la escena del Acto III en el jardín de la reina de corazones.

            — “Las cartas están discutiendo sobre quien pinta mejor las rosas blancas del rosal y Alicia aparece muy extrañada, porque nunca antes había visto a alguien cambiar el color de las flores con un pincel.”— leyó la profesora, que hacía de narrador.

            Hannah se acercó despacio y con semblante extrañado, y les dijo a los tres chicos arrodillados que hacían ver que pintaban unas flores invisibles, leyendo la parte de su guión:

            — ¿Podríais decirme por qué estáis pintando esas rosas? me parece que el color que tienen es muy... —pero una de las cartas, sin esperar a que continuase, e acercó a ella mirando a ambos lados temerosa y diciéndole en voz baja, pero lo suficientemente alto para que el público pudiese oírlo:

            — Vera señorita... en un principio este rosal tenía que haber sido de rosas rojas y por una estúpida equivocación, nosotros los jardineros reales, plantamos uno de rosas blancas, ¡oh! si la reina se llegara a enterar...— se pasó un dedo por el cuello— ... ¡nos haría cortar la cabeza a los tres! así es que, como puede comprobar, estamos haciendo lo posible para que...

            — Ahora William, señalas a la lejanía gritando ¡la reina, la reina!— dijo la profesora señalando a una de las cartas que restaba en un rincón, como vigilando.

            Melissa, mientras todo esto sucedía, se sentó en una de las sillas junto a los que en aquel momento no actuaban.

             — Lo hacen bien, ¿verdad?— le dijo uno de los chicos.

            Ella se limitó a asentir y se imaginó en el día del estreno, con Hannah de artista principal, metida en un vestido azul y con aquel cabello casi blanco suelto, o mejor cogido para atrás con una diadema. Alicia le quedaba que ni pintada.

            —  “... suena una música estridente y llega una comitiva de cartas, con el rey y la reina detrás” (lo de la música ya lo solucionaremos más adelante), ¡vosotros, rápido!— dirigiéndose a la pareja que hacían de monarcas— poneos detrás y ofreced un aspecto imponente. Tu Alicia, te sorprendes y no sabes si quedarte donde estas o marcharte por donde has venido. Te toca a ti, Rose.

            — ¿Quien es esa?— dijo la que hacía de reina. “La carta que está a su lado solamente se inclina y sonríe con aspecto bobalicón”.—¡idiota!— la reina indignada se dirige hacia Alicia— ¿cómo te llamas, niña?

            — Mi nombre es Alicia, majestad.

            — Tienes que hacer una larga y exagerada reverencia mientras hablas, te parece gracioso estar ante un simple naipe, aunque sea una reina y te lo tomas todo a broma.— le informó la profesora a Hannah.

            — ¿Y quienes son esos?— le preguntó la reina continuando con su interpretación, señalando a las tres cartas que temblaban en un rincón.

             — ¿Cómo quiere que lo sepa? no es cosa mía.

            — ¡Impertinente!¡decapitadla ahora mismo!— el chico que hacía de rey, (el papel le quedaba perfecto ya que era un chico un poco esmirriado, más bajito que la chica rolliza que hacía de reina), le dijo al oído:

            —Considerad querida, que al fin y al cabo no es más que una niña, una criatura que no sabe lo que se dice.— e hizo un además despectivo, mirando a Alicia. Melissa sonrió: era todo tan real...




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