No sueltes mi mano

Capítulo 7: No llores

Isabella
¡Demonios! Es mi primera reacción decir eso al entrar a la cocina, todo está sucio y desorganizado, sé que Bastian seguro dio la orden para dejar la cocina así para mí y hacerme difícil mi trabajo, por Dios! sí que estoy loca, yo trabajando para alguien más, a mí que nunca me han dado órdenes, odio eso y si sé cocinar es solo porque mis padres son grandes chefs con restaurantes por todos lados

— Mira la secuestradora — volteo al escuchar a la madre de Vanesa que entra a la cocina sonriendo— la verdad no entiendo por qué Bastian te dio trabajo— se acerca a mi

— No secuestré a su hija

— y yo solo diré esto una vez, aléjate de Bastian, no sé que él te vio para no demandarte, pero no te quiero cerca de él, es mi futuro esposo

— Yo solo estoy aquí por el dinero señora

— Claro—ríe — conozco a las zorras como tú — zorra? ¿me ha llamado zorra? ella continúa hablando, pero dejo de escucharla y comienzo a imaginarme que la tomo del cabello y la saco de la cocina a rastras, maldita, llamarme zorra a mí, está loca? bueno, la loca soy yo, pero ella— ¿Me entiendes? — cuestiona sacándome de mis agradables pensamientos y la veo coger una jarra con jugo y un vaso

— Aja — digo asintiendo, ¿qué me habrá dicho?

— Bien porque no lo voy a repetir— ríe — te haré un infierno aquí hasta que te vayas — masculla y deja caer al suelo la jarra y el vaso, ambos se rompen llenando todo de jugo y cristales, respiro hondo para no coger un cristal y hacérselo comer a la desgraciada — limpia bien sirvienta— sale riéndose, yo miro todo el panorama, tengo trabajo

Me concentro primero en limpiar donde voy a cocinar, no hay nadie ayudándome, no bromeaba Bastian cuando les dijo a todos los de la cocina que me quería sola aquí, luego de poner la comida a hacerse comienzo a limpiar el suelo, cosa que nunca he hecho y soy tan torpe que me corto más de una vez las manos con el vidrio

— ¡Diablos! — bramo al volver a cortarme, miro mis manos, mala idea al ver la sangre y mi mente viaja al pasado jugándome una mala pasada, la sangre, los vidrios rotos, la vista se me empaña, las manos me tiemblan y vuelvo a ver frente a mí, en mis brazos a mi hija, sin vida, con sangre

— No... no— repito, paso mis manos por mi ropa para quitar la sangre, pero sigo viéndola y hasta veo más, cierro mis ojos, solo es mi cabeza, Isabella contrólate

— Isabella—miro hacia la puerta y ahí veo a Bastian de pie frente a mí mirándome preocupado — ¿Estás bien? — se agacha frente a mí y toma mis manos, lo miro con detenimiento y entonces me doy cuenta de que no es Bastian, es su hermano

— Solo me corté— murmuro, él entrecierra sus ojos y pasa sus manos por mis mejillas

— No llores— murmura— ven, hay que limpiarte toda esa sangre — me ayuda a levantarme

— Pero debo terminar de limpiar

— Luego lo haces, ven— me guía hasta una puerta y me hace entrar, parece su habitación y luego me guía hasta un baño, lavo mi rostro y mis manos, pero veo mi blusa llena de sangre

— Ponte esto— me extiende otra blusa y la acepto con un gracias, al salir del cuarto de baño él está sobre la cama— Siéntate, hay que curar la herida de tus manos— obedezco y toma mis manos

— Gracias

— Por qué te pusiste así al cortarte? — me quejo cuando limpia las heridas y ríe — por cierto soy Álex no Bastian

— Lo sé — murmuro, él mira mi rostro y me incomoda cuando se queda demasiado mirándome

— ¿Interrumpo? — miro hacia la puerta y me pongo de pie a la velocidad de la luz al ver a Bastian ahí

— Solo curo sus heridas — responde su hermano

— Dime Isabella, no deberías estar en la cocina? no se quema nada?

— Mierda! — chillo y salgo corriendo hacia la cocina donde sí, todo lo que dejé se está quemando, por Dios! cuanto tiempo pasé llorando en el suelo y cuanto tiempo pasé en la habitación de Álex? Observo con pesar toda la comida echada a perder

— Fantástico! — Bastian entra aplaudiendo y lo miro— todo quemado— mira al suelo— todo sucio lleno de jugo, cristales y sangre, ¿acaso no que podías ser chef?

— Me corté y

— Dime— se acerca a mí— falta una hora para la comida, tengo invitados y que le doy de comer? ¿esta porquería que has hecho?

— Lo arreglaré— digo mirando todo— la comida estará en una hora y

— Sabes cuanto me haces gastar tirando toda esa comida?! — me grita— te di una oportunidad y no sirves para nada

— Odio que me griten— mascullo cansada ya de Bastian y de todos en esta casa

— Y te dije que a mí lo que odies me da igual Isabella, ¿Qué harás en una hora? — vuelve a gritarme mientras mi mente trabaja a mil mirando la comida— ¡nada! Eso harás porque en todas estas horas que has estado aquí no has hecho nada, solo has desperdiciado comida y

— ¡Cállate! — soy yo quien exploto ahora mirando unos ojos llenos de furia — Cállate, odio que me griten y no paras de hacerlo, te crees perfecto cuando nada de esto es mi culpa, desde el principio me lo pusiste difícil, luego tu novia vino a joder el día lanzando todo al suelo para que limpiara, sé cocinar bien, pero así no se puede y solo gritas y gritas cuando intento buscar una solución porque eres un maldito engreído que hasta el papel de padre le queda grande y que no ve que su hija no es feliz en esta casa porque nadie la trata como se merece— suelto todo cansada

— Y yo no debí confiar — se acerca más a mí— en una loca suicida — solo soy consiente de mi mano impactar en su mejilla dejando esta roja, ahora sí que la he jodido — ¡Largo! — masculla señalando la salida— Fuera de mi casa, estás despedida — trago en seco, Diablos! no duré ni medio día. 




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