No te acerques a Holden Scott

Capitulo 2

"No elegimos a los otros al azar. Nos encontramos con aquellos que
existe ya en nuestro 
inconsciente."

Sigmund Freud

. . .

—¿Díganme que no solo a mí me parece extraño que le hayan dado una casa como esta a Patrick?

—Abbi—regañó mi madre desde su closet.

La casa era descomunal, era cierto. Desde el momento que estacionamos el auto frente a la entrada y el GPS nos indico que habíamos llegado ambos estiramos el cuello esperando ver algún tipo de casa oculta detrás o alrededor de la casa más grande.

—¿Patrick vende drogas?—Preguntó mi hermana cuando nos bajamos con los bolsos colgados al hombro, sin poder cerrar la boca del asombro. Mi madre nos chito sosteniendo el manojo de llaves y camino hacia la puerta dudando, como si tampoco creyera que esa era realmente la casa. Pero si lo era y cuando la cerradura giro dimos un respingo.

—Definitivamente vende drogas—exclamé arrastrando mis cosas dentro.

La casa tenía un piso y un altillo, sótano, piscina y una casilla algo maltrecha donde guaríamos las cosas de jardinería si la tuviéramos. La cocina era del tamaño de nuestro departamento en la ciudad y cada habitación tenía su propio baño. Nunca, ni en nuestro más fantasioso sueño, hubiéramos imaginado vivir allí.

Había seis habitaciones en el segundo piso y en la planta baja, esas, según Patrick, era para las visitas. Aunque nadie vendría a visitarnos tan lejos.

Abbi y yo nos instalamos en las habitación junto a las escaleras, uno a cada lado, y mi madre con Patrick tomaron la más grande al final del pasillo. La mía daba el jardín trasero y parte también podía ver parte del jardín del vecino. Tenía muebles por lo que no tuvimos problemas en instalarnos y solo tuvimos que distribuir la ropa y armar las camas.

Al terminar nos acercamos a la habitación principal, Patrick había salido a recibir una llamada y Abbi me indicó ir a ayudar a mi madre antes de dormir, pero ella no quería nuestra ayuda por lo que nos limitamos a recostarnos a verla ir y venir por la habitación.

—¿Iremos a la escuela del pueblo?—Pregunté cuando comenzó a acomodar sus camisas.

Ella me miró por encima del hombro.

—Aún no lo se. El señor Hope dijo que la escuela fuera de pueblo era mejor.

—¿El señor Hope?—Miré a Abbi encoger los hombros.

—El hombre que nos dio las indicaciones.

—¿Se llama Hope?—Mi madre volvió a mirarme por encima del hombro para comprobar que hablaba en serio y suspiró rodando los ojos.—No oí que dijera su nombre.

—Lo dijo.

—Es un hombre extraño—murmuró mi hermana cabizbaja. La miré extrañado.

—¿A qué te refieres?

—A mí me pareció de lo más normal—anunció mi madre desde su closet.—Nos invito a su fiesta de navidad también.

—¿Navidad?—Pregunté confundido—, Pero estamos en Agosto. Faltan meses...

—Lo se—mi madre salió de closet con varias camisas en la mano y comenzó a colocarlas en sus respectivas perchas con paciencia.—Pero creo que fue un buen gesto de bienvenida y quizás para diciembre ya nos hayamos integrado entre los vecinos.

—Nos tienes mucha estima—murmuró Abbi levantándose de la cama con un suspiro. La miré caminar hacia la puerta y desaparecer en el pasillo en silencio.

Mi madre también la miró, parecía estar pensando en algo y la línea entre sus cejas se profundizaba cada vez más pero no dijo nada al respecto. Colocó las camisas de una en una, las volvió a colgar en el closet y me indicó ayudarle a subir los bolsos vacíos en los estantes de arriba.

—Ma—llamé cuando estuve parado encima de uno de los bancos, esperando que me entregue el bolso, y continué cuando me hizo un gesto con la cabeza—, ¿Cómo consiguió Patrick esta casa?

Cerró el cierre con un suspiró cansado y me lo entregó.

—Era la casa de un familiar, creo que era su primo.

—¿Y se la regalo?—Use más fuerza para subirla a la cima de los estantes y por equivocación golpeé el panel de madera que cubría el techo del closet. Este se movió unos centímetros arriba desencajándose, pero decidí no mencionarlo cuando mi madre me entrego el segundo bolso.

—No, creo que se le presto. No viene seguido y esta casa la tienen abandonada.

—¿Por qué abandonas una casa tan grande?—Subí el segundo bolso con más cuidado.

—¿Porqué cambias de trabajo? No lo se—encogió los hombros—, quizás no podía mantenerla o simplemente no quería vivir en el pueblo.

Asentí pensativo y termine por subir los otros bolsos que faltaban. No era mucho, el de Abbi y el mío eran los más pequeños, pero ocupaban buena parte del espacio cuando los termine de acomodar y el panel de madera quedo suspendido, empujado por mi bolso hacia arriba. Pero no lograba verse si no te subías al banco de madera por lo que no lo mencione, bajé y volví a mi habitación.

. . .

Una semana más tarde comenzamos con la escuela. No era gran cosa para estar fuera del pueblo pero al parecer si era la más popular entre los padres. Un autobús pasaba a unas cuadras de la casa a recoger un puñado de alumnos y luego iba hacia el centro a recoger otro hasta llenarse y partir hacia la escuela.

Era grande, de varios pisos y con cristales cubiertos de barrotes.

—Seguramente para que los alumnos no se lancen de lo aburrido que es—musitó Abbi cuando la vimos por primera vez y me reí pero no podía estar más de acuerdo. Esa escuela era muy aburrida y las personas que asistían también. Todos eran amable, todos serviciales y muy simpáticos. A Abbi la desilusiono.—Esperaba tener que pelearme contra Regina George.

Yo también.

Para la segunda semana ya nos habíamos adaptado bien. Tenía un pequeño grupo de amigos conformado por Charlie y Abbi y yo y varios compañeros que nos seguían de clase en clase y se portaban amables. Sobre todo Sara, una chica de la clase de Abbi con cabello lacio y rubio con rostro suave y sonrisa brillante que no perdía ocasión de acercarse a nosotros durante los recreos. Ambas parecían congeniar bien, era inteligente y iba a adelantada en su clase por lo que ayudaba mucho a Abbi a adaptarse.



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En el texto hay: misterio, suspenso, boy love

Editado: 31.03.2022

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