Una semana después
Natalia seguía estando en Herculano. Veía a las personas pasar todo el tiempo, se asombraba de que no sentía ninguna necesidad humana como comer o ir al baño, eran una de las pocas cosas que le gustaba de ser fantasma.
No se había puesto el dije porque no quería que nadie la viera, pero un día, ella se encontraba acostada en el césped viendo la luna, cuando comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza.
—Ah… —Se quejó colocando su mano izquierda en su frente.
—Natalia… —Dijo una voz gruesa. Movió su cabeza tratando de ver quien la llamaba, pero nada, no había nadie, ni una persona, como era las cuatro de la mañana, no había nadie por allí.
— ¿Quién me llama?
—Eso no importa, ¿Quieres volver a estar en el paraíso? Sé que no quieres ser un fantasma viviendo en el mundo de los vivos. Yo puedo darte eso, solo si haces unas cosas por mí. — Dijo la voz, Natalia cruzó sus brazos y se puso a ver a un punto fijo levantándose, lo pensó por unos segundos y luego asintió lentamente.
— De acuerdo, ¿qué tengo que hacer?
—…
—…
—…
Mónica se encontraba en su cama leyendo su pasaporte, aparecía el nombre de “Mónica Fiore”. Cuando tenía dos meses de estar viviendo en Alemania, tuvo que contratar a un hombre para que le creara una identidad falsa, según sus documentos había nacido en Roma y había puesto que había nacido unos años antes, en todos sus documentos, usaba una peluca de color amarillo. Tuvieron que hacerlo para que nadie comenzara a sospechar y así ellos pudieran vivir una vida tranquila en Alemania, o que cuando le pidieran alguno de sus documentos en Italia, no recordaran sobre su accidente, que salió en televisión nacional.
Pero ahora había un problema que no se le iba de su mente, era que como vio a Natalia muy alterada, no había podido ayudarla. Se preguntaba si alguna vez la volvería a ver para darle a entender que ser una fantasma no era tan malo como ella creía.
—Mon, debemos ir a trabajar. —Le dijo Christopher abriendo la puerta, Mónica se levantó y cuando iba saliendo, vio a Fiorella en la sala viendo las noticias.
—Acaban de conseguir a un hombre muerto en Herculano, Italia, un testigo pudo grabar el suceso. —Dijo la periodista.
Mónica se sentó en el sofá y comenzó a verlo, esa era la ciudad que le gustaba a Natalia, ¿y si ella se encontraba allá?
En el video, aparecía una joven de cabello amarillo, con una navaja, apuñalando a un hombre en su pecho, y, cuando la policía había tratado de detenerla, se había quitado su dije desapareciendo al instante.
—Lamentablemente, el hombre murió apenas llegó al hospital, la joven se parece a Natalia Napolitano, la chica que murió al caer por un precipicio con Mónica Valentini el año pasado en Venosa, Italia, ¿qué opinan? ¿Creen que se trata de un simple truco? No sé ustedes, pero no es posible que sea Natalia, consiguieron su cuerpo y lo enterraron, ¿o será que estamos rodeados por seres paranormales? Ahora hablemos de deportes… — Dijo la reportera, pero Mónica apagó la televisión. Tanto Fiorella como Christopher la miraron, Mónica estaba muy asombrada, Natalia no era una asesina.
— ¿Qué harás? —Le preguntó Fiorella luego de haber estado por unos minutos en silencio.
—Tengo que encontrarla, ella no puede estar asesinando personas, diles a los de mi trabajo que estoy enferma, Chris, iré sola, ustedes se quedarán aquí. —Dijo Mónica para luego levantarse y salir por la puerta, Christopher y Fiorella se quedaron viendo por donde ella había salido, esa sería una larga semana.
—…
—…
—…
Natalia se encontraba en la Casa de los Ciervos, en una parte donde no pasaban personas.
— ¿Ves? Te dije que podía demostrarte mi lealtad hacia ti, ya maté a ese hombre, ahora Mónica lo debió haber visto por televisión, lo más seguro es que no tarde mucho en aparecer, pero la pregunta que tengo es… ¿Por qué quieres que viva con ella? —Dijo esperando a que apareciera la voz.
—Eso es algo que no te puedo decir aún, quiero ver si logras hacer todo lo que te pido para que puedas volver al paraíso.
Natalia frunció el ceño sin creerle mucho a la voz lo que había dicho, pero quería irse, necesitaba irse, esperaba que esa voz no la obligara a hacerle algo a Mónica, ella seguía siendo su mejor amiga, a pesar de todo.
—De acuerdo, me quedaré aquí, ella sabe lo mucho que me gustaba este lugar.
Unas horas después
Mónica llegó Herculano, apenas era pasadas las 2 de la tarde, fue a la Casa de los Ciervos y comenzó a buscar a Natalia, esta última, al ver a su amiga, se puso su dije apareciendo detrás de ella.
—Mónica.
Al escuchar su nombre, la recién llegada se volteó y la observó.
—Natalia, vi en las noticias que asesinaron a un hombre acá, la persona que lo hizo era muy parecida a ti, pero ¿lo hiciste? ¿Lo asesinaste?
Natalia suspiró, tenía que convencer a Mónica que estaba arrepentida por haberlo hecho, no es como si le hubiera gustado haberle quitado la vida a ese hombre, pero no tenía opción. Esa voz se lo había pedido para demostrarle que ella si podía hacer lo que pidiera y así poder volver al paraíso.