𝑬𝒍𝒊𝒂́𝒏 𝑱𝒐𝒏𝒆𝒔
Fue un momento muy incómodo, estaba sentado platicando sobre el siguiente partido cuando Ellen se acercó muy feliz y muy cómodamente se sentaba a mi lado, la miré extrañado, si bien nos habíamos encontrado de casualidad en el polideportivo en donde estaba practicando. Pero fue una charla trivial, de ¿Como estas? y ¿Qué estás haciendo acá?, nada fuera de lo normal. Ella aseguraba que habíamos mantenido una conversación la noche anterior.
—Mira y al final me dijiste que pasara contigo este tiempo— Ellen tenía agregado ese contacto como Lindo Mio.
—Déjame ver el número— Entra al perfil y ahí está el error. Es igualito al mio con la excepción del último número terminado en cuatro.
—Ese no es mi número.
—Pero, me trato como tú lo haces y me dijo que nos viéramos aquí— lee el último mensaje que el desconocido le mandó.
—Pues debe ser alguien de aquí, para pretender conocernos— Ella comenzó a mandarle mensajes tratando de averiguar quien es.
—Probablemente ese tipo, te jugó un broma por andar escribiendo tan tarde— Ellen lo mira mal a lo que él solo se encoge de hombros.
—Y yo me creí afortunada de que quisieras pasar tiempo conmigo— dijo ella en lo que se acercaba más.
—No me mal entiendas eres linda pero, no estoy buscando pareja y tampoco deseo ofrecerte una amistad— Si aceptaba que se volviera de mi círculo, estaría más cerca de los chismes, porque claramente sus amigas no dejarían pasar la oportunidad de tener un chisme de pasillo.
—Tan caballeroso como siempre— Susurra Santiago en modo de burla, lo pateó por debajo de la mesa. —¡Oh! pero qué te pasa..
—Bueno los dejo.
Sin más se va en lo que suena la campana. Nos dirigimos hacia la siguiente clase, Santiago se quedó atrás buscando sus cosas antes de alcanzarme.
Como dijo Ellen, podría ser alguien del instituto como para saber de que Jones le estaba hablando, una pequeña broma como insinuó Santiago por molestar a tan altas horas de la noche o simplemente una casualidad ya que probablemente el tipo le dijo un lugar aleatorio.
—Ya que es el mismo número que el tuyo deberíamos llamar y así encontramos al suplantador de identidades— dijo entrando conmigo al aula.
—Es muy raro, es idéntico al mío solo que el último número es diferente— dije avanzando hacia atrás donde se encontraba mi puesto.
—No le prestes atención, un loco haciéndose pasar por ti— dijo mi amigo sentándose dos puestos más atrás.
—Pero, debe ser de aquí.
El profesor de historia hace presencia al entrar a clase con sus increíbles enciclopedias, están muy desgastadas pero según él es mejor buscar en esos libros que encontrar información errónea en internet. Nos pone un trabajo en grupos, termino de cuadrar los detalles de donde y que monumento vamos a escoger con mi amigo. La clase termina con el profesor anunciando que tenemos ocho días para entregar la investigación.
Iba de camino a la salida, cuando una chica tropezó conmigo en medio de una discusión por celular por lo que pude alcanzar a escuchar. Hasta que esta familiar forma de chocar y su actitud de enojona me llamó la atención, me fui detrás de ella tratando de averiguar si era la misma chica de la feria y del pequeño incidente en el teatro. Cuando quede a pocos pasos de ella, logré ver que efectivamente era quien yo pensaba, su sutil forma de siempre estar chocando conmigo me hizo reir.
Cuando vi que colgó con un resoplido me hizo aún más gracia su actitud.
—Así, que eres tú— Hice acto de presencia en lo que pude notar como se tensaba por la repentina forma de hablarle.
—Mm… Hola Jones— dijo en lo que se retorcía los dedos de las manos, dándo me a entender que estaba nerviosa.
—Tan despistada como siempre— me miro raro.
—No lo soy, solo estaba distraída
—Lo pude notar, por la forma en que me chocaste y ni unas disculpas de tu parte recibo— me indigna.
—¿Te choque?— Asiento obviando la pregunta. —Oh, lo siento como dije estaba distraída— me da una sonrisa de oreja a oreja que da miedo.
—Creo que alguien de verdad si necesita tener ojos en la espalda.
—Ja Ja no pues, don comedia— dice haciéndome mala cara.
Una notificación sonó en mi celular. Mire la barra de notificaciones leyendo el mensaje, era urgente y requería que saliera rápido. Su mensaje era corto pero contundente.
—Fue un gusto hablar contigo, pero me tengo que ir— dije en lo que emprendía hacia mi destino.
—Okey, mmm.. suerte supongo— escucho como dice a mis espaldas, en lo que me adentro al auto que me esperaba en la salida.
—Tenemos que hablar…
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Estaba en mi cuarto repasando mis notas para el examen de mañana, mi método de estudio siempre era el mismo, treinta minutos repasando todo lo que tomé por apuntes en clase más otros que saco de internet. Luego treinta minutos recitando en voz alta todo lo que mi mente se acuerda y guarda como información valiosa, una y otra vez repitiendo el mismo proceso. Muy pocas veces pierdo un examen por no estudiar, claro que no siempre obtengo la nota más alta pero nunca pierdo alguno.