No te esperaba

Capitulo 5

—tu, nueva… recoge todo de aquí, y tu ayúdala —ambas chicas asintieron recogiendo las cajas de vino vacías y dejándolas fuera del camino del personal de la cocina, desde hace más de cuatro horas Layla ha estado caminando de un lado para el otro limpiando y sirviendo copas que sus compañeros incluida Vera llevaban al salón; su nuevo jefe estaba de buen humor cuando llego, pero apenas los invitados aparecieron comenzó a estresarse a niveles astronómicos.

 

Layla por lo menos no tuvo que preocuparse por arruinar una bandeja de copas o bocadillos por su mal pulso, así que eso es mejor que nada, caminar por estrechos pasillos y aparecer solo para limpiar el desastre que esas personas ricas hacían.

 

Su uniforme básico solo es una camisa blanca y un pantalón negro con un chaleco del mismo color, al menos el uniforme estaba limpio, todo su cabello lo recogió como el resto de las chicas en un moño alto pero cada cierto tiempo el clic que lo sostenían se aflojaban dejando caer la coleta y rápidamente tenía que volver a atarlo.

 

—¿muy liso? —bromeo alguien al costado de Layla haciéndola saltar del susto.

 

—…si… algo así, si hubiera sabido que ese es el peinado vendría más preparada —la otra mujer dejo de fumar y se quitó de la horquilla del cabello rojo y le hizo una seña para que se diera la vuelta lo que Layla hizo con algo de duda.

 

—eres la amiga de Vera ¿no?

 

—si… soy… Layla ¿y tú?

 

—Cecilia

La mujer ato el cabello en un moño apretado con la horquilla y Layla se giró sorprendida.

 

—vaya, no creo que se caiga el resto de la noche, gracias —ambas se rieron.

 

—sí, es cierto. Mejor regresemos o el jefe entrara en pánico

 

—creo que ya lo está… ¿siempre es así?—Layla abrió de nuevo la puerta y dejo entrar a Cecilia primero.

 

—sí, todo el tiempo —ambas caminaron por el silencioso pasillo hasta que escucharon la voz de su jefe dando más ordenes hasta que las miro a ambas y las señalo.

 

—tu, Cecil, ve a llevar el carrito al anfitrión, rápido —comenzó a dar palmaditas y la chica se fue haciendo una mueca, para Layla fue más que obvio la reacción que tuvieron todos ante la mención de “el anfitrión”, su jefe lo que quiso decir fue “el hombre que organizo la fiesta pero que acaba de llegar”, el pobre hombre estaba blanco como el papel mirando que en el carrito estuviera todo lo que ese hombre había pedido, mucho licor.

 

Le arreglo el cuello de la camisa de Cecilia e incluso la peino como si la mujer lo necesitara.

 

—¿Por qué… actúa así? —murmuro Layla para sí, pero uno de los chicos que cortaba papas la miro con incredulidad.

 

—pues, ¿Por qué crees? Es quien nos contrató, si algo no le gusta estamos todos muertos. —murmuro el chico no mayor que Layla.

 

—cuidado y te escuchan —murmuro otro chico amenazándolo con una cuchara de mezclar.

 

—¿de dónde crees que vienen las reglas? —murmuro otro que tomo una charola con copas de champan y se iba.

 

Layla soltó un largo suspiro para seguir buscando cosas que hacer antes que a su jefe le diera un infarto.

 

Así pasaron más de media hora hasta que Cecilia apareció con el semblante más pálido que el de su jefe, apenas sus ojos dieron con los de Layla se acercó rápido tomándola de las manos.

 

—no puedo, no puedo volver a subir —la chica parecía que hubiera visto al diablo, un chico le entrego un vaso con un líquido oscuro que por el leve olor que le pego en la nariz a Layla era whisky.

 

—¿te hizo algo? —pregunto con preocupación viendo que solo el rostro de Cecilia era lo único que estaba mal, la ropa y su cabello seguían iguales que cuando se fue.

 

La mujer negó varias veces.

 

—¿de que estas hablando? Tienes que volver a subir Cecil —su jefe apenas había escuchado lo que dijo Cecilia se acercó horrorizado, su rostro tomo un tono rojizo por la ira.

 

—se llama Cecilia y esta aterrada ¿Qué le dijo o hizo ese hombre para dejarla así? —defendió Layla a la chica que acababa de conocer ganándose una mala mirada de su jefe.

 

—creo que no lo entiendes Otis, pero no se puede volver a mandar a otra mujer pues a ÉL no le gusta que le cambien el personal sin su permiso —su jefe parecía en pánico pues la mujer se negaba a subir e incluso corrió al baño escuchándose solo las arcadas por el vómito.

 




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