Capitulo 10

—no lo sé —respondió la voz que estaba cerca de Layla intentando quitar sus largo cabellos de su rostro.

Pero para Nico quien reconoció el bolso de la mujer en el suelo no tuvo que pensarlo mucho, ya ella sabía lo de Enzo.

Siempre le intento decir que era una mala idea, más cuando se había dado cuenta que Layla solo se mantenía infantil, protectora y servicial solo con él.

Haciéndose paso entre las personas le levanto la cabeza descubriendo el desastre, Layla tenía el rostro cubierto de lágrimas y completamente rojo, tampoco dejaba de frotarse con los dedos el pecho como si así calmara el ritmo de su corazón.

Se quitó el abrigo y cubrió los hombros de la chica

—tranquila, vamos, levántate —como pudo ayudo a levantar a la mujer, pero acabo cargándola y colgándose el bolso junto y lo que parecía un regalo que de seguro era para ese idiota de su amigo.

Tenía demasiada suerte el imbécil.

Tomo asiento con ella sobre sus piernas dejando de lado el bolso y el regalo, Layla siguió llorando en silencio intentando no desmayarse por el esfuerzo; la primera chica se regresó entregando una botella con agua, yéndose en silencio al ver la mirada perdida en el suelo de la pobre mujer en las piernas de aquel hombre que mantenía una expresión frustrada y triste acomodando los largos cabellos castaños y limpiando las mejillas húmedas.

—déjame revisarte ¿sí? —le intento apartar la mano del pecho, pero ella solo la movió quitando las lágrimas con la manga de su suéter.

—eres veterinario, no médico —le reprocho la chica, lo que hizo que Nico sonriera acomodando algunos mechones detrás de las orejas que intentaban mantenerse rebeldes.

—vaya… que bueno que recuerdes algo así, solo lo dije una o dos veces —ambos guardaron silencio hasta que ella logro levantar la mirada encontrándose con los ojos de él.

Nico tenía el cabello perfectamente peinado hacía un lado y hacia atrás, y esas lentillas de color azul que se veían a kilómetros que son falsas; todo por mantener el personaje.

—entonces… la herid---

—tú lo sabias —no es una pregunta, es una afirmación.

Nico suspiro con culpa.

—intente que Enzo te dijera la verdad, incluso que tú te apartaras de él —Layla bufo sonriendo y limpiando las lágrimas que amenazaban con salir de nuevo.

—¿en serio soy demasiado estúpida?

—no. Bueno… muy inocente

El silencio volvió a mantenerse, hasta que Layla se quitó de los hombros el saco entregándoselo y poniéndose de pie tan rápido como sus sentidos se lo permitieron sentándose a una distancia segura.

—¿que… hay en la caja? —ella miro la caja a su lado abriéndola y dejando que este examinara lo que había.

Los ojos de Nico casi se salen de sus cuencas cuando observo el reloj.

—¿Cómo…

—he estado trabajando de noche —la ceja levantada de Nico hizo que entendiera que la frase no había sido la mejor.

—como camarera! —se defendió en un tono agudo sorbiendo sus mocos y bebiendo un trago de agua.

—vaya… que suerte tienen algunos —el silencio volvió a reinar entre ambos hasta que escucho una pequeña caída de agua descubriendo a Layla echandose agua en el rostro limpiando mejor sus enrojecidos ojos.

—ten —él le tendió un pañuelo y ella lo acepto quitándose parte del delineado de sus ojos que es lo único que tenía.

Nico la miro detenidamente durante un corto tiempo hasta que sonó su celular descubriendo que es Enzo.

—yo…

—ve, es tu trabajo, yo me iré a casa —Layla bajo la mirada intentando no volver a llorar a lo que Nico tomo su mano con prisa.

—espera…dame tu número, quiero que me escribas apenas llegues —la genuina preocupación cruzo las facciones del rostro de Nico, no dejando a la mujer otra opción que entregarle su celular y dejar que este guardara su número. —si no llamas lo hare yo. —con la amenaza y la aguda mirada del hombre la chica asintió.

Volvió a tomar asiento en el banco dejando que Nico besara su frente y colgando su saco en el brazo se marchó.