El silencio ensordecedor entre ambos y la ligera brisa junto a los latidos del corazón fue todo lo que necesito Layla para saber que no sería una buena charla, miles de pensamientos pasaban atravesando rápidamente su mente.
—señorita Ortiz. —Layla levanto las cejas mirando a los ojos de manera inocente a 0Mateo.
Al igual que su jefe, este hombre tenía una gran altura, hombros anchos, cabello muy bien peinado hacia atrás con un castaño más claro en las puntas, y la cara perfectamente limpia sin barba.
—dígame, Señor Rossi —el hombre observo detenidamente a la mujer olvidando momentáneamente lo que iba a decirle.
Recuperando la compostura se acomodó las mancuernas de su traje antes de hablar.
—como sabe, el sr. Makris está al tanto de su trabajo aquí, pero necesito que desista de él —la mujer lo miro con asombro pues no esperaba esas palabras, de todo lo que su mente pensó no imagino eso.
—¿por…
—creo que está al tanto de la fama que tiene mi jefe con respecto a dejar que se le mire a los ojos —la mujer asintió con comprensión.
—pero aun así no…
—él la tiene en alta estima y si quiere puedo buscarle un trabajo que no tenga que arriesgarse como la última vez. —el hombre miro sin reservas la pequeña cicatriz en el pómulo de su mejilla.
Su jefe se metió en problemas que resolvió de la única manera que sabia y no quería que en alguna otra fiesta la mujer fuera agredida de ninguna manera.
Tenerla como asistente no iba a funcionar pues sería una distracción.
—bueno, estaría agradecida con ello, pero no puedo aceptarlo, estoy trabajando aquí por elección, mi je—supervisor dijo que podía entrar a estas clases. —la chica respondió segura lo que Mateo no esperaba, soltó un largo suspiro.
—creo que no lo está entendiendo, si no es por las buenas… —la chica echo un paso hacia atrás ante las palabras muy a la ligera del hombre.
—¿es una amenaza? —Layla levanto una ceja con incredulidad.
—lo es —respondió con media sonrisa el hombre.
El silencio se prolongó.
—puedes tomar las clases hasta que terminen, pero en lo que va sobre su trabajo, será mejor que no esté en el equipo para el próximo mes—la chica abrió la boca intentando protestar, pero el hombre saco su celular y lo llevo al oído contestando una llamada.
Layla miro a todos lados sin poder creerlo, no solo de por si su supervisor la metió en la lista para tomar las clases de defensa personal, sino que ahora recibirían clase de disparo, ella es parte del equipo de limpieza no lo necesita pero aun así no podía negarse, firmo dos contratos y uno de ellos era de confidencialidad.
Regreso a dentro tomando sus cosas saliendo del edificio dando fuertes pisotones rumbo al único centro comercial de la ciudad.
Necesitaba ropa nueva, no iba a volver a usar ninguna prenda que haya usado para Enzo, eso incluía la ropa interior.
Apenas llego sus pensamientos intrusivos fueron detenidos por el gran lugar, tenía varios pisos llenos de demasiadas personas, pensó que el lugar seria silencioso, pero se sorprendió la cantidad de sonido de voces, gritos y risas de niños.
Mientras más caminaba buscando con la mirada el mapa del lugar como si mágicamente fuera a aparecer alguna nueva tienda.
—Layla? —grito alguien detrás de ella, al voltear se sorprendió de mirar a Vera y Cecilia juntas.
Las mujeres se acercaron y abrazaron como si no se hubieran visto en años.
—¿te liberaron temprano? —
—sí, hoy fue distinto así que salimos antes —ni con ellas Layla podía mencionar lo que practicaban allí dentro, ni entre ellos mismos y eso fue lo que Cecilia le sugirió seguir pues le ayudaría en lo personal.
—¿buscas algo en específico?
—voy a quemar mi ropa… eso es lo único que se —las mujeres miraron asombrada a Layla.
—wow, eso es extremo.
—así es Layla, pero está bien, un cambio de look te vendrá bien. —Vera se mordió el labio inferior agarrando el mechón de cabello de su flequillo.
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Editado: 20.08.2024