No te esperaba

Capitulo 27

Layla se levantó muy temprano por el frio filtrándose por la punta de sus dedos de los pies, sorprendiéndose de ver a Claus en una silla de ruedas a un lado de su cama.

 

—dioses! ¿Qué hace de pie? —se froto los ojos rápido sintiendo su corazón recordando los sucesos de la noche anterior.

 

—tu deberías descansar —Claus se acercó como pudo riendo bajo.

 

—quédate quieto cariño, tú debes descansar. —su mano tomo la de ella notando lo caliente que esta estaba en comparación con la de ella que esta al punto de congelación.

 

—no fue a mí a quien le dispararon en la pierna —confeso la mujer dejando escapar un bostezo y pasando sus dedos fríos por el rostro para intentar espantar el sueño.

 

—estas muy fría. —murmuro él viendo su propia mano.

 

—soy friolenta —confeso despreocupada mirando el suero el cual ya estaba vacio, cerro la pequeña llave bajo la mirada atenta de Claus.

 

—¿Qué haces? —miro con preocupación a la mujer en la cama que parecía tranquila, aunque somnolienta.

 

—ya está vacío… solo lo cerré —sus ojos se entrecerraron de forma acusatoria hacia la mujer, pero esta se sentó en la cama y estiro sus brazos quejándose y bajando rápido el brazo izquierdo, el dolor había regresado.

 

—¿Qué sucede? ¿la herida? —Claus presiono el botón varias veces y un grupo de enfermeras entro a la habitación.

 

El hombre se hizo a un lado gritando ordenes dejando a Layla atónica, las mujeres con cuidado revisaron el brazo de la chica y otra le quitaba la bolsa de suero vacía y colocaban otra que tenía un tono más amarillo.

 

—cómo es posible que hagan pasar frio a sus pacientes ¿quieren quedarse sin empleo? —las mujeres temblaron ante los gruñidos de Claus.

 

—cálmate por favor, solo soy yo… no tienes que gritarles —él la miro con los ojos muy abiertos ante la calma, quiso regañarla, pero al instante entro el doctor,

 

—¡Claus!, tus gritos se escuchan hasta el otro lado del hospital—el doctor lo regaño tomando la silla de ruedas del gran hombre echándolo hasta la mitad de la habitación.

 

—no abuses de nuestra amistad —gruño Claus haciendo que el doctor pusiera los ojos en blanco.

 

—la señorita Ortiz esta siendo bien atendida, pero si tiene frio no es por nosotros ¿verdad? —Layla asintió frenética viendo la escena y las enfermeras ya terminaban de ayudarla.

 

—soy friolenta, es normal.

 

—en realidad no lo es, eres anémica

 

—anémica

 

—y me sorprende, hice unos exámenes básicos y lo note —coloco las manos sobre los hombros de su amigo ganándose un gruñido —y usted es un paciente, deberías estar en tu cama descansando. Vamos —El dolor jalo la silla de ruedas sacándolo de la habitación ganándose una risa de Layla al verlo siendo arrastrado fuera bajo protestas y gruñidos.

 

—Salvatore, te lo advierto —gruño molesto viendo como todos los guardias cada dos metros intentaban no mirar la escena que hacia su jefe.

 

—ella te visitara, deja de protestar ¿sí? Tú necesitas no moverte tanto por lo menos dos días —Claus guardo silencio y solo un par de tacones se escucharon por el silencioso pasillo.

 

—Cariño ¿¡estás bien!? Apenas me entere vine rápido —la mujer tenía la mirada preocupada agachándose mirando la pierna lastimada de Claus este simplemente tomo el control de las ruedas empujándolas para entrar a la habitación.

 

—deberías irte, ya pronto me darán el alta —Claus se dejó ayudar por su amigo volviendo a subirse a la cama, el efecto de la morfina estaba pasando y el dolor aunque leve se hacia presente.

 

—¿Cómo? ¿pero tu pierna? Doctor ¿Qué tan grave es? —el doctor miro a su amigo buscando permiso, pero al ver la cara de este lo supo.

 

—es mejor que Claus descanse por ahora. —sonrió el hombre volviendo a colocarle las sabanas encima de la cintura.

 

—pe…pero escuche que fue un ataque —la mujer miro desconcertada a ambos, pero la mirada fría de Claus le dijo que no debió haber venido.

 

—ve a casa Emilia —sentencio molesto el hombre y ella con una mano en el pecho salió de la habitación luciendo una mirada afligida.

 

Cuando estuvo afuera miro a los hombres cuales estatuas a cada lado de las paredes del pasillo sin mirarla siquiera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.