Caminando por la ciudad luego de esas semanas movidas, Layla mantuvo su trabajo ligero como la brisa y sus clases de defensa personal terminaron pues solo era lo básico. Vera le notificó a Layla que no podía regresar a trabajar por órdenes de arriba y ella no le importo menos, después de todo no había gastado demasiado de la “pequeña” indemnización por el incidente del bar.
—aaaw, que bonitooo —murmuro Layla con la vista en la vitrina de una joyería en el centro comercial, decidida entro encontrando el lugar silencioso pero las empleadas la miraron con curiosidad.
—buenas tardes
—oh, buenas tardes… es…estoy interesada en el collar de allí —señalo con cuidado hacia la entrada y una de las mujeres se acercó tomando el collar junto a la base donde estaba puesto y lo coloco sobre la mesa de cristal con cuidad mostrándoselo a Layla.
—son zafiros de seis coma treinta y siete quilates en oro blanco, discreto, perfecto para usted —la mujer comenta con naturalidad teniendo el collar en sus manos entregándoselo a Layla; la forma de este es peculiar, pues está en forma de V abierta en ciento veinte grados, dándole forma de enredaderas y las hojas son azules con uno que otro pequeño diamante, la cadena delgada lo hacía ver más delicado.
—cu-cuál es el precio? —la mujer con curiosidad y sospecha miro a Layla quien solo vestía una falda larga y camisa de vestir, pero por el material es obvio que Layla al menos tenía dinero, le dijo el precio a la ligera a Layla y esta apenas se sostuvo con sus pies intentando no caerse.
Antes de que Layla pudiera responder unas mujeres entraron a la tienda haciendo demasiado ruido y riéndose, Layla y la vendedora miraron por inercia y esta pensó que no debía ser su día.
—vaya… pero si es la nueva mascota de mi Claus —Emilia se acercó con calma mirando a la vendedora tomando el collar de las manos de Layla y mirándolo con desprecio.
—cuánto es? —la mujer miro la vendedora y está titubeo, pero le dijo el precio, Emilia sonrió y le entrego el collar a la vendedora. —me lo llevo.
—perdón, pero voy a comprarlo —Emilia la miro de arriba abajo con desprecio.
—¿tu? Veo que mi hombre no te da dinero, solo mírate —sus amigas se rieron e incluso la vendedora sonrió conteniendo las ganas de unirse.
—creo que no lo dije la última vez, pero no tengo nada con el señor Makris —Emilia la miro con enojo de pies a cabeza para luego mover su cabello y con pasos fuertes de sus tacones se acercó al mostrador.
—bueno, no importa vine a comprar con el dinero de MI hombre —Layla apretó los puños y la siguió.
—No puede hacer eso, yo vi el collar primero. —la vendedora y la mujer se miraron mutuamente sin saber qué hacer.
—le vas a vender a esta? Tal vez ni siquiera tenga el dinero —la vendedora comenzó a mirar con desprecio a Layla.
—por favor, no interfiera.
—esto es increíble. Ahora entiendo porque Claus no quiere tenerte cerca ¿seguro que es tu novio? La última vez que lo vi no me dijo eso —ante esas palabras Emilia se giró enrojecida y volvió a levantarle la mano a Layla pero esta vez le detuvo la mano en el aire y la empujó hacia atrás sin contar con que una de las amigas la tomaría del cabello tirando de ella.
—están loca!! —Layla se la quitó como pudo pegándole en la espinilla a la mujer apretándole la muñeca hasta que esta le soltó el cabello.
Pero el golpe en el rostro llego y Layla reacciono golpeándola, pero con el puño cerrado haciendo caer a la mujer mientras se sostenía la mejilla.
—aquel día estaba atontada por los sueros, ni creas que esta vez te dejare salirte con la tuya, inténtalo de nuevo y les quito las extensiones a todas —grito Layla arremangándose las mangas de la blusa sin prestar atención a las personas que acaban de entrar.
—por favor salga de la tienda o llamare a la policía—grito la chica que la estaba atendiendo con mucho enfado y ceño fruncido.
—deberías sacar a estas mujeres, ¿Por qué yo? —Layla no dejo de levantar la voz mirando a las mujeres a su alrededor hasta que un hombre detrás del mostrador apareció.
—¿Qué está pasando aquí? —Layla se recogía el cabello en una cola de caballo.
—esta mujer golpeo a una distinguida clienta —Emilia se levando manteniendo el rostro abajo sollozando.
—me ha golpeado! —dijo con malestar y cuando descubrió su rostro tenía el labio sangrando.
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Editado: 20.08.2024