—no debió haber hecho eso —regaño Nico al ver a ambos hombres.
—lo siento, pero mi cuñada debe darme explicaciones muy rápido. —Stefan no ocultaba su molestia
—¿Por qué? No se supone que debe protegerla. —pregunto con enojo, si tenía que llevarse a Layla de allí, lo haría.
—debo, pero necesito saber exactamente porque más de cien hombres murieron y todo por protegerla a ella —Nico lo miro asombrado, eso no se lo había comentado el hombre de gafas a su lado.
—¿Cómo?
—la casa donde estaba… fue atacada y el auto donde llego lo venían siguiendo mercenarios, la chica tiene una quemadura en su mano y pólvora lo que indica que ella había disparado, así que perdón si no puedo esperar las historias emotivas, necesito saber que paso en esa casa porque los únicos hombres que podían decírmelo están muertos. —Nico no podía procesar lo que escuchaba, pero ahora entendía porque Layla se había alejado de él.
—Señor Vasile, ya se encuentra estable, sufrió un ataque de pánico. —el hombre asintió.
—regresaras con ella e intentaras que recuerde lo que sea, tienes cuarenta y ocho horas —Stefan se dio media vuelta y el hombre de lentes oscuros se fue con él.
—lamento el comportamiento de mi jefe, pero…
—¿es doctor? —Nico miro confundido al médico, parecía que tenía demasiadas horas en turno.
—¿no lo sabe? —el doctor parecía confundido. —Stefan Vasile es el dueño de toda la ciudad, las personas que están dentro de estas fronteras están bajo su cuidado, pero no le gusta no saber porque tiene que proteger a las personas
—¿y porque no la deja ir y ya? —es algo que quería entender ahora más que nada.
—siente que debe explicarle a la viuda Zanoli porque exactamente murió su esposo y porque Claus Makris es el culpable de todo esto. —Nico miro al hombre que ya había entrado al ascensor.
Regreso a la habitación encontrando a Layla con la sabana puesta sobre sus labios y la mirada perdida en la gran ventana.
—¿estás bien? —sus ojos cafés se veían cristalinos, la maquina indicaba que su ritmo cardiaco estaba estable.
Volvió a tomar asiento en el mismo lugar y sostuvo la mano de Layla.
—¿quieres que haga algo por ti? —la mujer miro con duda al hombre.
—quiero saber la verdad… si te conté sobre esto —señalo la sabana bajo su boca.
—bueno… ¿por dónde iniciar? —parecía dudoso, ¿Qué debía contarle? No había sido muy unido a ella, pero sabía muchas cosas de ella más que el mismo Enzo.
—¿llegue bien a Italia? —sus ojos se veían llenos de curiosidad como una niña pequeña, Nico solo sonrió empujando sus malos pensamientos.
—si… te conocí un mes más tarde —ella asintió lentamente. —en una convención. —saco su celular buscando la foto que tenia de fondo de pantalla y se lo mostro, Layla miro entrecerrando los ojos, Nico entendió, Layla no veía bien de lejos.
Se inclinó sobre la cama dejando el celular muy cerca y ella se asombró al ver la foto y no reconocer cuando se la tomo.
—no… no lo recuerdo…
—tranquila, el doctor dijo que podrías, solo no te esfuerces —a pesar de esas palabras, las de Vasile volvieron a su mente, tenían poco tiempo para que ella recordara.
—¿Por qué nos la tomamos? —murmuro viendo a Nico tan cerca de su rostro que la puso aún más nerviosa.
—aproveché que Enzo estaba ocupado, te pedí una foto, tomaste varias con tu celular y yo esta con el mío. —Layla asintió, viendo que el hombre no dejaba de mirar sus labios.
—¿mi celular? —musito sintiendo un extraño impulso por dejar que el hombre se acercara más. Mientras una idea vaga se filtraba en su mente, una donde los labios de Nico la besaban tan salvajemente que el aire se tranco en su pecho.
—no lo sé, el hombre que tenía gafas solo me entrego tu bolso y me hizo escoger algo dentro de él para que supieras que podías confiar en mí. —mordió su labio inferior asintiendo.
—¿pero no estaba mi celular? —insistió frunciendo el ceño.
—buscare tus cosas ¿sí? Tal vez haya algo que te ayude — acomodo un mechón de cabello detrás de su oreja y el tacto de nuevo le resultaba familiar, como si eso ya hubiera pasado.
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Editado: 20.08.2024