—lo siento, lo siento tanto Sr. Vasile —Layla se disculpó efusivamente mirando hacia el auto percatándose de que de este había bajado el hombre que ahora intentaba levantar.
—Tranquila, es mi culpa. —se levantó y noto como Layla lo ayudaba a sacudirse la tierra de la espalda y brazo.
—esto… es muy vergonzoso, no esperaba que fuera usted siguiéndome —recogió sus cosas colgándose de nuevo el bolso en el hombro.
—no te estaba siguiendo —Layla intento no mirarlo con incredulidad, pero su cara es fácil de leer para un hombre como Stefan.
—está bien… —se acomodó un mecho de su cabello detrás de la oreja, se agradecía internamente haber guardado sus lentes dentro del bolso, aunque podía ver bien al hombre a esa distancia ahora se sentía perdida.
—¿tu estas bien? Parece que por un momento… —Stefan se miró a la mujer a los ojos buscando de nuevo esa mirada, pero no estaba, la chica parecía la misma de nuevo.
—re…recordé la explosión, pero solo eso, fue… fue como si se repitiera frente a mí —el hombre miro como la mujer perdía la mirada en la carretera, soltando un suspiro, sentía de nuevo ese dolor fantasma recorriéndole el cuerpo, recordaba cómo era pues todas las noches despertaba con la misma explosión, el mismo sonido.
—déjame llevarte a tu casa —la joven mujer solo asintió, no quería volver a caminar de nuevo por ese día, el hombre la metió al auto viendo como ella se tocaba el cuello, tenía un pequeño collar en forma de ojo con un jade dentro.
—te llevare al hospital —la chica entonces reacciono, lo miro comenzando a negar repetidas veces.
—no, no, estoy bien, solo…
—¿Dónde está Niccolo? —la pregunta la tomo desprevenida.
—él… está trabajando, por favor no le diga nada, no quiero preocuparlo, ya suficiente conmigo y mi falta de memoria —Stefan frunció el ceño con la vista en la carretera.
—Layla
—Elizabeth —él se giró mirándola confundido.
—¿Qué?
—el señor Lonescu dijo que ese es mi nombre mientras este en la ciudad. —Stefan contuvo las ganas de reírse, pero asintió, eran sus propias reglas y no podía romperlas.
—bien, Elizabeth, no puedes quedarte sola, aun tienes heridas internas que necesitan sanar. —intento recordarle, pero Layla suspiro frustrada.
—pero también necesito dinero, solo tengo mis ahorros o no sé qué es ese dinero en mi cuenta, mi madre parece que solo esta para gritarme y es demasiado para que otra persona cargue con todo.
—de eso se trata tener una pareja, compartir la carga —le recordó Stefan apretando el volante dando un giro incorrecto que hizo mirar a Layla por la venta.
—no yo… él ya está sufriendo porque no puedo recordar lo que teníamos, y me estoy esforzando en …
—¿estas fingiendo quererlo? —pregunto confundido Stefan, no podía creer que ella llegara a ese extremo.
—si lo dices así hasta suena terrible, pero no, algo dentro de mi… me dice que lo quiero —Layla se sintió frustrada por no poder expresar sus sentimientos correctamente. —¿está mal?
—¿Qué?
—mi manera de demostrar que me importa alguien es que quiero estar con él sin importar que. —Stefan detuvo su auto casi a punto de llegar a su casa, solo para mirar a Layla. —abrazarlo, estar con él, preguntarle si ya comió y bromear sobre algún tema que nos guste. —Stefan por un momento recordó a Aarav, era como si la tuviera en el auto ahora mismo.
—no… no te quedaras solo en un departamento, es peligroso. —Layla miro confundido al hombre.
—te quedaras hoy en mi casa y mañana iremos al médico, depende de lo que diga el doctor te dejare en paz.
—¿porque haces esto? —de alguna manera eso se sentía familiar, esas palabras, las acciones, pero su cerebro le daba un ligero cosquilleo negándose a compartirle información.
—eres importante para alguien allá afuera… no quiero que piense que soy un monstro despiadado —Layla siguió mirando confundida al hombre y este volvió a encender el auto llevando a la mujer a su casa.
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Editado: 20.08.2024