No te niegues, aún te queda mucho por sentir.

Capítulo 4

Mmmmm me remuevo entre las sábanas sin abrir los ojos, todo me duele todo y que decir de mi boca parece que tengo un corazón en el labio de lo mucho que late.

Abro los ojos y solo puedo formularme una pregunta.

¿Donde estoy.?
Te recuerdo yo o lo averiguas tu misma .

— No por favor, ahora no me siento con los mismos ánimos para prestarte atención. — Dije tocándome inconcientemente la cabeza y como por arte de magia mi mente quedo en blanco de pensamientos contradictorios.

En silencio observé mi alrededor, tratando de inspeccionar el lugar, lugar que mis ojos y mi memoria no recuerdan a ver visto jamás.

Era una habitación muy amplia con las paredes de un tono azul cielo, muy acogedor y bien organizado cada artículo y muebles del mismo, además de que olía a vainilla,si vainilla un olor muy agradable. Recorrí la habitación hasta que sin darme cuenta me detuve frente a un espejo.

Lo primero que vi fue mi reflejo.
— Estoy horrible. — Dije en voz alta sin quitarle la vista al espejo.

Mi cara era digna de un retrato, pero de esos retratos enmarañados que solo entienden quienes lo dibujan.

Mis ojos y labios estaban muy hinchados y me dolía mucho la cabeza.

No pude evitar recordar lo que había sucedido mi ojos se volvieron cristalinos, las lágrimas amenazaban con salir.

— No quiero llorar más. — Dije en voz alta y temblorosa, mientras pasaba mis manos por mis ojos en un triste intento de contener las lágrimas.

Pensé en dejar de mirarme y terminar con la tortura, pero me detuve al fijarme en mi cuerpo y ver que lo que llevaba puesto no era mi ropa.

Me asusté mucho, de mi boca solo salieron preguntas que las fui soltando al aire, si al aire, porque allí no había nadie más.

— ¿Donde estoy? ¿De quién es está ropa? ¿Quién me vistió? ¿Por que no recuerdo cómo llegué aquí?.

TOC TOC TOC (sonido en la puerta)

— ¿Y quién toca la puerta?. — Fue la última pregunta que hice mientras me acerqué a la puerta.

TOC TOC TOC (continúan los toques de la puerta)

Temo que me de un ataque cardíaco, mi corazón no deja de latir fuertemente, no tengo la más mínima idea de quién pueda estar del otro lado de la puerta.

— ¡Mia! ¿estás despierta?.

Salgo de mi ensoñación al escuchar que me llaman. — Me pongo de pie lentamente, no se en que momento me senté en el piso

— Esa voz, la he escuchado pero no mucho, no recuerdo bien. — Digo en voz baja mientras me doy toquesitos con los dedos en la sien, como si eso me hiciera recordar.

— ¡Mia! No quería despertarte pero.. -se cortó asi mismo mientras se aclaraba la garganta. — Me acerque para comprobar que estuvieras bien y te escuché murmurar. ¿Estás bien?.¿Puedo pasar?

— ¿Quién eres? Tu voz se me hace conocida, pero no recuerdo bien. —Le pregunté mientras intentaba arreglar mi enmarañado pelo.

— ¡Oh perdón cuanto lo siento!. — Con cierto tono de asombro se disculpa y escucho que ríe por lo bajo.

Me pareció raro. ¿Por que se reía?.

— ¿De que te ríes? No dije nada que causara gracia. -le dije un poquito subida de tono.

— Es que..— Queda en silencio.

— ¿Es que que?. — Me está poniendo nerviosa y ni siquiera se quién es.

— Se me olvidaba que no nos conocemos en persona, no puedes acordarte de mí voz. — Me respondió y está vez no se rió.

Lo que acababa de decir me hizo pensar, si no lo conozco, ¿Que hace aquí? ¿Que hago yo aquí?.

—Mia, ¿aún no sabes quién soy?. — Dice y siento que abre un poco la puerta. 

— ¿Puedo pasar? -pregunta pero no le respondí.

— Voy a pasar. — Me dice y siento sus pasos que hacían eco en toda la habitación..

Cuando quedé frente a él abrí los ojos como platos del asombro, no sabía que decir, que hace aquí..

— ¿Estás bien?. — Se acerca y su pregunta hace que reaccione.

— ¡Paul! —Su nombre abandonó mi boca a toda velocidad.

— Si soy yo quién pensabas que era; ¿Un secuestrador?. — Dice simulando una sonrisa.

Las alarmas de mi cabeza comenzaron hacer corto circuito de lo mucho que se aceleró mi corazón y comencé a hablar sin sentido.

— Tu, yo , aqui, este lugar. — Estaba muy confundida y nerviosa, solo balbuceaba palabras sin formar oración alguna.

— Mia tranquila, no pasa nada, respira por favor. — Dijo y pude notar cierta desesperación en su voz.

Sus palabras fueron como dardos tranquilizantes para mí desesperación.

— Eso es Mia, respira con calma, vas a estar bien. — Dijo y su rostro fue relajando la preocupación que tenía reflejada.

Mi respiración se fue calmando y los latidos de mi corazón comenzaron a ser estables.

— No entiendo, ¿que haces aquí?. — Pregunté pasando mis manos por mi frente, que estaba aún sudorosa.

— Yo vivo aquí, este es mi apartamento. — Dice mientras acomoda el cuello de su camisa.

— Pero. — Hice una pausa y saque de mi sudadera una pelusa imaginaría y procedí. — ¿Por que estoy aquí?

— ¿No recuerdas nada.? — Pregunta acercándose a mi.

— No se, yo, mis pensamientos ahora mismo son un pocos confusos, yo intento pensar pero, solo logro que me duela más la cabeza. — Dije acariciando mi cabello.

— Creo que es mejor que te des una ducha , eso te hará sentir mejor. — Camina en dirección a la puerta y se detiene justo en el umbral de la misma.

— Te espero abajo para que comas algo, en el baño hay toallas limpias y ropa cómoda. — Termina de hablar y cierra la puerta, puedo escuchar sus pasos alejándose.

 

*******
 


 

Me di una ducha muy rápida, no podía dejar de pensar, quería entender en como pasé de estar en Múnich a estar en casa de Paul, me siento desconcertada y muy avergonzada por esta situación.
 


Era un apartamento muy grande tenía pasillos muy largos y bien decorados. Estaba todo en silencio,se sentía tanta tranquilidad que solo se escuchaba el resonar de mis pasos y creo que el sonido acompasado de mi respiración se podía escuchar perfectamente.




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