No vayas a casa

Capítulo 14: Una mano sobre tu hombro

 

"Vicente"

Se trataba de un recuerdo muy vívido; Vicente estaba en su oficina, solo, sentado ante su escritorio, con la pantalla con el fondo animado de la empresa, que todavía no cambiaba por uno personalizado. Había sido un largo día, aunque satisfactorio.

"Vicente"

Tuvo un ligero sobresalto; esa voz estaba sonando con demasiada claridad, demasiada fuerza como para ser una simple voz almacenada en su mente. Se puso de pie, notando recién en ese momento el cansancio en las articulaciones; al fin que en toda la jornada sólo fue a almorzar, ni siquiera tuvo que salir a la bodega, ya que no fue necesario. Se estiró, pensando en que además de buscar un sitio alternativo para almorzar, también sería bueno localizar una buena cafetería a la que ir a despejarse durante un par de minutos.

"Sé que me oyes"

Volvió a sentarse; varios habían mencionado su nombre, pero nadie le había dicho algo como eso. Cerró los ojos un momento, masajeando las sienes con las yemas de los dedos, repitiéndose que eso no estaba sucediendo en realidad; las cosas no eran así, él en realidad...

"Sé que me oyes"

El sobresalto esta vez fue más genuino que la anterior; desplazó la mirada hacia la pantalla del ordenador, y verificó que estuviera apagado el reproductor de sonido, y de inmediato en el navegador que no existiera alguna pestaña abierta con música o algo parecido, pero sólo tenía trabajo y más trabajo. Seguramente eso era parte del estrés y no lo percibía como en otras ocasiones.

"No es estrés, sé que puedes oírme"

Se quedó muy quieto, mirando fijo la pantalla. No, no podía estar escuchando una voz estando solo en ese sitio ¿No sería alguien jugando una especie de broma?

"No"

Pero de las personas que conocía de su anterior empleo, y que estaban ahí, ninguna era de confianza: sabía quiénes eran, conocía sus nombres y en qué área estaban, pero nada más.

"No"

Miró de forma involuntaria en todas direcciones, a la puerta enfrente de él, a la puerta número cuatro que además tenía la placa con su nombre. Desde la posición en la que él estaba, en la esquina izquierda al frente estaba la mesa alta que dispuso con dos sillas, en donde una pirámide de cristal en tres dimensiones quebraba la formalidad de la oficina. Ese espacio estaba reservado para alguna reunión más informal, o un cliente al que conociera por anticipado y le invitara un café; a la derecha estaba la máquina expendedora de agua con su silencioso burbujeo, el pequeño mueble a un lado, y más atrás el mueble de acrílico azul donde reposaban una serie de muestras de los diversos materiales que vendía Seri-prod. A la derecha de su escritorio estaba el archivador de documentos, a la izquierda la estación de impresión, tan vistosa como pequeña a la vez, un modelo del año pasado, que no medía más de ochenta por noventa, amén del mueble incluido por la marca, que era un ligero pero inteligente armatoste con espacios para depositar en ellos los documentos copiados con total tranquilidad.

Estaba solo.

—No, no estoy escuchando esto, tengo que tomar un café para dejar de pensar tonterías.

"No son tonterías. Soy la voz de tu conciencia"

Estuvo a punto de soltar una risa al oír eso, pero se contuvo al instante ¿Qué clase de chiste podía ser ese? Sergio no parecía la clase de persona que gasta complejas bromas a sus trabajadores, o al menos la versión más actual de él no lo hacía ¿Quién podría entonces?

"Soy tu conciencia"

La voz de la conciencia. Frunció el ceño ante esa aseveración, como si de alguna forma pudiese ser cierto. Se decía que la conciencia era la voz interior, que te decía lo que era correcto y lo que no, estableciendo límites morales para las acciones de todas las personas.

Pero la conciencia no tenía una voz, se trataba de una expresión popular.

"Soy la voz de tu conciencia"

Basta, se dijo. Esto no está pasando, sólo estoy muy cansado, ha sido un largo día.

"Necesitas descansar un poco"

—Basta.

Al ponerse de pie, puso las manos sobre la cubierta del escritorio, mirando fijo al frente de la misma manera en que lo haría con alguien que estuviera molestándolo en esa oficina. Salvo que allí no había nadie más.

"Deberías salir un momento y tomar algo de aire"

—No, no es eso, yo...

Pero sí era lo que necesitaba, estaba pensando en eso justo un momento antes. No, era ridículo estar escuchando una voz que no provenía de ninguna parte, se trataba de una especie de alucinación causada por el cansancio y el estrés; sabía que un cambio brusco en la vida de una persona, como uno laboral, provocaba tensiones internas, e incluso podía cambiar el ánimo de alguien sometido a esa situación. Las cosas estaban mucho mejor que antes, su matrimonio era fuerte de nuevo, Benjamín estaba bien, Iris tenía más y más planes acerca de su nuevo empleo y él mismo se sentía contento con lo que estaba sucediendo, no había motivo para estar angustiado, aunque quizás sí un poco agotado. Además, de trataba del primer día.



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En el texto hay: misterio, paranormal, terror

Editado: 03.11.2020

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