No vayas a casa

Capítulo 17: Te marchaste

 

El dolor punzante en el muslo aumentó de golpe; sintió una especie de corriente de energía, como una sacudida que llegó hasta la cadera. Perdió el equilibrio y cayó sentado en el suelo.

—Rayos.

No fue un golpe fuerte, de hecho, no era nada del otro mundo, pero caerse por un simple calambre resultaba algo molesto en ese momento. Un simple calambre.

Que no tenía nada de simple.

"No vas a dejarme".

¿Qué significaba eso? Mientras seguía sobándose la pierna, sintió algo distinto, aunque no era la primera vez: la voz ya no era la misma de siempre. Unos momentos antes había percibido ese cambio, en que la voz monótona y ausente sentimientos adquiría un tono más real, aún imposible de identificar, pero más humana, expresando un sentimiento.

—¿Dejarme? —repitió tontamente.

El dolor se esfumó con la misma rapidez con que había aparecido; quedó una sensación de adormecimiento, que venía desde el interior del muslo, similar a lo que producía el frío intenso. Lo suficiente como para que todavía no pudiera levantarse.

"¿Por qué me desprecias?"

—No eres real.

"¡Soy real!"

Fue un grito. Un grito dentro de su cabeza, que lo hizo quedar sin respiración, impactado y sorprendido por lo que estaba sucediendo. Y, por primera vez desde que todo eso comenzó, se preguntó algo que cambiaba todo, la pregunta que movía el foco de la inquietud hacia un sitio en donde las cosas para él quedaban en un punto más inestable y definitivamente más riesgoso.

—¿Quién eres tú?

Se sorprendió a sí mismo hablando en voz muy baja, temeroso de que alguien más escuchara sus palabras, murmurando sin poder poner más fuerza a las cuerdas vocales. Pero no sólo era eso, también fue que, al exteriorizarlo, descubrió por primera vez que el hecho de que el factor determinante en todo eso no fuera el cómo, sino el por qué, hacía que cualquier cosa pensada, dicha y hecha por él en los últimos días quedaba sumergida en un pantano del que, en ese instante, no veía la orilla.

"Soy real".

La voz cambió su tono de la sorpresiva furia a otro ¿cuál era? Las dos palabras quedaron flotando en su mente durante unas milésimas de segundo, permitiendo que entendiera cuál era el tono con el que habían sido dichas. Rencor.

"Soy real".

Lo repitió, pero esta vez cobró fuerza y volvió a ser furiosa, sólo que más contenida. Vicente seguía sentado en el suelo con la pierna flectada hacia el pecho, rodeándola con las manos.

—Tú...

Por un momento no pudo seguir; notó que la mandíbula inferior experimentaba un ligero temblor, y que la voz estaba a punto de quebrarse; con la garganta seca, cerrada, sintió al mismo tiempo un deseo irrefrenable de escapar, y una necesidad imperiosa de expresar lo que estaba pensando. La pugna entre ambas sensaciones hizo que olvidara el dolor en la pierna, y que su vista se perdiera en un vacío que no era capaz de identificar.

—Tú... No eres la voz de mi conciencia.

De nuevo el mismo enfrentamiento entre ambas sensaciones, queriendo oír y al tiempo ensordecer. No hizo una pregunta, fue una afirmación, con una seguridad pasmosa en esas circunstancias, seguridad que contrastaba con el nerviosismo creciente en su organismo.

"No".

La respuesta fue entregada con el tono de voz propio de una verdad descarnada, dicha sin mayor intención que confirmar algo que ya es sabido por el interlocutor. Al escuchar esa respuesta, quiso reír de alegría y gritar de terror al mismo tiempo, pero no hizo ninguna de ellas. No estaba loco como para escuchar voces dentro de su cabeza ¿o lo estaba lo suficiente como para escuchar los pensamientos alguien que no era él?

—¿Quién eres? ¿Qué eres?

No obtuvo respuesta. Por primera vez desde que comenzó a ocurrir todo eso, pudo experimentar la diferencia entre saber que iba a escuchar la voz, y saber que iba a mantenerse en silencio; fue como si escuchara que una respiración se hacía más y más lejana, aunque en realidad no estaba pasando nada. Y quiso hablar, exigir o rogar que no dejara de hablarle, que le respondiera más preguntas, pero se quedó sin energías como para poder formular estas palabras, al mismo tiempo que nacía en él un enorme miedo a saber cualquier tipo de respuesta.

 

2

 

El paso de la noche fue en vela. Fingió estar durmiendo el tiempo suficiente como para que Iris se durmiera profundo, y luego de levantó a hurtadillas, bajando al primer piso.

De pronto fue como si todo lo que lo rodeaba, la casa y lo que había en su interior, hubiese tomado un significado distinto por completo al que tenía antes para él. Mientras estaba en su lado de la cama se preguntó ¿por qué resultaba tan relevante ese nuevo conocimiento? Y no le costó encontrar la respuesta: desde que toda esa absurda y loca situación comenzó, todo se remitía a su interior, a cosas que podían o no estar pasando dentro de su mente; se engañó de distintas formas, pero al final de cada día, cuando estaba en casa, sabiendo que su hijo estaba a salvo y su esposa junto con él, entendía que el mundo, su mundo, seguía siendo el mismo. Quizás estaba bajo presión, o comenzando a experimentar un síndrome, pero aun así, eso le pasaba a él, era algo que existía sólo dentro de su ser. Pero al oír esa voz de aquella manera, al tener esa confirmación clara, significaba que ese "algo" que antes asoció a un estado mental, era algo que estaba fuera de su control, y eso lo aterraba.



#1868 en Terror
#8722 en Thriller
#3442 en Suspenso

En el texto hay: misterio, paranormal, terror

Editado: 03.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.