Anheló
—¿Quién eres? — mis palabras salen tan pobres por el estupor que me causan el color de sus ojos.
—Eso no importa ahora, debes ayudarme abrir esta puerta— responde y se gira para seguir forcejeando con ella.
El hombre de mis pesadillas, el cual atormentaba mis noches. El cual se presentaba solo con un pasamontañas que tapaba completamente su rostro, ahora se encontraba sin él, dejando a la vista a un hombre no más de cuarenta años, con un color de ojos tan iguales a los míos, tal vez más profundos, su piel tan blanca como la mía y un color de cabello negro tan intenso como yo lo llevabo me llenaba de recelo. Su imagen era tan viva que me hacía dudar si lo que estaba sucediendo era real u otras de mis pesadillas.
—Si tú no puedes, no creo yo que lo pueda hacer—le digo todavía con voz temblorosa.
—Solamente inténtalo, estoy tratando de ayudarte— refuta mientras observo como gotas de sudor recorren su rostro.
Hago caso a lo que dice teniendo cobardía de contradecirle, doy pasos lentos mientras él me observa con total cautela. Me enfrento a la puerta que irradia un tipo de luz azul que no había presenciado antes, tomo su mango y todo se desvanece presenciando una luz demasiado blanca para mi vista.
—¡Alexa! —la pelinegra toma una bocanada de aire—estás bien, lo estás- prosiguió entre sollozos con las manos firmes posadas en la camilla.
Mientras mi vista se recuperaba del todo podía notar su rostro y lo cansada que se veía, sus ojos hinchados demostraban cuanto había llorado y claramente se notaba que no había movido de aquí, ya que llevaba la misma vestidura que anoche.
<<Anoche>> las alarmas en mi cabeza se habían encendido trayéndome recuerdos del sucedido en aquel callejón oscuro que se adueñaba de la parte trasera del club. Un hombre tratando de asesinar una mujer, él cortándole el cuello sin ningún remordimiento, luego deseando hacer lo mismo conmigo, yo luchando contra mis ojos ardiendo de dolor y sangre, una voz resonando en mi cabeza y el tipo colocando su propia navaja en su cuello dejándose sin vida así mismo. Fragmentos de todo lo sucedido vagan por mi cabeza haciendo que recuerde todo.
—Mis padres, necesito verlos-digo buscándolo con la mirada por la gran sala de hospital donde me encontraba.
La puerta de la sala se abre creando una ilusión que se desvanece cuando puedo notar que Hailey entra por ella y nos mis padres.
—Díselo— habla Hailey de manera fría y dura mientras se posa a un lado de mí. Por su aspecto pude notar que ella también llevaba horas aquí, quizás desde anoche como Abigail, ya que su ropa era la misma que llevaba puesta anoche.
Sus miradas se cruzan, unas miradas que pude notar dolor y preocupación poniendo mi piel de gallina y generándome desespero.
—¿Qué sucede Abigail? —mi voz sale en un susurro suplicante.
—Tu hogar sé encendiendo y tus padres quedaron atrapados allí, no sobrevivieron, Alexa— traga tan duro como si fuera su situación.
—No jodas Abigail—digo con la voz entrecortada tratando de desprenderme del suero que tengo inyectado para tomar camino hacia mis padres que de seguro se encontraban del otro lado de la sala esperando a que su hija despertara.
Pero mis intentos de desprenderme de él fallan, ya que Hailey toma mis manos pronunciando que debo <<quedarme quieta en mi lugar>>.
—Escucha Alexa, sé que esto es difícil de entender, pero es lo que ha sucedido ayer por la noche antes de que tú terminaras de la manera en la que te encontramos. Tu teléfono comenzó a sonar como loco, era una llamada de la policía, tu hogar se incendió por completo y tus padres no lograron salir de allí—
—Eso no es cierto, por favor Abigail dime que es una maldita mentira- digo entre sollozos mientras busco en su mirada la más mínima esperanza de que no sea así.
—Lo-lo siento Alexa es lo que ha sucedido, la policía puede darte más detalles— contesta tomando mi otra mano —Me gustaría que todo esto fuera una maldita mentira— habla rompiendo en llanto.
Mis ojos se nublan, en mi garganta comienzan a formarse miles de nudos emergiendo un dolor nada soportable, mi cabeza pierde totalmente el equilibrio y sentido del mundo haciendo que quede sumida en un espacio totalmente blanco, sin nada en él, dejándome sin pensamientos hacia ellos, solo la mirada de un sillón totalmente vacío es lo que mi vista refleja. De fondo puedo escuchar los sollozos de Abigail mientras llora en mi mano. Una mano que no volverá nunca a sentir el tacto de su madre o padre y es en ese momento que mi cerebro impacta contra una imagen chocante, llena de nostalgia de hace apenas dos días, donde los dos tomaban mis manos para explicarme algo que no entendía, me sumerjo en ese mismo día donde mientras descendía de las escaleras mi padre sostenía a mi madre haciéndola reír mientras yo los observaba de lejos. Me quedo dos segundos más aquí observando la sonrisa de mi madre y escuchando la risa de mi padre solamente dos segundos más antes de desvanecer en llanto.
Mi cara cubierta de lágrimas mientras mis gritos resonaban por todo el lugar pidiendo por ellos, porque estuvieran vivos, pero sabía que nada de lo que pidiera a llantos iba a regresar de nuevo porque los muertos no reviven. Mi corazón se aprieta de dolor, todo mi cuerpo tiembla, mi cabeza palpita sin parar de dolor tanto como mi garganta por no dejar de pedir por mis padres. Con mi vista aun nublada puedo distinguir como dos personas se adentran en el sitio, pero no les hago caso y sigo hundiéndome en mi dolor de rodillas sobre el frío piso de esta gran sala mientras lágrima tras lágrima caen sobre mi mejilla. El dolor no cesa y unas manos frías se posan sobre mis ante brazos para acariciarlos con delicadeza, levanto mi vista y puedo ver como el padre de mi padre, alguien a quien no reconozco como mi abuelo <<no aún>> se acuclilla para dejar un beso en la parte trasera de mi cabeza luego lo sigue la madre de mi padre quien posa su cabeza sobre mi hombro para hundirse en llanto.