Los riscos de Lenus, la región montañosa más peligrosa de Midgadriel, lugar donde se localiza la prisión de Tibanet, hogar de las fieras más letales en el mundo, morada de los sinibrers que buscan asesinarme, allí es donde se llevará a cabo la segunda etapa, la incursión, la carrera de la supervivencia. Mis probabilidades ahora son escasas.
Miro el corroído portón con miedo, todo mi ser tiembla, hay una infinidad de ruidos provenientes del bosque que está a escasos metros de mí, quién sabrá con las criaturas terroríficas con las que me toparé, o peor aún, un sinibrer. Soy la primera persona en las afueras del sitio, seré la primera en correr, seré la primera en atacar y quizá, seré la primera en morir, todo depende de quién sea el noble que me vayan a asignar cómo compañero.
Me encuentro sola en la entrada, hace aproximadamente unos minutos me citaron a estar en este lugar, la entrada tres, el número está escrito en una desgastada lamina de metal por encima del corroído portón, algo cuelga de éste, es una pieza triangular, no alcanzo a distinguir bien lo que es, pero su contorno es dorado y el centro está relleno con un cristal rojo.
—Vaya, vaya, nos vemos de nuevo, lady Adara.
Me volteo al instante cuando escucho mi nombre y me llevo la grata sorpresa al encontrarme a Kineo caminando en mi dirección, junto a otra noble que anda junto a él, viene cabizbaja leyendo un libro, sin embargo, cuando Kineo se detiene, ella también lo hace y despega la vista del libro. La conozco, es la noble de Borderthland que venía conmigo en el carruaje, Fleury.
—La hibrixter —pronuncia cuando me ve.
—Adara Megalos —La corrijo.
—Qué bueno saber que ya os conocéis —dice Kineo concentrado en el barajar de sus cartas.
—Me sorprende que hayáis aprobado la primera etapa, nunca pensé que un hibrixter poseyera un intelecto superior al de un perro.
Empuño las manos y siento como si mi sangre hirviera debido a la rabia. Quiero atacar, quiero hacerla añicos, pero sé que la persona que tendrá ese resultado seré yo. Sin embargo, no me puedo quedar con los brazos cruzados, aprobé la primera etapa porque fui capaz de ello y no doblegué cuando tenía todo en mi contra. No permitiré que ningún noble me humille y menos cuando he podido superar las mismas circunstancias en las que ellos se vieron en aprietos. Quizá sea diferente, pero eso no me hace menor que ellos.
—En esa prueba no hubo un resultado que definiera nuestro intelecto, por lo que no tenéis que aparentar que sois inteligente para llamar la atención, no te sintáis avergonzada por poseer el cerebro de un microbio —escupo y ahora es Fleury quien empuña las manos—. ¡Oh! Cierto, los microbios no tienen cerebros.
Así es como me gano a un enemigo, así es como provoco a un depredador hambriento que ha aguardado en acecho por un largo tiempo en cautiverio. He abierto la jaula y me he vestido con mi mejor atuendo suculento para ser cazada. Estoy muerta, mis probabilidades ahora son cero.
Una sombra se ubica por encima de mí, la roca debería añadir peso a un cuerpo, pero no, la roca le da mayor velocidad a un noble de Borderthland. Me distraje viendo como las rocas cubrían sus pies, una especie de botín con forma de aguja afilada fue la apariencia que les dio, ahora esos botines se dirigen hacia mí desde las alturas, cómo la jabalina de un caballero dispuesto a empalar a su adversario. Luce como una diosa, el destello del sol la cubre, su largo cabello castaño se ondula y se esparce a todos lados debido a la celeridad de su movimiento. Los nobles representan la belleza y al mismo tiempo la fealdad de las máquinas letales que son.
Todo me parece pasar en cámara lenta, Kineo mueves sus brazos en círculos, yo agito mis dedos, en forma de un tamborileo, todo en un intento por atraer agua hacia mí desde cualquier dirección, pero no hay nada cerca. El viento se manifiesta de manera violenta, logro divisar como una especie de tifón se forma desde los brazos de Kineo, no obstante, los botines de Fleury están por atravesar mi pecho. Una belleza letal, los nobles son armas mortíferas, dispuestos a acabar con todo aquello que los haga enojar o no entre en sus ideales, y yo soy ambas, doble razón para aniquilarme.
Entrecruzo los brazos sobre mi pecho, aún sabiendo que esto será en vano, son rocas compactadas a una presión elevada, que les da una solidez parecida a la del titanio. Su forma es la de una jabalina, que desciende a alta velocidad. Hueso contra titanio, piel contra roca, brazos contra jabalina. No he llegado tan lejos, siento que pude haber hecho más. Soy una perdedora.
Miro a Fleury directo a los ojos, ella nunca los despegó de mí desde que la insulté, desde que tuve la gratificación de colocarla en su lugar. Los botines están por atravesarme, los tifones de Kineo no han llegado a completar su forma perfecta. Intentó ayudarme, eso lo tomaré en cuenta cuando esté en mis últimos segundos de agonía. Cierro los ojos y espero el impacto punzo penetrante que le dará el fin a una criatura que nunca debió haber existido en Midgadriel.
Inhalo y exhalo de manera paulatina, pero doy un respingo cuando escucho un fuerte estruendo a mi espalda. Abro los ojos y delante de mí hay como una especie de círculo amarillento con múltiples sellos y líneas dibujadas de forma alternada. No obstante, a través de los espacios de las figuras se logra divisar un paisaje, agudizo mi vista al entrecerrar los ojos para detallar así mejor lo que tengo enfrente, me volteo deprisa cuando me percato de que el lugar que se muestra en ese extraño círculo es nada más y nada menos que el portón corroído que servía como entrada a los riscos de Lenus, y digo servía, puesto que Fleury lo ha hecho pedazos al atravesarlo con sus botines de jabalina.