Las Trincheras, el centro comercial de Aqueser; es donde los jóvenes como yo estamos destinados a sufrir, sin derecho a una mejor vida por la culpa de nuestro nivel social. Ser pobre es igual de deshonroso que ser un hibrixter. Ser los dos es lo más bajo a lo que se puede llegar, miles de metros más abajo del betún. Casi hundido hasta el centro de la tierra, donde mi espíritu debería estar albergado.
No creo en la suerte. Creo en las probabilidades.
La suerte significa crearse falsas ideas en la cabeza deseando que algo ocurra para favorecer el destino.
Las probabilidades son el conjunto de acontecimientos que pueden alterar el destino de una persona y el rumbo puede cambiar según como se maneje.
La suerte es imaginaria. Las probabilidades son reales.
La suerte nos lleva a un mundo imaginario donde todo puede pasar sin ningún efecto en el flujo de los acontecimientos.
Las probabilidades alteran el flujo de los acontecimientos según se maneje el rumbo que éstos tomen, puede que sea negativo como puede que sea positivo.
La suerte es debilidad. Las probabilidades son fortaleza.
Ante toda acción, hay una reacción.
Ser una hibrixter es una acción. Aún no tengo reacción.
Vivir en la pobreza es una acción. Aún no tengo reacción.
No creo en la suerte, la suerte nuca ha estado de mi lado, desde que me engendraron, fui renegada por ella, por ello reniego de ella desde hace muchos años.
Creo en las probabilidades. Las probabilidades de vivir con la familia real fueron escasas desde que se engendró mi cruce. Las probabilidades de salir del infierno de la pobreza se reducen con cada año que pasa. Las probabilidades te enseñan a ser duro, te mantienen en la cruel realidad en la que vive el mundo hoy en día.
Los jóvenes de la Trincheras tienen que encontrar un trabajo desde muy pequeños. No hay escuelas, no hay educación, no hay futuro con el cual soñar. Destinados a buscar un oficio y servir a las familias reales, de lo contrario, serán desecho de la sociedad, vagabundos que registran los contenedores de basura día y noche en busca de comida, el cruel destino que le depara a un hibrixter.
La suerte dice que cuando fui abandonada de meses en el pueblo, una familia cariñosa y gentil debía encontrarme para hacerse cargo de mí.
Las probabilidades me colocaron en el camino de una pareja amargada con una docena de hijos, cuyos progenitores explotan para tener más dinero y no morir de hambre.
La suerte te lleva a tener un trato esplendido con la familia adoptiva y salir adelante sin importar las adversidades gracias al apoyo brindado.
Las probabilidades te muestran que no puedes confiar ni en las personas que te brindaron un hogar y te alimentaron cuando no debieron haberlo hecho, ya que para ello se tiene que pagar un alto precio. Ser su esclavo.
La suerte te da un trabajo de ensueño con un jefe comprensible.
Las probabilidades te patean el culo hasta tirarte en algún lugar desagradable con un déspota como jefe, que ni una migaja de pan te dará, aunque estés muriendo de hambre.
El primer día de la semana en las Trincheras es cuando el comercio se ve abarrotado de gente, los cuerpos sudados de las personas chocando los unos contra los otros hacen que se intensifique el agrio olor en el ambiente, lo suficientemente fuerte como para hacer llorar a una persona. No lloro, ya me he acostumbrado al pestilente hedor. Sin embargo, aún no puedo evitar que se me revuelva el estómago.
El sol abrazador hace que todo el cuerpo me pique, la muchedumbre aglomerada en la fangosa vía principal del centro hace que se intensifique mi desespero por salir corriendo, pero no puedo, debo trabajar, tengo que llevar algo de comida a mi familia. Aspiro profundamente y hago que una furtiva brisa gire a mí alrededor.
Mala idea.
Aún no tengo ni la más mínima idea de cómo cambiar la temperatura del aire.
Aprieto los puños con frustración al sentir la onda de calor rodearme y un ventarrón choca contra mí, al mismo tiempo que lo hace con las personas que están cerca de mí.
Los comentarios negativos y las miradas denigrantes no me hacen tanto efecto hoy en día, más no soy inmune a ellos. Crecer con el peso de la deshonra me obligó a crear una muralla para endurecer mi corazón, no es de titanio, pero sí lo reforcé con una buena cubierta de hormigón. No obstante, en toda estructura perfecta siempre habrá una pequeña fisura por donde se escaparán los sentimientos.
Ser una hibrixter es mi acción. Aún no tengo reacción.
Vivir en la pobreza es mi acción. Aún no tengo reacción.
Ser renegada es mi acción. Ser una antipática asocial es mi reacción.