La magia siniestra, una práctica que ha sido penalizada con cadena perpetua e inclusive con pena de muerte si el grado del delito es muy grave. Nadie de la familia real de Aqueser me ha querido comentar más al respecto, sólo que no debo ni siquiera pensar en ponerla en práctica, ya que, con imaginarlo, voy siendo arrastrada a ser una sinibrer, un noble que controla la magia siniestra. Algo mucho peor que un hibrixter.
No se conoce muy bien cómo nació ni quién fue su creador, lo único que se sabe, es que los nobles quienes la practican son de corazones impuros, cuyo propósito es hacer el mal con el objetivo de ver sufrir a los demás.
Según la reina Clarisse, se dice que en las antiguas guerras muchos nobles optaron por practicar la magia siniestra para adquirir un incremento en sus poderes, ya que con ella se pueden ejecutar movimientos más letales que con la magia ordinaria, pero estos son más sádicos e inmorales, y en vez de ganar admiración, lo único que consiguen es deshonra.
Los elementos que son controlados por la magia siniestra se vuelven impuros, lo más característico es el cambio que sufren en sus tonalidades que vienen por defecto en sus naturalezas, no sé cómo será con los otros wunderments, pero el rey Eryx me dijo que, con el caso del agua, ésta deja de ser translúcida y adquiere un color verdoso y oscuro, dejando de ser el puro y vital líquido para convertirse en uno letalmente venenoso.
Uno de los primeros delitos en cometer al practicar la magia siniestra, es corromper la pureza de uno de los ocho sagrados elementos de Midgadriel, ya con ello son cincuenta años de reclusión en la prisión de Tibanet, un fuerte localizado en la parte más recóndita de Los Risco de Lenus, la zona montañosa con el mayor índice de mortalidad.
Por una parte, se debe a que es una de las áreas donde habitan las bestias más feroces de Midgadriel, mientras que, por la otra, se dice que en ese lugar habitan muchos sinibrers prófugos y que, cuando ven a algún noble puro, se deshacen de ellos, es por ello que se recomienda ir en grupo y que sean nobles de élite. Sin embargo, no se han encontrado pruebas de que merodeen esa zona, ya que los nobles de un alto rango no se han topado con alguno de ellos, pero aquellos que no estaban capacitados como los de la élite y decidieron ingresar, nunca se les llegó a ver de nuevo, ni siquiera sus cadáveres, como en el caso de aquellos que fueron presas de las bestias. Simplemente desaparecían.
Me frustra el que no me quieran informar sobre la magia siniestra, desde la fiesta no he podido dejar de pensar en ello, dado que todo el ajetreo vivido en la celebración de mi cumpleaños fue porque un sinibrer me quería o, mejor dicho, más de uno, puesto que el mensaje especificaba que son un grupo al hablar en plural: "Queremos a Adara Megalos".
Debería estar rebosando de conocimientos con respecto a la magia siniestra, ya que si fui víctima de una amenaza por parte de un grupo que practica una magia tan peligrosa, lo más lógico sería estar informada sobre ella, o por lo menos, cómo debo defenderme en caso de tener a un sinibrer en frente, pero el caso es que no, sencillamente lo único que sé, es lo que significa la magia siniestra y lo que conlleva si se practica, del resto, estoy muerta.
Intenté recurrir a mi fiel tutor, Karsten, pero las cosas entre nosotros dos se han vuelto un poco incómodas desde el beso, creo que ya ha asumido que lo he rechazado. No se lo dije directamente, pero en los días que han transcurrido desde esa noche he decidido mantener una distancia, no me quiero involucrar en una relación con alguien, mucho menos con un noble, crecí con la idea de que debo estar sola en este mundo y así debe ser hasta el día de mi muerte.
Además, no tengo ni la más mínima idea de lo que es amar a alguien, a penas y entiendo el significado de querer, ese extraño sentimiento que me conecta a mi familia adoptiva, sobre todo con mi dúo dinámico, ese anhelo de tenerlos a mi lado y no apartarlos de mí nunca más, una sensación que a veces me gustaría arrancar de mi ser para no tener ningún tipo de conexión con alguien en Midgadriel, pero sé que moriría con sólo imaginar que tengo que olvidarlos por el resto de mi vida.
Por esa razón estoy de regreso en el Mancillar, luego de casi tres meses, mi desespero por volverlos a ver es insaciable, puede que mi madre o mi padre adoptivo no me quieran recibir, pero en el caso de Lavitz como el de mi dúo dinámico será todo lo contrario.
Me asomo un poco por la ventana del carruaje, pero me vuelvo a ocultar hundiéndome en el acolchado asiento. Recuerdo cuando yo era uno de esos pueblerinos que se quedaban perplejos viendo los lujosos carruajes azulados con acabados dorados y con incrustaciones de zafiros por todos lados, pensando en todo lo que me podría comprar con siquiera una de las joyas e ignorando al noble que iba adentro. Sólo espero que ellos me ignoren al igual que yo lo hacía, dado que ahora soy yo quien ocupa el lugar del noble en el carruaje y lo que menos deseo es ser el centro de atención.
—Haciendo ese gesto llamáis más la atención, Adara —asevera Karsten delante de mí sin despegar la vista de su libro.
—¡Vaya! Hasta que por fin te dignáis en hablar, pensé que venía sola en el carruaje —Le reclamo.
En todo el camino Karsten no había dicho ni una sola palabra, lo que hacía mucho más incómodo el trayecto hacia el Mancillar, si la situación entre nosotros ha estado un poco inestable, añadirle casi dos horas de silencio es una tortura, y cuando se le ocurre abrir la boca para decir algo, se le viene la maravillosa idea de criticarme en vez de decir cualquier cosa para romper el hielo y relajarme.