Noche Mágica

Noche Mágica

Estoy en esta etapa de mi vida que ni conciencia tengo. Alguien con un poco de cordura frenaría la situación, pero para mí es la excusa perfecta para que él este ocupado con mis tareas, en lo que yo salgo con mis amigos a divertirme viendo películas, bailando un poco y robando uno que otro beso a alguno de mis compañeros. Todo en lo que mi noviecito hace mis tareas. Sí, sé que soy la peor de las personas o las novias, pero cuando alguien no te gusta del todo o no logra ser parte de tu mundo, creo que estas cosas no se consideran con tanta noción de daño al prójimo, moral o pecado.

Camilo lleva hablé y hablé sobre no sé qué, solo hasta que escucho que se tiene que ir, presto atención, se va con la mamá a uno de los pueblos que está como a 20 minutos del nuestro, una sonrisa me traiciona y de mis labios sale una pregunta con tanta emoción ¿a qué hora te vas? Él me mira algo impactado por mi reacción, en lo que dice que cualquiera diría que estoy feliz de que se vaya ─ elevando mis hombros y con

una mueca de inocencia esquivo la situación. Pero no niego que la noticia me hace muy feliz, sin él acá podré hablar con Carlos tranquilamente ¡bueno! Este o no Camilo no es problema, pero no estoy para escuchar a mi mamá con el sermón de la buena moral, que tengo novio y no debo coquetear con otros chicos.

Lo qué madre no sabe, es que solo estoy interesada en uno en especial y si él me prestara más atención, mandaría a Camilo a freír espárragos, sin duda alguna.

 

La noche está muy bonita. Mi madre esta de salida, se dirige a donde una de sus amigas y sé que llegará tarde, pues jugarán parqués, un juego de mesa que les lleva bastantes horas de distracción.

Antes de que madre se vaya, obtengo el permiso para poder hablar con Carlos en la casa, adicional una charla de cosas que no debo hacer o permitir que pasen, que recuerde que así Camilo no este, es mi novio y debo respetarlo. Estuve a punto de rodar los ojos, pero si lo hago pierdo el permiso, por eso digo si a todo.

Pedí un permiso y organice tantas cosas, pero hay algo que no concrete, el que él venga ¡eres realmente tarada! Desde la mañana nos vemos y ahora tengo planes sin saber si él esta en su cena, cena en la que estará presentando a su novia, esperen... nunca la vi ¿o sí? Solo me fije en él, pero no recuerdo a ninguna chica a su lado.

Maite, ve a la tienda y compra huevos ─ Los gritos de mi hermana cortan mi estado de reseteó mental, mejor voy rápido, no quiero que todo el barrio se entere que ella necesita huevos, rio en lo que recuerdo el nivel de pulmones con los que dotaron a esta chica.

 Al salir de la tienda voy revisando que el cambio este bien, pero el choque con un cuerpo me hace maldecir internamente, ¿por qué no te fijas? Casi me rompe los huevos, eres ciego o qué ─ No soy ciego, de serlo jamás habría visto lo bella que eres y eso sería una pena mi pequeña ─ la voz cargada de burla de Carlos hace que levante mi cara, ¡Dios de la vergüenza, se piadoso! Que mi cara no se torne roja, que mis piernas resistan y que mis mariposas no se infarten.

Tomo aire y finjo estar bien, Carlos ríe diciendo que no he cambiado, aunque mi físico si, digo un gracias y me excuso, pues no quiero a mi hermana enojada por mi demora, nos despedimos con una sonrisa y en todo lo que camino a su lado su pregunta me detiene.  

─ Mai, ¿podemos hablar? Solo será un momento, prometo no demorarte ─ giro y veo como junta sus manos, pero yo le doy una palmada suave en lo que digo que no debe hacer eso y que lo espero en media hora en mi casa, que él debe llevar la música y yo haré las palomitas, creo que la charla será larga, llevamos bastante tiempo sin hablar y me debes contar todo, el ríe afirmando con su cabeza ─ Mai, ¿llevo la grabadora? ─ Nop, ya tengo una y le regalo un giño que hace que él se sonroje ¡diablos! ¿Por qué hice eso? No suelo ser coqueta, pero ya no soy una niña y él lo debe entender, ver ese leve sonrojo, me deja muy complacida. ¡si supiera que ya tenía todo fríamente calculado! Solo faltaba su presencia y lista para una noche única.

Le dije a mi hermana que Carlos vendría y que iba a estar con él en la terraza, ella ríe y niega con la cabeza ─ ¿Cuándo dejarán ese jueguito? ─ es la primera vez que mi hermana no dice algo con burla, se recuesta al marco de la puerta y cruza sus brazos ─ Mai, no crees que es tiempo de que dejes a Camilo, él pobre cree que tiene posibilidades de ganar tu amor, pero tu estas tan tragada de Carlos, con él de ti, ambos son unos cobardes que están desperdiciando el tiempo ─ las palabras de mi hermana son sinceras, no me regaña, no me juzga, solo se preocupa por mi ─ ven te ayudo a poner bonita, el merece ver esa chispa que ilumina tus ojos, esos ojos que no se iluminan igual con tu supuesto novio ─ gracias, digo algo ilusionada.

─ Prometo no decir nada a Carlos, pero por favor, hoy sé feliz, olvida que tienes un compromiso con alguien al que ni siquiera quieres o te gusta ¿por qué lo aceptaste? ─ esa pregunta no la esperaba, así como el hecho que ella notara la realidad. ¿Tanto se nota? Contesto ─ no se vale contestar con otra pregunta, pero sí, más de lo que crees, con decirte que hasta madre le aconsejo que te dejará, que ella veía que solo lo utilizabas ─ hago una mueca de malestar, debió aceptar el consejo de mamá, digo para luego reír como desturcadas. En este momento siento una conexión con mi hermana, algo especial, pero no es eterno, ella es muy cambiante y no quiero sorpresas.

 




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